Informe de Reportero sin Fronteras
China quiere controlar la información mundial
China, que ocupa el puesto 176 de loas 180 países que conforman la actual Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF), está expandiendo su influencia más allá de sus fronteras para imponer su vocabulario de la “ideología correcta”, contener cualquier autocrítica y ocultar los capítulos más oscuros de su historia. Este proyecto, menos conocido que la nueva ruta de la seda, pero igual de ambicioso, supone una amenaza a la libertad de prensa en todo el mundo.
Según un informe que acaba de ser hecho público por RSF, la estrategia adoptada por el Estado chino para alcanzar sus objetivos incluye la modernización de su canal de radiodifusión, la compra masiva de publicidad en medios internacionales, la infiltración en medios extranjeros… pero también el uso del chantaje, la intimidación y el acoso a escala masiva.
“El régimen de Beijing no contempla un escenario en el que los periodistas ejerzan como contraponer, sino que los entiende únicamente al servicio de la propaganda de los Estados”, afirma Christophe Deloire, secretario general de Reporteros Sin Fronteras. “Si las democracias no resisten, Pekín impondrá su punto de vista y su propaganda, lo que supone una amenaza para el periodismo y la democracia”.
En la última década, China ha invertido masivamente en el desarrollo de medios capaces de llegar a un público internacional. Con éxito: la CGTN, de propiedad estatal, tiene programación en 140 países y China Radio International emite en 65 lenguas.
RSF afirma que el régimen ha conseguido convencer a miles de periodistas de países emergentes para que viajen a Beijing con todos los gastos pagados, para “entrenar su mente crítica” a cambio de una cobertura favorable. "En lo que respecta a la diáspora china, muchos de los que solían ser críticos con el régimen han sido comprados y se han diluido en el aparato de propaganda del Partido Comunista Chino".
Beijing también exporta sus herramientas de censura y vigilancia, como el buscador Baidu y la plataforma de mensajería instantánea WeChat, y anima a demás estados autoritarios a copiar sus regulaciones represivas, una estrategia particularmente exitosa en el sureste de Asia. Además, "también hace llamamientos a la intimidación y violencia para silenciar a los disidentes, incluso en países democráticos. Desde reporteros freelance a informadores de los principales medios, desde las principales editoriales a plataformas de redes sociales".
China, que ocupa el puesto 176 de loas 180 países que conforman la actual Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF), está expandiendo su influencia más allá de sus fronteras para imponer su vocabulario de la “ideología correcta”, contener cualquier autocrítica y ocultar los capítulos más oscuros de su historia. Este proyecto, menos conocido que la nueva ruta de la seda, pero igual de ambicioso, supone una amenaza a la libertad de prensa en todo el mundo.
Según un informe que acaba de ser hecho público por RSF, la estrategia adoptada por el Estado chino para alcanzar sus objetivos incluye la modernización de su canal de radiodifusión, la compra masiva de publicidad en medios internacionales, la infiltración en medios extranjeros… pero también el uso del chantaje, la intimidación y el acoso a escala masiva.
“El régimen de Beijing no contempla un escenario en el que los periodistas ejerzan como contraponer, sino que los entiende únicamente al servicio de la propaganda de los Estados”, afirma Christophe Deloire, secretario general de Reporteros Sin Fronteras. “Si las democracias no resisten, Pekín impondrá su punto de vista y su propaganda, lo que supone una amenaza para el periodismo y la democracia”.
En la última década, China ha invertido masivamente en el desarrollo de medios capaces de llegar a un público internacional. Con éxito: la CGTN, de propiedad estatal, tiene programación en 140 países y China Radio International emite en 65 lenguas.
RSF afirma que el régimen ha conseguido convencer a miles de periodistas de países emergentes para que viajen a Beijing con todos los gastos pagados, para “entrenar su mente crítica” a cambio de una cobertura favorable. "En lo que respecta a la diáspora china, muchos de los que solían ser críticos con el régimen han sido comprados y se han diluido en el aparato de propaganda del Partido Comunista Chino".
Beijing también exporta sus herramientas de censura y vigilancia, como el buscador Baidu y la plataforma de mensajería instantánea WeChat, y anima a demás estados autoritarios a copiar sus regulaciones represivas, una estrategia particularmente exitosa en el sureste de Asia. Además, "también hace llamamientos a la intimidación y violencia para silenciar a los disidentes, incluso en países democráticos. Desde reporteros freelance a informadores de los principales medios, desde las principales editoriales a plataformas de redes sociales".











