No es normal
El seguimiento que la televisión pública catalana TV3 está realizando del juicio de los procesados en el Tribunal Supremo acusados de la comisión de gravísimos delitos es sorprendente: los días que hay vista oral llega a cubrir con su programación desde las ocho de la mañana hasta la una de la madrugada con descansos para una telenovela al mediodía, un programa de cocina, un informativo territorial y una serie nocturna. El resto es juicio y más juicio.
No es normal que ante esta posición radical y paroxística, la cadena haya ampliado su audiencia llegando hasta un 16,2%, la más alta desde octubre de 2017.
Estoy siguiendo el juicio en la medida de mis posibilidades y reconozco que procuro ver las vistas orales, fuentes primarias de información, pero no es normal que una cadena de televisión que pagamos todos los españoles dedique todo el día a un juicio, que es muy interesante, cuyas sentencias tendrán inevitables consecuencias políticas y jurídicas, de hecho creo que el magistrado Marchena ya esta sentando jurisprudencia en aspectos formales y procesales.
TV3 dice que "la programación es equilibrada" y que "responde al interés informativo", pese a que tiene otro canal de televisión (Canal 324) que emite el juicio en directo. También dice que la ausencia de personas no nacionalistas en unas tertulias tan sesgadas que causan sonrojo, se debe a que rechazan las invitaciones que se les formulan, algo que al margen de que sea más o menos cierto tiene cierta lógica si tenemos en cuenta que los tertulianos discrepantes siempre están en descarada minoría y son utilizados como sacos de boxeo.
Pero es curioso que les ha indignado la posición de la Junta Electoral Provincial (JEP), que les ha prohibió a los informativos de TV3 y a los de Cataluña Radio utilizar expresiones como "presos políticos", "exilio" o "juicio a la represión" hasta que finalice el período electoral. Para la JEP son expresiones claramente identificables con el mensaje electoral de determinadas opciones políticas, pero para los independentistas crea una sensación de indefensión e impotencia. Están ofendidos y piensan articular recursos, como si ellos fuesen las victimas de una represión informativa y de un cercenamiento de la libertad de expresión.
En Cataluña cada día que pasa ocurren más cosas que no son normales, yo creo que ha pasado el tiempo de aplicar el artículo 155 CE, cuyos resultados ya se pueden analizar en las formas e intensidades que se aplicó.
Costará varias generaciones que algunas heridas curen en un porcentaje de la población que no parece reducirse, y eso tiene lógica explicación como fruto que se recoge de un sistema educativo que se sembró hace décadas y de unos medios de comunicación públicos que suministran información manipulada cada minuto, tal y como están haciendo con el juicio y otros acontecimientos relevantes.
Pero algunas de esas heridas se pueden calificar de tumores malignos y enfermedades cronificadas y es posible que no tengan curación, aunque solo sea por aquello de que no todos los problemas tienen solución, y si un problema no tiene solución ya se sabe lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer.
Alguno dirá que veo problemas donde no los hay, pero me niego a creer que la fractura social y las fracturas familiares que constato no se deban calificar de problemas, y de problemas graves que no son ni normales ni ficticios, sino intrínsecamente malos.
No se nos deberían olvidar nunca los intereses egoístas, espurios , económicos y de ambición que subyacen desde un primer momento lejano en el tiempo, ni a los sinvergüenzas que están por ahí, ahora luchando por minorar o evitar su estancia en una cárcel, aunque ésta tenga la puerta de la celda abierta, o sea una villa en Waterloo que también pagamos todos con nuestros impuestos, incluido el chofer.
Cabría decir que siempre nos quedará el payaso Torra para poder esbozar una sonrisa cada vez más patética, sino fuese porque la agencia de calificación Fitch nos recuerda que teme una intensificación del conflicto catalán, que las empresas se siguen marchando de Cataluña y que lo que allí ocurre no es normal.
El seguimiento que la televisión pública catalana TV3 está realizando del juicio de los procesados en el Tribunal Supremo acusados de la comisión de gravísimos delitos es sorprendente: los días que hay vista oral llega a cubrir con su programación desde las ocho de la mañana hasta la una de la madrugada con descansos para una telenovela al mediodía, un programa de cocina, un informativo territorial y una serie nocturna. El resto es juicio y más juicio.
No es normal que ante esta posición radical y paroxística, la cadena haya ampliado su audiencia llegando hasta un 16,2%, la más alta desde octubre de 2017.
Estoy siguiendo el juicio en la medida de mis posibilidades y reconozco que procuro ver las vistas orales, fuentes primarias de información, pero no es normal que una cadena de televisión que pagamos todos los españoles dedique todo el día a un juicio, que es muy interesante, cuyas sentencias tendrán inevitables consecuencias políticas y jurídicas, de hecho creo que el magistrado Marchena ya esta sentando jurisprudencia en aspectos formales y procesales.
TV3 dice que "la programación es equilibrada" y que "responde al interés informativo", pese a que tiene otro canal de televisión (Canal 324) que emite el juicio en directo. También dice que la ausencia de personas no nacionalistas en unas tertulias tan sesgadas que causan sonrojo, se debe a que rechazan las invitaciones que se les formulan, algo que al margen de que sea más o menos cierto tiene cierta lógica si tenemos en cuenta que los tertulianos discrepantes siempre están en descarada minoría y son utilizados como sacos de boxeo.
Pero es curioso que les ha indignado la posición de la Junta Electoral Provincial (JEP), que les ha prohibió a los informativos de TV3 y a los de Cataluña Radio utilizar expresiones como "presos políticos", "exilio" o "juicio a la represión" hasta que finalice el período electoral. Para la JEP son expresiones claramente identificables con el mensaje electoral de determinadas opciones políticas, pero para los independentistas crea una sensación de indefensión e impotencia. Están ofendidos y piensan articular recursos, como si ellos fuesen las victimas de una represión informativa y de un cercenamiento de la libertad de expresión.
En Cataluña cada día que pasa ocurren más cosas que no son normales, yo creo que ha pasado el tiempo de aplicar el artículo 155 CE, cuyos resultados ya se pueden analizar en las formas e intensidades que se aplicó.
Costará varias generaciones que algunas heridas curen en un porcentaje de la población que no parece reducirse, y eso tiene lógica explicación como fruto que se recoge de un sistema educativo que se sembró hace décadas y de unos medios de comunicación públicos que suministran información manipulada cada minuto, tal y como están haciendo con el juicio y otros acontecimientos relevantes.
Pero algunas de esas heridas se pueden calificar de tumores malignos y enfermedades cronificadas y es posible que no tengan curación, aunque solo sea por aquello de que no todos los problemas tienen solución, y si un problema no tiene solución ya se sabe lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer.
Alguno dirá que veo problemas donde no los hay, pero me niego a creer que la fractura social y las fracturas familiares que constato no se deban calificar de problemas, y de problemas graves que no son ni normales ni ficticios, sino intrínsecamente malos.
No se nos deberían olvidar nunca los intereses egoístas, espurios , económicos y de ambición que subyacen desde un primer momento lejano en el tiempo, ni a los sinvergüenzas que están por ahí, ahora luchando por minorar o evitar su estancia en una cárcel, aunque ésta tenga la puerta de la celda abierta, o sea una villa en Waterloo que también pagamos todos con nuestros impuestos, incluido el chofer.
Cabría decir que siempre nos quedará el payaso Torra para poder esbozar una sonrisa cada vez más patética, sino fuese porque la agencia de calificación Fitch nos recuerda que teme una intensificación del conflicto catalán, que las empresas se siguen marchando de Cataluña y que lo que allí ocurre no es normal.