Entre nervios y cobardías
Ya nadie se cree las encuestas. Ni tan siquiera ese sociólogo al que pagamos todos los españoles para que desde el CIS analice la intención del voto o las preocupaciones de la ciudadanía. Pero hay algunas tendencias que se repiten tanto como para producir nervios indisimulados. PP y PODEMOS se desploman. Pueden perder hasta la mitad de su representación en las Cortes. Y tal escenario les lleva a dar voces, en tono alto y claro, sobre asuntos más o menos trascendentes, pero que muestran la poca categoría de sus autores. Los populares cada vez que hablan, sube el pan. Iglesias y Montero, buscan entre las cloacas del Estado a los culpables de sus males.
Mientras, el PSOE se convence y nos convence de ser partido para gobernar. Sánchez ha pasado desde aquellas jornadas en Ferraz que concluyeron con su marcha por el desierto, a ser la esperanza del socialismo triunfante. Será su partido, con sus escaños, quien escogerá modos, fórmulas y alianzas para gobernar España. Se nota un cambio hacia la serenidad del que se sabe ganador. Hasta ha dicho alto y claro que no permitirá veleidades nacionalistas-independentistas. Eso está relacionado con unas encuestas que, de cumplirse, pueden hasta permitirle gobernar en solitario, con apoyos parlamentarios coyunturales. Y algo perverso. Nunca alguien desde los mandos de la televisión había hecho tanto por dividir el voto del centro derecha. Ahí tenemos, día tras día, informativo tras informativo, la campaña que mejor conviene a los intereses de VOX. Y es que el voto de VOX, además de ser el derecho a votar de los encorajinados, es un voto que se escapa de aquella mayoría "brutal" para Rajoy.
Por eso los portavoces del nuevo PP meten la pata. Unos hablando de nacidos o no nacidos, otros con un discurso tan desagradable como su autor, sobre las pensiones. Y para rematarlo, el líder de la sonrisa eterna nos sorprende con su intención de bajar el salario mínimo interprofesional. Pero hay algo que no le puedo perdonar, más allá de los nervios de quien deberá gestionar al día siguiente de la cita con las urnas, sus resultados. Lo de las manos manchadas de sangre es un insulto, una falta imperdonable para con los socialistas vascos, que sumaron amenazas, atentados, muertes y resistencia, frente al terrorismo de ETA. Con discursos de esta naturaleza no se ganan votos, no se hacen amigos, no se respeta a los que nos jugamos la vida en aquella Euskadi del plomo y las páginas de los sucesos. No me extraña que las encuestas sean tan nefastas para con el PP vasco, que podría hasta no lograr escaños en Álava. Al PP sólo les falta volver a desempolvar aquel discurso monotema de Mayor Oreja. Claro que para tal escenario necesitarían a ETA...
Y ahora vamos con la cobardía. No sólo la que puso desafiante en la tribuna Aznar, al referirse a VOX. Sin duda Aznar está encorsetado en el siglo XX. No le hemos visto preocuparse y ocuparse desde su Fundación para producir ideas, nada sobre los cambios tecnológicos que amenazan con destruir más empleo. Como tampoco ha dicho nada sobre los cambios necesarios en el Derecho Constitucional que debe adaptarse al ciudadano del siglo XXI. O cómo llamar a las urnas con el voto conservador a esa juventud que nació en el año 2000, y por tanto, no ha vivido ciertos escenarios en los que todavía se "baña" la derecha del PP.
Cobardía la de Puigdemont. No sólo salió pitando de España, dejando al pairo de los tribunales a sus compañeros de aventura, es que ahora, en su exilio dorado de Waterloo, teme que le secuestren. Pero, ¿a quién puede interesarle tal sujeto en una prisión catalana?. ¡Miedo del ex-alcalde de la inmortal Gerona!. ¿Acaso pretende que España, a quien desprecia, le conceda protección contra malhechores?.
Cobardía del inefable "jefazo del glorioso cuerpo de los Mossos", Trapero. Ahora resulta que en sede judicial ha dicho que no sólo nunca desobedeció a la autoridad competente -española, por supuesto- es que estaba dispuesto a detener a los revoltosos, a quienes había advertido sobre la gravedad que supone pasarse por el arco del triunfo los dictámenes del poder judicial del Estado español. Y es que alguien le ha debido contar que en las cárceles se pasa frío, no se puede asistir a las fiestas tradicionales de la Cataluña que baila sardanas y forma castillos. O es que se ha dado cuenta que ha llegado la hora de atender aquel grito de la flota en Trafalgar. ¡Sálvese quien pueda!.
Me juego un patacón a que ambos amigos que hacían paellas en las playas de la Costa Brava, con cremat y guitarras para poner música a los autores de la nova canso, junto a Pilar Rahola y otros románticos independentistas, hoy estarían dispuestos a jurar hasta los principios fundamentales o abrazar a Santiago Abascal en un gesto de patriotismo rayando en el paroxismo. El miedo es libre. El valor se demuestra ante el peligro. No corre más quien empieza más rápido; lo hace quien corre más tiempo.
De todos los que están siendo juzgados, el que más respeto merece es Junqueras. Hombre de fe y prácticas religiosas diarias. Se mantiene como los viejos cristianos de la Roma Imperial, dispuesto al sacrificio. Y la verdad es que al menos las encuestas le premian siendo la opción nacionalista catalana con mayor intención de votos.
¿Y Torra?. Le veo alicaído. Está desojando la margarita. Me voy o me quedo... Y es que a medida que pasan los días y llega la primavera, las campanas anuncian que la justicia será implacable. Además ya nadie, salvo los anarquistas, están por la declaración de la República Catalana. ¿Entonces, para qué seguir en el Palacio de la Generalidad?. Yo le recomendaría unos ejercicio espirituales en la Santa Cueva de Manresa, para impregnarse del espíritu de San Ignacio de Loyola.
Está claro que tras este atracón de urnas y papeletas que nos daremos en esta primavera, ya nada será igual. Es como si una corriente de aire se llevara los restos del pasado siglo XX. Al menos en cuanto a personajes que dirigían la partitocracia, o que hicieron de la política su finca de recreo y riqueza. Al menos que los corruptos se "mueran del miedo". Aunque después de ver la breve estancia en prisión de Oriol Pujol, alguien además de Villarejo, puede estar haciendo jaque-mate al Estado...
Ya nadie se cree las encuestas. Ni tan siquiera ese sociólogo al que pagamos todos los españoles para que desde el CIS analice la intención del voto o las preocupaciones de la ciudadanía. Pero hay algunas tendencias que se repiten tanto como para producir nervios indisimulados. PP y PODEMOS se desploman. Pueden perder hasta la mitad de su representación en las Cortes. Y tal escenario les lleva a dar voces, en tono alto y claro, sobre asuntos más o menos trascendentes, pero que muestran la poca categoría de sus autores. Los populares cada vez que hablan, sube el pan. Iglesias y Montero, buscan entre las cloacas del Estado a los culpables de sus males.
Mientras, el PSOE se convence y nos convence de ser partido para gobernar. Sánchez ha pasado desde aquellas jornadas en Ferraz que concluyeron con su marcha por el desierto, a ser la esperanza del socialismo triunfante. Será su partido, con sus escaños, quien escogerá modos, fórmulas y alianzas para gobernar España. Se nota un cambio hacia la serenidad del que se sabe ganador. Hasta ha dicho alto y claro que no permitirá veleidades nacionalistas-independentistas. Eso está relacionado con unas encuestas que, de cumplirse, pueden hasta permitirle gobernar en solitario, con apoyos parlamentarios coyunturales. Y algo perverso. Nunca alguien desde los mandos de la televisión había hecho tanto por dividir el voto del centro derecha. Ahí tenemos, día tras día, informativo tras informativo, la campaña que mejor conviene a los intereses de VOX. Y es que el voto de VOX, además de ser el derecho a votar de los encorajinados, es un voto que se escapa de aquella mayoría "brutal" para Rajoy.
Por eso los portavoces del nuevo PP meten la pata. Unos hablando de nacidos o no nacidos, otros con un discurso tan desagradable como su autor, sobre las pensiones. Y para rematarlo, el líder de la sonrisa eterna nos sorprende con su intención de bajar el salario mínimo interprofesional. Pero hay algo que no le puedo perdonar, más allá de los nervios de quien deberá gestionar al día siguiente de la cita con las urnas, sus resultados. Lo de las manos manchadas de sangre es un insulto, una falta imperdonable para con los socialistas vascos, que sumaron amenazas, atentados, muertes y resistencia, frente al terrorismo de ETA. Con discursos de esta naturaleza no se ganan votos, no se hacen amigos, no se respeta a los que nos jugamos la vida en aquella Euskadi del plomo y las páginas de los sucesos. No me extraña que las encuestas sean tan nefastas para con el PP vasco, que podría hasta no lograr escaños en Álava. Al PP sólo les falta volver a desempolvar aquel discurso monotema de Mayor Oreja. Claro que para tal escenario necesitarían a ETA...
Y ahora vamos con la cobardía. No sólo la que puso desafiante en la tribuna Aznar, al referirse a VOX. Sin duda Aznar está encorsetado en el siglo XX. No le hemos visto preocuparse y ocuparse desde su Fundación para producir ideas, nada sobre los cambios tecnológicos que amenazan con destruir más empleo. Como tampoco ha dicho nada sobre los cambios necesarios en el Derecho Constitucional que debe adaptarse al ciudadano del siglo XXI. O cómo llamar a las urnas con el voto conservador a esa juventud que nació en el año 2000, y por tanto, no ha vivido ciertos escenarios en los que todavía se "baña" la derecha del PP.
Cobardía la de Puigdemont. No sólo salió pitando de España, dejando al pairo de los tribunales a sus compañeros de aventura, es que ahora, en su exilio dorado de Waterloo, teme que le secuestren. Pero, ¿a quién puede interesarle tal sujeto en una prisión catalana?. ¡Miedo del ex-alcalde de la inmortal Gerona!. ¿Acaso pretende que España, a quien desprecia, le conceda protección contra malhechores?.
Cobardía del inefable "jefazo del glorioso cuerpo de los Mossos", Trapero. Ahora resulta que en sede judicial ha dicho que no sólo nunca desobedeció a la autoridad competente -española, por supuesto- es que estaba dispuesto a detener a los revoltosos, a quienes había advertido sobre la gravedad que supone pasarse por el arco del triunfo los dictámenes del poder judicial del Estado español. Y es que alguien le ha debido contar que en las cárceles se pasa frío, no se puede asistir a las fiestas tradicionales de la Cataluña que baila sardanas y forma castillos. O es que se ha dado cuenta que ha llegado la hora de atender aquel grito de la flota en Trafalgar. ¡Sálvese quien pueda!.
Me juego un patacón a que ambos amigos que hacían paellas en las playas de la Costa Brava, con cremat y guitarras para poner música a los autores de la nova canso, junto a Pilar Rahola y otros románticos independentistas, hoy estarían dispuestos a jurar hasta los principios fundamentales o abrazar a Santiago Abascal en un gesto de patriotismo rayando en el paroxismo. El miedo es libre. El valor se demuestra ante el peligro. No corre más quien empieza más rápido; lo hace quien corre más tiempo.
De todos los que están siendo juzgados, el que más respeto merece es Junqueras. Hombre de fe y prácticas religiosas diarias. Se mantiene como los viejos cristianos de la Roma Imperial, dispuesto al sacrificio. Y la verdad es que al menos las encuestas le premian siendo la opción nacionalista catalana con mayor intención de votos.
¿Y Torra?. Le veo alicaído. Está desojando la margarita. Me voy o me quedo... Y es que a medida que pasan los días y llega la primavera, las campanas anuncian que la justicia será implacable. Además ya nadie, salvo los anarquistas, están por la declaración de la República Catalana. ¿Entonces, para qué seguir en el Palacio de la Generalidad?. Yo le recomendaría unos ejercicio espirituales en la Santa Cueva de Manresa, para impregnarse del espíritu de San Ignacio de Loyola.
Está claro que tras este atracón de urnas y papeletas que nos daremos en esta primavera, ya nada será igual. Es como si una corriente de aire se llevara los restos del pasado siglo XX. Al menos en cuanto a personajes que dirigían la partitocracia, o que hicieron de la política su finca de recreo y riqueza. Al menos que los corruptos se "mueran del miedo". Aunque después de ver la breve estancia en prisión de Oriol Pujol, alguien además de Villarejo, puede estar haciendo jaque-mate al Estado...