Justicia
Han transcurrido muchos años, demasiados a decir verdad, hasta lograr la detención y puesta a disposición de la justicia de un individuo que personifica la maldad en su grado más extremo.
Los ciudadanos de a pie jamás sabremos lo sucedido entre bambalinas, detrás del telón, durante tanto tiempo; la opinión unánime es que alguien ordenaba que el freno de mano estuviera levantado y el del pedal pisado a fondo, impidiendo que los profesionales, gente sin bajeza, procedieran a su arresto en pro de quién sabe qué espurios propósitos a la espera de tiempos mejores. ¿Mejores, para quién?; la política mandaba permitiendo que el siniestro personaje gozara de la libertad y de la vida negadas a sus víctimas.
Quién no recuerda a las cinco niñas y al adolescente asesinados mientras dormían, amén del resto de víctimas; quién puede olvidar el dolor desgarrador, la impotencia ante un comportamiento tan vil y abyecto. Un sufrimiento de por vida.
El vigor, la firmeza y la constancia de quienes actúan protegiendo a la sociedad han conseguido por fin su propósito de forma que todo bien nacido haya sentido en lo más hondo de su ser un alivio y satisfacción y esbozando una sonrisa hayan musitado: "misión cumplida".
La inmensa mayoría de la sociedad, gente sana y cabal, respira más tranquila exigiendo algo muy simple y sencillo: justicia. Confiemos que no haya atajos ni historias que se repitan y sea impartida de forma contundente. La sed de justicia debe ser saciada.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Han transcurrido muchos años, demasiados a decir verdad, hasta lograr la detención y puesta a disposición de la justicia de un individuo que personifica la maldad en su grado más extremo.
Los ciudadanos de a pie jamás sabremos lo sucedido entre bambalinas, detrás del telón, durante tanto tiempo; la opinión unánime es que alguien ordenaba que el freno de mano estuviera levantado y el del pedal pisado a fondo, impidiendo que los profesionales, gente sin bajeza, procedieran a su arresto en pro de quién sabe qué espurios propósitos a la espera de tiempos mejores. ¿Mejores, para quién?; la política mandaba permitiendo que el siniestro personaje gozara de la libertad y de la vida negadas a sus víctimas.
Quién no recuerda a las cinco niñas y al adolescente asesinados mientras dormían, amén del resto de víctimas; quién puede olvidar el dolor desgarrador, la impotencia ante un comportamiento tan vil y abyecto. Un sufrimiento de por vida.
El vigor, la firmeza y la constancia de quienes actúan protegiendo a la sociedad han conseguido por fin su propósito de forma que todo bien nacido haya sentido en lo más hondo de su ser un alivio y satisfacción y esbozando una sonrisa hayan musitado: "misión cumplida".
La inmensa mayoría de la sociedad, gente sana y cabal, respira más tranquila exigiendo algo muy simple y sencillo: justicia. Confiemos que no haya atajos ni historias que se repitan y sea impartida de forma contundente. La sed de justicia debe ser saciada.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria