Autor del libro “De Navarra a Nafarroa”
Fernando J. Vaquero Oroquieta: "Frente al totalitarismo separatista, en Navarra hace falta un plus de trabajo"
El escritor y analista político Fernando J. Vaquero Oroquieta es, desde hace varias décadas, uno de los más brillantes observadores de la actualidad política y social de Navarra. Funcionario de la Administración del Estado y licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra, Vaquero Oroquieta ha participado muy activamente en entidades culturales como la Fundación Leyre o el Foro El Salvador y acaba de publicar, editado por La Tribuna del País Vasco, el libro De Navarra a Nafarroa. La otra conquista.
¿Cómo ve la situación en Navarra tras las últimas elecciones?; ¿Qué titulares destacaría?
Ante todo, uno: el cuatripartito radical-nacionalista ha sido desalojado del Gobierno Foral, bajando de 26 a 20 escaños.
Y, segundo, nos enfrentamos a una situación política totalmente abierta y apasionante. Pero, en cualquier caso, la clave la tiene el PSN-PSOE, si bien no le han salido las cuentas. Le hubiera gustado un nuevo cuatripartito, liderado en esta ocasión por la socialista María Chivite, junto a Geroa Bai (PNV e independientes), Podemos e Izquierda-Ezkerra. Pero, finalmente, necesitaría el apoyo de EH Bildu, supuesta “línea roja” marcada desde Ferraz.
Veamos qué ha pasado. Las izquierdas, en su conjunto, se redimensionan: Podemos se desploma perdiendo 32.000 votos y 5 de sus 7 escaños en el Parlamento Foral. De éstos, 7.000 votos han ido a los separatistas, Geroa Bai y EH Bildu, lo que no se ha reflejado en escaños, manteniendo los 9 y 8 escaños respectivamente. Los otros 25.0000 votos perdidos por Podemos han recalado en el PSN-PSOE, que ha pasado de 7 a 11 escaños. También retrocede Izquierda-Ezquerra, perdiendo 1 de los 2 escaños previos. ¿Razones de este desplome? Pues, especialmente, a causa de las luchas fratricidas y pueriles de buena parte de sus líderes locales, pero, también la tendencia al voto útil frente al “fascismo que avanza” y un castigo a las imposiciones nacionalistas.
Para el centro-derecha, Navarra Suma ha sido una buena opción táctica, movilizando a su electorado natural (UPN, básicamente, así como un PP residual y Ciudadanos), logrando movilizar unos miles de votos más desde la abstención y 13.000 de VOX.
¿Cree que hay posibilidades de que la comunidad navarra vuelva a tener un Gobierno constitucionalista?
Los números dan perfectamente, y de sobra, para un Gobierno constitucionalista: Navarra Suma y PSOE tienen 30 parlamentarios forales (19 y 11, respectivamente) de un total de 50. Y podrían conformar, además, nuevas mayorías en muchos ayuntamientos navarros, descabalgando a los separatistas. Particularmente, en Pamplona.
Pero en el PSN-PSOE pueden seguir interesados –ya lo hemos visto- en otras fórmulas de conjunción con las demás izquierdas. Seguramente, la decisión última de María Chivite y su equipo estará condicionada por lo que le permitan u orienten desde Madrid. Y ahí Navarra Suma puede jugar un papel relevante: apoyar la investidura de Pedro Sánchez –sin los nacionalistas catalanes- a cambio del Gobierno Foral.
En definitiva: son posibles varios escenarios, también para el constitucionalismo.
En su opinión, ¿a qué se debe la escasa penetración de VOX en Navarra?
A varios factores. En primer lugar, al voto útil movilizado por el miedo a un nuevo cuatripartito separatista. De los 17.000 alcanzados en abril (ciertamente, muy por debajo de la media nacional de entonces), apenas algo más de 4.000 han repetido opción.
En segundo lugar, es un partido muy joven, mal definido ideológicamente (cuestión foral, especialmente), sin trabajo ni propaganda sectoriales.
Por último, carece de líderes conocidos y atractivos; salvo, acaso, Javier Horno. De hecho, la vida de este partido, en los últimos meses, ha estado más determinada por las peleas internas, por un agónico apartamiento de arribistas y por su búsqueda desesperada de candidatos “presentables”. Y todo ello al margen de una afiliación incomunicada y sin cauces aptos para participar o debatir democráticamente.
A VOX, en Navarra, le espera una “travesía por el desierto”: ya se ha demostrado que no basta con “aterrizar” desde Madrid, dar un par de mítines y “pillar poltrona”. No hay soluciones mágicas ni atajos. Por otra parte, a VOX, a nivel nacional, le esperan numerosos retos (dejar de ser una réplica del PP apta para “pijos madrileños” liberales, sin futuro por tanto, a plantearse ser alternativa al modo de los nuevos paradigmas europeos) de cuya resolución dependerá también que VOX sobreviva, aunque sea mínimamente, en Navarra. Y ello, además, al menos durante cuatro años, sin poder real alguno.
Haciendo un juego de palabras con el título de su último libro, la Comunidad Foral, hoy, ¿es más “Navarra” o más “Nafarroa”?
Paradójicamente, pueden afirmarse ambas. Así, los nacionalistas, aunque sean finalmente descabalgados de las principales instituciones, han sumado 7.000 nuevos votos. Y no dejarán, por ello, de trabajar en todos los ámbitos de la vida pública y privada con el entusiasmo que les caracteriza; pues su lucha es siempre a largo plazo. Nafarroa, aunque no en el plano institucional, sigue avanzando…
Y al navarrismo se le abren nuevas posibilidades. Pero si no aprovechan la oportunidad, trabajando también en el mundo de las ideas y afrontando la batalla cultural en la calle, este nuevo tiempo será únicamente un mero 'impasse' en “la otra conquista” en marcha. Y no basta “tocar” poder: hay que ejercerlo sin complejos, con perspectiva estratégica, y sin temor a las seguras respuestas -más o menos contundentes y siempre aparatosas- de los hipermilitantes grupos abertzales.
Por el contrario, ellos, los abertzales, siempre han tenido claro que para triunfar no basta con votar cada cuatro años. Es necesario comprometerse personalmente, organizarse y trabajar sectorialmente a largo plazo. Y eso, en la derecha, pocos lo comprenden y, muchos menos, actúan en consecuencia.
Por todo ello, el futuro sigue totalmente abierto; y será conquistado por quienes se movilicen, y no por observadores pasivos.
Frente al totalitarismo de los separatismos no bastan las soluciones ordinarias: hace falta un plus de trabajo en todos los ámbitos de la vida y la sociedad.
El escritor y analista político Fernando J. Vaquero Oroquieta es, desde hace varias décadas, uno de los más brillantes observadores de la actualidad política y social de Navarra. Funcionario de la Administración del Estado y licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra, Vaquero Oroquieta ha participado muy activamente en entidades culturales como la Fundación Leyre o el Foro El Salvador y acaba de publicar, editado por La Tribuna del País Vasco, el libro De Navarra a Nafarroa. La otra conquista.
¿Cómo ve la situación en Navarra tras las últimas elecciones?; ¿Qué titulares destacaría?
Ante todo, uno: el cuatripartito radical-nacionalista ha sido desalojado del Gobierno Foral, bajando de 26 a 20 escaños.
Y, segundo, nos enfrentamos a una situación política totalmente abierta y apasionante. Pero, en cualquier caso, la clave la tiene el PSN-PSOE, si bien no le han salido las cuentas. Le hubiera gustado un nuevo cuatripartito, liderado en esta ocasión por la socialista María Chivite, junto a Geroa Bai (PNV e independientes), Podemos e Izquierda-Ezkerra. Pero, finalmente, necesitaría el apoyo de EH Bildu, supuesta “línea roja” marcada desde Ferraz.
Veamos qué ha pasado. Las izquierdas, en su conjunto, se redimensionan: Podemos se desploma perdiendo 32.000 votos y 5 de sus 7 escaños en el Parlamento Foral. De éstos, 7.000 votos han ido a los separatistas, Geroa Bai y EH Bildu, lo que no se ha reflejado en escaños, manteniendo los 9 y 8 escaños respectivamente. Los otros 25.0000 votos perdidos por Podemos han recalado en el PSN-PSOE, que ha pasado de 7 a 11 escaños. También retrocede Izquierda-Ezquerra, perdiendo 1 de los 2 escaños previos. ¿Razones de este desplome? Pues, especialmente, a causa de las luchas fratricidas y pueriles de buena parte de sus líderes locales, pero, también la tendencia al voto útil frente al “fascismo que avanza” y un castigo a las imposiciones nacionalistas.
Para el centro-derecha, Navarra Suma ha sido una buena opción táctica, movilizando a su electorado natural (UPN, básicamente, así como un PP residual y Ciudadanos), logrando movilizar unos miles de votos más desde la abstención y 13.000 de VOX.
¿Cree que hay posibilidades de que la comunidad navarra vuelva a tener un Gobierno constitucionalista?
Los números dan perfectamente, y de sobra, para un Gobierno constitucionalista: Navarra Suma y PSOE tienen 30 parlamentarios forales (19 y 11, respectivamente) de un total de 50. Y podrían conformar, además, nuevas mayorías en muchos ayuntamientos navarros, descabalgando a los separatistas. Particularmente, en Pamplona.
Pero en el PSN-PSOE pueden seguir interesados –ya lo hemos visto- en otras fórmulas de conjunción con las demás izquierdas. Seguramente, la decisión última de María Chivite y su equipo estará condicionada por lo que le permitan u orienten desde Madrid. Y ahí Navarra Suma puede jugar un papel relevante: apoyar la investidura de Pedro Sánchez –sin los nacionalistas catalanes- a cambio del Gobierno Foral.
En definitiva: son posibles varios escenarios, también para el constitucionalismo.
En su opinión, ¿a qué se debe la escasa penetración de VOX en Navarra?
A varios factores. En primer lugar, al voto útil movilizado por el miedo a un nuevo cuatripartito separatista. De los 17.000 alcanzados en abril (ciertamente, muy por debajo de la media nacional de entonces), apenas algo más de 4.000 han repetido opción.
En segundo lugar, es un partido muy joven, mal definido ideológicamente (cuestión foral, especialmente), sin trabajo ni propaganda sectoriales.
Por último, carece de líderes conocidos y atractivos; salvo, acaso, Javier Horno. De hecho, la vida de este partido, en los últimos meses, ha estado más determinada por las peleas internas, por un agónico apartamiento de arribistas y por su búsqueda desesperada de candidatos “presentables”. Y todo ello al margen de una afiliación incomunicada y sin cauces aptos para participar o debatir democráticamente.
A VOX, en Navarra, le espera una “travesía por el desierto”: ya se ha demostrado que no basta con “aterrizar” desde Madrid, dar un par de mítines y “pillar poltrona”. No hay soluciones mágicas ni atajos. Por otra parte, a VOX, a nivel nacional, le esperan numerosos retos (dejar de ser una réplica del PP apta para “pijos madrileños” liberales, sin futuro por tanto, a plantearse ser alternativa al modo de los nuevos paradigmas europeos) de cuya resolución dependerá también que VOX sobreviva, aunque sea mínimamente, en Navarra. Y ello, además, al menos durante cuatro años, sin poder real alguno.
Haciendo un juego de palabras con el título de su último libro, la Comunidad Foral, hoy, ¿es más “Navarra” o más “Nafarroa”?
Paradójicamente, pueden afirmarse ambas. Así, los nacionalistas, aunque sean finalmente descabalgados de las principales instituciones, han sumado 7.000 nuevos votos. Y no dejarán, por ello, de trabajar en todos los ámbitos de la vida pública y privada con el entusiasmo que les caracteriza; pues su lucha es siempre a largo plazo. Nafarroa, aunque no en el plano institucional, sigue avanzando…
Y al navarrismo se le abren nuevas posibilidades. Pero si no aprovechan la oportunidad, trabajando también en el mundo de las ideas y afrontando la batalla cultural en la calle, este nuevo tiempo será únicamente un mero 'impasse' en “la otra conquista” en marcha. Y no basta “tocar” poder: hay que ejercerlo sin complejos, con perspectiva estratégica, y sin temor a las seguras respuestas -más o menos contundentes y siempre aparatosas- de los hipermilitantes grupos abertzales.
Por el contrario, ellos, los abertzales, siempre han tenido claro que para triunfar no basta con votar cada cuatro años. Es necesario comprometerse personalmente, organizarse y trabajar sectorialmente a largo plazo. Y eso, en la derecha, pocos lo comprenden y, muchos menos, actúan en consecuencia.
Por todo ello, el futuro sigue totalmente abierto; y será conquistado por quienes se movilicen, y no por observadores pasivos.
Frente al totalitarismo de los separatismos no bastan las soluciones ordinarias: hace falta un plus de trabajo en todos los ámbitos de la vida y la sociedad.