Autor del libro "Perfiles Identitarios", recientemente publicad por La Tribuna del País Vasco Ediciones
Sergio Fernández Riquelme: "Los nuevos partidos de la 'derecha alternativa' crecen más donde sus valores identitarios son mas claros"
El profesor Sergio Fernández Riquelme es actualmente uno de los más brillantes conocedores de las formaciones de la "derecha alternativa" o populistas europeas, que han tenido, en su práctica totalidad, un importante avance en las últimas elecciones continentales. Director de la revista La Razón Histórica y autor del libro Hungría y la defensa de la civilización europea, Fernández Riquelme acaba de publicar bajo el sello de la La Tribuna del País Vasco Ediciones su último ensayo: Perfiles Identitarios.
¿Cómo ve la actual situación del Parlamento europeo, con el importante retroceso sufrido por los dos grandes grupos (el Popular y el Socialdemócrata) que lo han liderado durante las últimas décadas?
Existe una enorme fragmentación del Parlamento, con los restos de la viejos sectores socialdemócratas y liberal-conservadores, los nuevos y emergentes grupos liberales y verdes (especialmente en Alemania) y los dos bloques nacionalistas/soberanistas en crecimiento (el encabezado por Salvini y el liderado por el PiS polaco). División que aumentará con anunciadas disidencias (como las de Hungría del PPE) y que se traducirá en un funcionamiento más complejo y difícil de una institución poco representativa y funcional de los intereses verdaderos de la ciudadanía.
¿Cómo valora el resultado obtenido por los diferentes partidos identitarios o de “derecha alternativa” que han ido surgiendo en los últimos años en la práctica totalidad de los países que conforman la UE?
Han obtenido un resultado importante, llegando a casi todos los países europeos (a excepción de Portugal o Irlanda), con un crecimiento notable, pero desigual. Ha sido más importante donde sus valores identitarios son más claros, donde han sabido responder mejor a las injerencias directas de Bruselas y donde ha conectado mejor con las preocupaciones ciudadanas (Bélgica, Inglaterra, Italia, Francia, Hungría, Polonia, Eslovenia); y más débiles donde han tenido pactos con la antigua democracia-cristiana o no han podido diferenciarse lo suficiente de la misma (Finlandia, Austria, España, Croacia).
Estos partidos conforman un colectivo que alcanza casi el 30% de los parlamentarios europeos, ¿Cómo cree usted que ha de afectar esto a la política que se hace en la UE?; ¿Cree que es una advertencia seria para cambiar el rumbo de ésta?
Debería serlo. Pero al no presentar una amplia "mayoría de bloqueo" por sí sola y tener cada vez menos importancia el Parlamento de Estrasburgo (que muchos denominan como "un cementerio de animales" político), las grandes decisiones seguirán siendo tomadas por la élite de Bruselas y los Consejos de la UE formados por los Estados miembros. Solo podrán influir con un gran frente soberanista de países con gobiernos identitarios, al estilo del Grupo de Visegrado y como pretenden Matteo Salvini o Viktor Orbán (pero cada uno a su manera).
¿Cree usted que los grupos clásicos (el Popular y el Socialdemócrata) tendrán en cuenta este auge?
Lo tienen presente, pero más como amenaza que como oportunidad. Por un lado, los socialistas intentan movilizar al electorado con el miedo a la llamada "extrema-derecha" (categoría ya superada en términos politológicos e historigráficos), pero útil propagandísticamente para sobrevivir ante la competencia de verdes y liberales; por otro lado, los populares buscan mantener sus posiciones copiando parte de su discurso y atrayendo a sus potenciales votantes, o creando alianzas para fagocitar a la parte más pequeña.
En su opinión, ¿por qué los votantes europeos apoyan cada vez más claramente a este tipo de formaciones identitarias?
Pese al miedo y a la propaganda oficial, muchos ciudadanos, tanto de la supuesta izquierda como de la supuesta derecha, tienen miedos, tienen necesidades, tienen dudas y tienen identidades que las elites partitocráticas o no respetan o no saben atender. "Los perdedores de la globalización", les llaman: hombres y mujeres que aman a su país y a sus símbolos, que tienen fe y la defienden, que viven en la periferia y reclaman protagonismo, que sufren los impuestos y el desempleo, que quieren equilibrio entre tradición y modernidad, que tienen miedo de la imigración masiva e ilegal, que son silenciados por lo políticamente correcto. Y que poco a poco, con más o menos impacto, van logrando tener voz y voto pese al poder casi omnímodo de la amplia coalición liberal-progresista en el poder; una coalición, por cierto, cada vez menos diferenciada en sus miembros (con la Grosse Koalition alemana como ejemplo palmario, donde socialistas y conservadores gobiernan al unísono) y menos ligada a los derechos reales de la ciudadanía: a unas calles seguras, a un trabajo decente, a un medioambiente protegido, a un hogar protegido.
El profesor Sergio Fernández Riquelme es actualmente uno de los más brillantes conocedores de las formaciones de la "derecha alternativa" o populistas europeas, que han tenido, en su práctica totalidad, un importante avance en las últimas elecciones continentales. Director de la revista La Razón Histórica y autor del libro Hungría y la defensa de la civilización europea, Fernández Riquelme acaba de publicar bajo el sello de la La Tribuna del País Vasco Ediciones su último ensayo: Perfiles Identitarios.
¿Cómo ve la actual situación del Parlamento europeo, con el importante retroceso sufrido por los dos grandes grupos (el Popular y el Socialdemócrata) que lo han liderado durante las últimas décadas?
Existe una enorme fragmentación del Parlamento, con los restos de la viejos sectores socialdemócratas y liberal-conservadores, los nuevos y emergentes grupos liberales y verdes (especialmente en Alemania) y los dos bloques nacionalistas/soberanistas en crecimiento (el encabezado por Salvini y el liderado por el PiS polaco). División que aumentará con anunciadas disidencias (como las de Hungría del PPE) y que se traducirá en un funcionamiento más complejo y difícil de una institución poco representativa y funcional de los intereses verdaderos de la ciudadanía.
¿Cómo valora el resultado obtenido por los diferentes partidos identitarios o de “derecha alternativa” que han ido surgiendo en los últimos años en la práctica totalidad de los países que conforman la UE?
Han obtenido un resultado importante, llegando a casi todos los países europeos (a excepción de Portugal o Irlanda), con un crecimiento notable, pero desigual. Ha sido más importante donde sus valores identitarios son más claros, donde han sabido responder mejor a las injerencias directas de Bruselas y donde ha conectado mejor con las preocupaciones ciudadanas (Bélgica, Inglaterra, Italia, Francia, Hungría, Polonia, Eslovenia); y más débiles donde han tenido pactos con la antigua democracia-cristiana o no han podido diferenciarse lo suficiente de la misma (Finlandia, Austria, España, Croacia).
Estos partidos conforman un colectivo que alcanza casi el 30% de los parlamentarios europeos, ¿Cómo cree usted que ha de afectar esto a la política que se hace en la UE?; ¿Cree que es una advertencia seria para cambiar el rumbo de ésta?
Debería serlo. Pero al no presentar una amplia "mayoría de bloqueo" por sí sola y tener cada vez menos importancia el Parlamento de Estrasburgo (que muchos denominan como "un cementerio de animales" político), las grandes decisiones seguirán siendo tomadas por la élite de Bruselas y los Consejos de la UE formados por los Estados miembros. Solo podrán influir con un gran frente soberanista de países con gobiernos identitarios, al estilo del Grupo de Visegrado y como pretenden Matteo Salvini o Viktor Orbán (pero cada uno a su manera).
¿Cree usted que los grupos clásicos (el Popular y el Socialdemócrata) tendrán en cuenta este auge?
Lo tienen presente, pero más como amenaza que como oportunidad. Por un lado, los socialistas intentan movilizar al electorado con el miedo a la llamada "extrema-derecha" (categoría ya superada en términos politológicos e historigráficos), pero útil propagandísticamente para sobrevivir ante la competencia de verdes y liberales; por otro lado, los populares buscan mantener sus posiciones copiando parte de su discurso y atrayendo a sus potenciales votantes, o creando alianzas para fagocitar a la parte más pequeña.
En su opinión, ¿por qué los votantes europeos apoyan cada vez más claramente a este tipo de formaciones identitarias?
Pese al miedo y a la propaganda oficial, muchos ciudadanos, tanto de la supuesta izquierda como de la supuesta derecha, tienen miedos, tienen necesidades, tienen dudas y tienen identidades que las elites partitocráticas o no respetan o no saben atender. "Los perdedores de la globalización", les llaman: hombres y mujeres que aman a su país y a sus símbolos, que tienen fe y la defienden, que viven en la periferia y reclaman protagonismo, que sufren los impuestos y el desempleo, que quieren equilibrio entre tradición y modernidad, que tienen miedo de la imigración masiva e ilegal, que son silenciados por lo políticamente correcto. Y que poco a poco, con más o menos impacto, van logrando tener voz y voto pese al poder casi omnímodo de la amplia coalición liberal-progresista en el poder; una coalición, por cierto, cada vez menos diferenciada en sus miembros (con la Grosse Koalition alemana como ejemplo palmario, donde socialistas y conservadores gobiernan al unísono) y menos ligada a los derechos reales de la ciudadanía: a unas calles seguras, a un trabajo decente, a un medioambiente protegido, a un hogar protegido.