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Domingo, 09 de Junio de 2019 Tiempo de lectura:

También lo políticamente correcto es totalitario

[Img #15813]También lo políticamente correcto es totalitario: es necesario rechazar sin vacilación las categorías de "intelectual" y de "pensamiento único", tener el valor de salir al mar, sin estar afligido por la agorafobia, es necesario tener el valor de pensar a contracorriente, sin preocuparse por la opinión pública que nos rodea.

 

En el sentido más general, los intelectuales son hoy los guardianes de lo políticamente correcto que justifica el equilibrio de poder. En palabras de Gramsci, son los "funcionarios de la superestructura". Como recordó Bourdieu, los llamados intelectuales aparecen actualmente como la parte dominante de la clase dominante: al tener que vender su capital cultural a la clase dominante, sólo pueden empaquetarlo en formas que son siempre orgánicas para la propia clase que ejerce el dominio. Y para que el capital cultural de los intelectuales pueda ser adquirido por los gobernantes, siempre deben reconfirmar el orden de las cosas, apoyando el espíritu del tiempo y su equilibrio de poder. En otras palabras, debe estructurarse en forma de un orden de discurso que ya metaboliza el poder y sus dictados.

 

El conjunto de mensajes conceptualmente más o menos coherentes que apoyan y confirman el espíritu de la época y al que deben adherirse los intelectuales para seguir vendiendo su "capital cultural" a los dominantes se denomina lo políticamente correcto. Cualquier cosa se puede decir, tal vez incluso criticando con rigor el poder, siempre que el orden de lo políticamente correcto sea asimilado capilarmente, sin cruzar nunca las fronteras. La crítica en sí misma, en todas sus actuaciones, está hoy totalmente impregnada por ella: adopta la forma de "crítica conservadora", que apunta al poder con el único objetivo de reconfirmarlo detrás del aparente cuestionamiento. Prueba de ello es que los llamados "pensadores críticos", que saturan las portadas de los periódicos, se toman muy en serio la técnica y sus horrores y, al mismo tiempo, niegan la posibilidad de alternativas al, por otra parte deplorable, orden capitalista del mundo, convenciendo a nuestras mentes de facto de la inevitabilidad de la aún injusta configuración de lo existente.

 

"No tendrás otra sociedad que ésta" es el mandamiento principal de una crítica preñada de ideología, totalmente colonizada por el poder. La crítica, por muy radical que sea, en la medida en que acepta los dictados de lo "políticamente correcto" y su fijación de lo que puede y no puede decirse, siempre se mueve en el espacio preordenado por el poder y, por esa misma razón, es inevitablemente ineficaz. El lugar privilegiado de reproducción del perfil del intelectual subyugado al código de lo políticamente correcto coincide hoy con el espacio manipulado de los periódicos, pero también con el recinto cerrado de las universidades.

 

En su conjunto, y al margen de las preciosas excepciones, el conocimiento universitario constituye el lugar de la organización cultural de lo políticamente correcto. Por esta razón, el código del totalitarismo en el campo historiográfico, la imposición del uso de la lengua inglesa, la glorificación del desencanto con el ostracismo anexo a toda pasión utópica, prevalecen entre el clero académico de hoy; pero también la deslegitimación del Estado-nación, presentándolo como episodio del pasado o, alternativamente, como comunidad imaginaria y estructuralmente peligrosa, la idiosincrasia organizada contra el pensamiento dialéctico y la historicidad, la promoción en el estilo publicitario de los realismos, la apología compulsiva del relativismo y el nihilismo, así como la ridiculización de toda verdad.

 

En la medida en que la categoría de "intelectual" alude hoy a un grupo social cuya función se resume en el uso de la cultura para mantener el orden de las cosas, debe ser rechazada sin concesiones. Hay que rechazar sin vacilación la categoría de "intelectual" y, con ella, la de "pensamiento único": en cambio, hay que tener el valor de salir al mar, sin agobiarse por la agorafobia; hay que tener el valor de pensar a contracorriente, sin preocuparse por la opinión pública que nos rodea.

 

https://www.fanpage.it/anche-il-politicamente-corretto-e-totalitario/

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