Navarra
¿Qué más da?
Y digo yo, ¿qué más da? ¿No es cuestión de tiempo el que Navarra llegue a formar parte de la Comunidad Autónoma Vasca? ¿Alguien piensa que ha sido casual que Barcos y Asiron lleguen al poder?
La trayectoria que ha seguido Navarra con los gobiernos anteriores es la que nos ha traído hasta donde estamos. Claro está, con la connivencia de los gobiernos del Estado. La clave, ellos lo saben muy bien, son los medios de comunicación, la educación y el idioma, siempre el idioma. No hay más que ver el reflejo en Cataluña. Sin que nos demos cuenta, haciendo uso de la transitoria cuarta, harán un referéndum y los navarros y navarras -como acostumbran a llamarnos- votaremos a favor de diluirnos entre los nacionalistas vascos.
Introducir el idioma llamado euskera, obligar poco a poco a que se hable, subvencionar toda iniciativa conducente a promocionarlo, animará a los padres a que sus hijos aprendan un idioma que solo se impulsa con intencionalidad política y que prácticamente no se habla en Navarra (de momento). Lo cultural, aun existiendo, es solo una excusa. En los colegios inyectarán ideología nacionalista vasca, y los padres lo verán bien porque irá envuelta de progresismo, tolerancia, libertad sexual y anticlericalismo religioso. Así se forman ciudadanos como los que han votado a Barcos y Asiron. Los medios de comunicación moverán el guiso para que no se pegue el arroz y todo resulte sabroso, que nadie sospeche la indigestión al momento de engullirlo.
Los navarros y navarras -como insisten en llamarnos- que aludan a la historia del viejo reino serán tachados de fascistas, retrógrados de la derechona conservadora que se niega a mirar hacia el futuro. Y, a decir verdad, en el fondo, ¿qué más da la historia? ¿Acaso la historia no la hacemos los humanos? Pues ahora la cambiamos y ya está. Lo importante es que no nos matemos entre nosotros, que la mayoría vivamos bien. Que las oligarquías sigan ganando mucho dinero y manteniendo el poder. Y que la burguesía acomodada pueda mantener sus chalecitos, su casona en el pueblo, su Audi y/o su Mercedes. La nobleza española, ávida de poder y riquezas, ya no es aquella que ostentaba títulos nobiliarios.
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Y digo yo, ¿qué más da? ¿No es cuestión de tiempo el que Navarra llegue a formar parte de la Comunidad Autónoma Vasca? ¿Alguien piensa que ha sido casual que Barcos y Asiron lleguen al poder?
La trayectoria que ha seguido Navarra con los gobiernos anteriores es la que nos ha traído hasta donde estamos. Claro está, con la connivencia de los gobiernos del Estado. La clave, ellos lo saben muy bien, son los medios de comunicación, la educación y el idioma, siempre el idioma. No hay más que ver el reflejo en Cataluña. Sin que nos demos cuenta, haciendo uso de la transitoria cuarta, harán un referéndum y los navarros y navarras -como acostumbran a llamarnos- votaremos a favor de diluirnos entre los nacionalistas vascos.
Introducir el idioma llamado euskera, obligar poco a poco a que se hable, subvencionar toda iniciativa conducente a promocionarlo, animará a los padres a que sus hijos aprendan un idioma que solo se impulsa con intencionalidad política y que prácticamente no se habla en Navarra (de momento). Lo cultural, aun existiendo, es solo una excusa. En los colegios inyectarán ideología nacionalista vasca, y los padres lo verán bien porque irá envuelta de progresismo, tolerancia, libertad sexual y anticlericalismo religioso. Así se forman ciudadanos como los que han votado a Barcos y Asiron. Los medios de comunicación moverán el guiso para que no se pegue el arroz y todo resulte sabroso, que nadie sospeche la indigestión al momento de engullirlo.
Los navarros y navarras -como insisten en llamarnos- que aludan a la historia del viejo reino serán tachados de fascistas, retrógrados de la derechona conservadora que se niega a mirar hacia el futuro. Y, a decir verdad, en el fondo, ¿qué más da la historia? ¿Acaso la historia no la hacemos los humanos? Pues ahora la cambiamos y ya está. Lo importante es que no nos matemos entre nosotros, que la mayoría vivamos bien. Que las oligarquías sigan ganando mucho dinero y manteniendo el poder. Y que la burguesía acomodada pueda mantener sus chalecitos, su casona en el pueblo, su Audi y/o su Mercedes. La nobleza española, ávida de poder y riquezas, ya no es aquella que ostentaba títulos nobiliarios.
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