Pedro: de empecinado a emperador
Ya lo hemos comprobado varias veces. Resistir es vencer. La política da tantas vueltas que, como en la lucha libre, en cualquier momento el contendiente que está arriba puede pasar a estar debajo.
Cuando pase una década, alguien con serenidad, analizando los tiempos actuales, tendrá material para afirmar que se han superado todas las tipologías conocidas del político como espécimen sociológico.
Me ha sorprendido la comparecencia de Rajoy. Quien tanto se quejó de los dicterios que llegaban desde la FAES por el ex presidente Aznar, ha vuelto a reaparecer, dando dicterios sobre la necesidad que tiene España de un Gobierno estable para cuatro años, y que tal situación sólo se logra con un acuerdo entre PSOE y Cs. Lo dice quien ha sido causa del caos. Lo afirma quien todavía no ha sido capaz de explicar qué pasó el día de la moción de censura. Lo señala quien dejó a su partido sumido en el naufragio.
Me ha sorprendido la deriva de Rivera. Ni los más cercanos pueden saber qué rumbo lleva. Recordemos que firmó un acuerdo con Sánchez por el bien de España, que en aquel momento consistía en practicar una operación de limpieza. Para tal higiénico proceder, solicitó la colaboración de Podemos. Entonces, había en su cuaderno de bitácora, la posibilidad de un gobierno apoyado en PSOE-Cs-Podemos. Ahora además de poner cordón sanitario a los socialistas, con los que gobernó en Andalucía, forma parte, con toda suerte de triquiñuelas para evitar fotos como la de la Plaza de Colón en Madrid, de una alianza VOX-PP-Cs. Es más. No soy capaz de situar ideológicamente a Cs. Como tampoco comprendo qué beneficios ha obtenido en su colaboración para darle las migajas del poder al PP de Casado.
Me ha sorprendido la soberbia de Pablo Iglesias. No ha reconocido sus errores, pues lo único que ha dicho es: las broncas se pagan; la sopa de siglas va contra la identidad publicitaria de la marca; la culpa la tienen los medios de comunicación que están al servicio de los poderes fácticos; España necesita que Iglesias y Montero sean ministros. Espero que evite unas nuevas elecciones, aunque sólo sea por el segundo batacazo de su formación, esta vez desaparecería del mapa, no les votaría ni la familia.
Pero la sorpresa máxima me viene por la historia de Pedro Sánchez. Pasará a los anales de la política, superando a la etapa de Felipe y Alfonso. Desde aquella bochornosa reunión de varones en la sede de Ferraz, dónde lo echaron a gorrazos, hasta la imagen de la peregrinación sin acta de Diputado por España, comenzando en el sur, territorio de la persona que le había dedicado las palabras más crueles, hasta cada victoria personal que le han hecho pasar de empecinado a emperador.
Y es que no hay alternativa. O Sánchez o Sánchez. Cuanto peor, mejor para su persona, que va creciendo y terminará por convertirse en uno de los mitos del socialismo español. Todas las combinaciones le valen para ser Presidente. Todos llaman a su puerta para pedirle alguna dádiva. Toda España ha cambiado de color. Hemos pasado del azul al rojo casi sin enterarnos de la habilidad con la que el ex jugador del Estudiantes ha movido las piezas del ajedrez.
Pero hay algo que en medio de la vorágine puede haber pasado inadvertido. Ha hecho una limpia de personas y de partidos emergentes. ¿Alguien se acuerda de aquellos que le insultaron?. ¿Alguien se acuerda de los tiempos en que llegamos a dudar si se había terminado el bipartidismo con la llegada de los nuevos partidos? ¿Alguien sabe a estas alturas quién era casta y estaban preparados para conquistar los cielos en un nuevo amanecer sin el viejo socialismo?.
Tengo motivos para señalar a Sánchez como el personaje que hizo posible lo imposible, que sabe hacer de la necesidad virtud, que gobernará utilizando todo lo que sea preciso, que jugará con las necesidades de sus contrincantes para afianzarse en el poder y que aplicará aquel viejo lema de "Roma no paga traidores".
A Iglesias le espera la guillotina. Como en la Revolución Francesa, los primeros serán superados y ejecutados por los siguientes. No tocará poder. Cuanto más insiste, más descubre sus debilidades y contradicciones.
A Casado le están preparando la venganza de los perdedores. Esas reuniones en torno a Soraya son noticia que reaparecerá con el otoño. Además le toca sufrir. Tiene que hacer un ERE para poder pagar la nómina de una estructura propia de aquel imperio que se ha ido al garete. Todavía no se ha juzgado, en el seno de la derecha, la pérdida de todas o casi todas las colonias. Apunto que Alfonso Alonso será el primer paladín para la revuelta en la que irán cayendo todos los leales al nuevo régimen de la sonrisa, que dicho sea de paso, nada han aportado al PP.
A Rivera le surgirán voces disonantes. Se fijarán en Arrimadas. Pero su momento crítico llegará en Galicia. No olvidemos que el año próximo son las elecciones en tal comunidad. Y esta vez, el escenario de la "esquina verde" puede ser el último bastión por mantener o conquistar, pero lo que es seguro, será el Waterloo de varios Napoleones.
En cuanto al proceso de Cataluña, visto lo visto, Sánchez se sacará algún conejo de la chistera, que sorprenderá a todos los espectadores y, sobre todo, a los protagonistas. Siempre sobre la teoría de la prestidigitación, en la que se confunden deseos con realidad e ilusiones ópticas con habilidad manual.
Ya lo hemos comprobado varias veces. Resistir es vencer. La política da tantas vueltas que, como en la lucha libre, en cualquier momento el contendiente que está arriba puede pasar a estar debajo.
Cuando pase una década, alguien con serenidad, analizando los tiempos actuales, tendrá material para afirmar que se han superado todas las tipologías conocidas del político como espécimen sociológico.
Me ha sorprendido la comparecencia de Rajoy. Quien tanto se quejó de los dicterios que llegaban desde la FAES por el ex presidente Aznar, ha vuelto a reaparecer, dando dicterios sobre la necesidad que tiene España de un Gobierno estable para cuatro años, y que tal situación sólo se logra con un acuerdo entre PSOE y Cs. Lo dice quien ha sido causa del caos. Lo afirma quien todavía no ha sido capaz de explicar qué pasó el día de la moción de censura. Lo señala quien dejó a su partido sumido en el naufragio.
Me ha sorprendido la deriva de Rivera. Ni los más cercanos pueden saber qué rumbo lleva. Recordemos que firmó un acuerdo con Sánchez por el bien de España, que en aquel momento consistía en practicar una operación de limpieza. Para tal higiénico proceder, solicitó la colaboración de Podemos. Entonces, había en su cuaderno de bitácora, la posibilidad de un gobierno apoyado en PSOE-Cs-Podemos. Ahora además de poner cordón sanitario a los socialistas, con los que gobernó en Andalucía, forma parte, con toda suerte de triquiñuelas para evitar fotos como la de la Plaza de Colón en Madrid, de una alianza VOX-PP-Cs. Es más. No soy capaz de situar ideológicamente a Cs. Como tampoco comprendo qué beneficios ha obtenido en su colaboración para darle las migajas del poder al PP de Casado.
Me ha sorprendido la soberbia de Pablo Iglesias. No ha reconocido sus errores, pues lo único que ha dicho es: las broncas se pagan; la sopa de siglas va contra la identidad publicitaria de la marca; la culpa la tienen los medios de comunicación que están al servicio de los poderes fácticos; España necesita que Iglesias y Montero sean ministros. Espero que evite unas nuevas elecciones, aunque sólo sea por el segundo batacazo de su formación, esta vez desaparecería del mapa, no les votaría ni la familia.
Pero la sorpresa máxima me viene por la historia de Pedro Sánchez. Pasará a los anales de la política, superando a la etapa de Felipe y Alfonso. Desde aquella bochornosa reunión de varones en la sede de Ferraz, dónde lo echaron a gorrazos, hasta la imagen de la peregrinación sin acta de Diputado por España, comenzando en el sur, territorio de la persona que le había dedicado las palabras más crueles, hasta cada victoria personal que le han hecho pasar de empecinado a emperador.
Y es que no hay alternativa. O Sánchez o Sánchez. Cuanto peor, mejor para su persona, que va creciendo y terminará por convertirse en uno de los mitos del socialismo español. Todas las combinaciones le valen para ser Presidente. Todos llaman a su puerta para pedirle alguna dádiva. Toda España ha cambiado de color. Hemos pasado del azul al rojo casi sin enterarnos de la habilidad con la que el ex jugador del Estudiantes ha movido las piezas del ajedrez.
Pero hay algo que en medio de la vorágine puede haber pasado inadvertido. Ha hecho una limpia de personas y de partidos emergentes. ¿Alguien se acuerda de aquellos que le insultaron?. ¿Alguien se acuerda de los tiempos en que llegamos a dudar si se había terminado el bipartidismo con la llegada de los nuevos partidos? ¿Alguien sabe a estas alturas quién era casta y estaban preparados para conquistar los cielos en un nuevo amanecer sin el viejo socialismo?.
Tengo motivos para señalar a Sánchez como el personaje que hizo posible lo imposible, que sabe hacer de la necesidad virtud, que gobernará utilizando todo lo que sea preciso, que jugará con las necesidades de sus contrincantes para afianzarse en el poder y que aplicará aquel viejo lema de "Roma no paga traidores".
A Iglesias le espera la guillotina. Como en la Revolución Francesa, los primeros serán superados y ejecutados por los siguientes. No tocará poder. Cuanto más insiste, más descubre sus debilidades y contradicciones.
A Casado le están preparando la venganza de los perdedores. Esas reuniones en torno a Soraya son noticia que reaparecerá con el otoño. Además le toca sufrir. Tiene que hacer un ERE para poder pagar la nómina de una estructura propia de aquel imperio que se ha ido al garete. Todavía no se ha juzgado, en el seno de la derecha, la pérdida de todas o casi todas las colonias. Apunto que Alfonso Alonso será el primer paladín para la revuelta en la que irán cayendo todos los leales al nuevo régimen de la sonrisa, que dicho sea de paso, nada han aportado al PP.
A Rivera le surgirán voces disonantes. Se fijarán en Arrimadas. Pero su momento crítico llegará en Galicia. No olvidemos que el año próximo son las elecciones en tal comunidad. Y esta vez, el escenario de la "esquina verde" puede ser el último bastión por mantener o conquistar, pero lo que es seguro, será el Waterloo de varios Napoleones.
En cuanto al proceso de Cataluña, visto lo visto, Sánchez se sacará algún conejo de la chistera, que sorprenderá a todos los espectadores y, sobre todo, a los protagonistas. Siempre sobre la teoría de la prestidigitación, en la que se confunden deseos con realidad e ilusiones ópticas con habilidad manual.