Torturadores y torturados
El debate de la tortura está en plena efervescencia y como fruto de ello el Parlamento Vasco ha decidido que cada 26 de junio se recuerde a quienes la padecieron.
Debemos reconocer que durante medio siglo ha existido una organización que torturaba a toda la sociedad hasta la saciedad; los torturadores decidían quién, cómo y cuándo sus víctimas debían abandonar el mundo de los vivos.
La libertad en su más mínima expresión quedaba cercenada, todo supeditado al arbitrio del "Gran Torturador" quien de forma totalitaria vigilaba todo y a todos ejerciendo en sus peculiares "juicios" de acusación particular, fiscal, juez y sayón.
Gente de bien asesinada, herida, desplazada, arruinada, boicoteada, ninguneada; leprosos y apestados sociales obligados a no relacionarse con nadie fuera de su ámbito, muertos vivientes, condenados a vivir en sus lazaretos, señalados con el dedo, obligados a llevar siempre el sambenito y la coroza so pena de acabar en la hoguera; una sociedad esclavizada al silencio y a la paz de los camposantos. Una sociedad torturada.
Miles y miles de casos avalados por sentencia judicial, no meras denuncias indemostrables salvo una muy exigua y testimonial minoría cuyos perpetradores fueron condenados, y con razón.
El torturador ya no puede ejercer y la sociedad una vez rotos sus grilletes y mordazas, vive, disfruta, crea riqueza, ejerce de anfitriona porque ha dejado de ser torturada.
Una gran idea institucionalizar el 26 de junio, gracias a su promotora, como día contra la tortura que nos haga recordar ese aciago medio siglo subyugados por una cuadrilla de vesánicos, de "dráculas" para quienes la tortura era su modus vivendi y la sangre su bebida predilecta, su pócima milagrosa.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
El debate de la tortura está en plena efervescencia y como fruto de ello el Parlamento Vasco ha decidido que cada 26 de junio se recuerde a quienes la padecieron.
Debemos reconocer que durante medio siglo ha existido una organización que torturaba a toda la sociedad hasta la saciedad; los torturadores decidían quién, cómo y cuándo sus víctimas debían abandonar el mundo de los vivos.
La libertad en su más mínima expresión quedaba cercenada, todo supeditado al arbitrio del "Gran Torturador" quien de forma totalitaria vigilaba todo y a todos ejerciendo en sus peculiares "juicios" de acusación particular, fiscal, juez y sayón.
Gente de bien asesinada, herida, desplazada, arruinada, boicoteada, ninguneada; leprosos y apestados sociales obligados a no relacionarse con nadie fuera de su ámbito, muertos vivientes, condenados a vivir en sus lazaretos, señalados con el dedo, obligados a llevar siempre el sambenito y la coroza so pena de acabar en la hoguera; una sociedad esclavizada al silencio y a la paz de los camposantos. Una sociedad torturada.
Miles y miles de casos avalados por sentencia judicial, no meras denuncias indemostrables salvo una muy exigua y testimonial minoría cuyos perpetradores fueron condenados, y con razón.
El torturador ya no puede ejercer y la sociedad una vez rotos sus grilletes y mordazas, vive, disfruta, crea riqueza, ejerce de anfitriona porque ha dejado de ser torturada.
Una gran idea institucionalizar el 26 de junio, gracias a su promotora, como día contra la tortura que nos haga recordar ese aciago medio siglo subyugados por una cuadrilla de vesánicos, de "dráculas" para quienes la tortura era su modus vivendi y la sangre su bebida predilecta, su pócima milagrosa.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria