Estudio
Carlos Echeverría Jesús: "Los terroristas islamistas que regresan de Siria e Irak representan un enorme desafío de seguridad para Europa”
“España es el país de la Unión Europea en el que más personas han sido arrestadas en la última década acusadas de implicación con el terrorismo yihadista: más de 690 detenidos entre marzo de 2004 y la primavera de 201. Aunque no es uno de los países líderes en cuanto al envío de emigrados hacia las tierras del embrión califal, sobre todo en comparación con Francia o con Bélgica, sí es importante destacar el semillero existente en suelo español, alimentado fundamentalmente por la interrelación de sus miembros con las vecindades francesa, en el norte, y marroquí, en el sur. En cualquier caso, el temido regreso al Magreb de alrededor de 7.000 emigrados a Siria e Irak —en particular a Túnez y Marruecos, pero sin olvidar a Argelia así como a los radicales siempre presentes en el cada vez más convulso escenario libio—, sumado a aquellos que regresen a territorio europeo, plantea un enorme desafío de seguridad para Europa y el Magreb. Especialmente teniendo en cuenta la fluida interrelación entre las fronteras norte y sur del Mediterráneo Occidental”. Esta es una de las principales conclusiones del estudio La amenaza de los retornados del Estado Islámico: una preocupación para España y para la Unión Europea, realizado por Carlos Echeverría Jesús, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED.
El estudio constata que los últimos estertores del embrión califal del Estado islámico (EI), justo cuando se cumplen cinco años de su proclamación por Abu Bakr al Baghdadi en la Gran Mezquita de Mosul el 29 de junio de 2014, han causado alegría por doquier, por lo que tiene de eliminación de la amenaza de consolidación de un asentamiento territorial del grupo terrorista por limitado que éste pudiera ser. “Pero dicha alegría no puede ocultar la honda preocupación que la eliminación del embrión califal implica en cuanto a desmovilización de sus habitantes, sean terroristas del EI —los denominados desde el otoño de 2014 “combatientes terroristas extranjeros”, de los que un número importante ha muerto en combate en estos años— o familiares de éstos que los habían acompañado a consolidar la territorialización propuesta y durante años sostenida por el califa del EI, Abu Bakr al Baghdadi”.
Hay que recordar que en su momento de mayor esplendor, el embrión califal llegó a acoger a unos 30.000 combatientes en apoyo a su proyecto, 5.000 de los cuales procedían de de Estados miembros de la Unión Europea (UE). “Las cifras no dejan además lugar a dudas pues, más allá de todas las personas conectadas a tan abyecto proyecto que en todos estos años se han movido entre la zona de conflicto y diversos países —de entre los que a nosotros nos interesan particularmente, aparte de España, los demás miembros de la UE pero también algunos países del Magreb—, tenemos cifras insoportables de muchas personas que pueden acabar volviendo a casa desde los centros de detención en Siria e Irak en los que, evidentemente, no van a permanecer por mucho tiempo”.
En relación estricta con España, el profesor Echeverría Jesús explica que “los posibles retornados de los que llevamos tiempo hablando formarán parte del grupo tanto de nacionales como de binacionales y/o extranjeros residentes en nuestro país estimado por el Ministerio del Interior —en enero de este año la cifra hecha pública era de 237 personas identificadas— descontando, por supuesto, quienes hayan muerto en unos escenarios tan convulsos como siguen siendo los territorios de Siria e Irak”.
Según se recoge en esta investigación, el dato no es preocupante desde un punto de vista cuantitativo en comparación con otros Estados miembros de la UE, “pero sí debe considerarse preocupante desde un punto de vista cualitativo, dado el perfil de dichas personas, y conviene además destacar que, desde que entre 2014 se empezaron a transmitir datos de emigrados a estas zonas de conflicto, los 237 identificados de ahora suponen el doble de los 133 que se contaron entonces”.
“Además, y más allá de las cifras aportadas en este análisis”, explica el profesor Echeverría, “el desafío tiene varias aristas que deben ser abordadas con detenimiento. Por un lado, el impacto que el regreso de estos combatientes extranjeros va a tener por los posibles atentados que puedan cometer estas personas, de profunda motivación y carga ideológica, pero también por la influencia que dichos hombres y mujeres que ya han entrado o van a entrar en prisión en los próximos tiempos puedan ejercer en el siempre vulnerable entorno carcelario. A todo esto, por último, hay que sumar la complejidad que supone gestionar el futuro de los numerosos menores procedentes del embrión califal que también están llegando o podrían llegar en el futuro inmediato a España y los países de nuestro entorno más cercano”.
“España es el país de la Unión Europea en el que más personas han sido arrestadas en la última década acusadas de implicación con el terrorismo yihadista: más de 690 detenidos entre marzo de 2004 y la primavera de 201. Aunque no es uno de los países líderes en cuanto al envío de emigrados hacia las tierras del embrión califal, sobre todo en comparación con Francia o con Bélgica, sí es importante destacar el semillero existente en suelo español, alimentado fundamentalmente por la interrelación de sus miembros con las vecindades francesa, en el norte, y marroquí, en el sur. En cualquier caso, el temido regreso al Magreb de alrededor de 7.000 emigrados a Siria e Irak —en particular a Túnez y Marruecos, pero sin olvidar a Argelia así como a los radicales siempre presentes en el cada vez más convulso escenario libio—, sumado a aquellos que regresen a territorio europeo, plantea un enorme desafío de seguridad para Europa y el Magreb. Especialmente teniendo en cuenta la fluida interrelación entre las fronteras norte y sur del Mediterráneo Occidental”. Esta es una de las principales conclusiones del estudio La amenaza de los retornados del Estado Islámico: una preocupación para España y para la Unión Europea, realizado por Carlos Echeverría Jesús, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED.
El estudio constata que los últimos estertores del embrión califal del Estado islámico (EI), justo cuando se cumplen cinco años de su proclamación por Abu Bakr al Baghdadi en la Gran Mezquita de Mosul el 29 de junio de 2014, han causado alegría por doquier, por lo que tiene de eliminación de la amenaza de consolidación de un asentamiento territorial del grupo terrorista por limitado que éste pudiera ser. “Pero dicha alegría no puede ocultar la honda preocupación que la eliminación del embrión califal implica en cuanto a desmovilización de sus habitantes, sean terroristas del EI —los denominados desde el otoño de 2014 “combatientes terroristas extranjeros”, de los que un número importante ha muerto en combate en estos años— o familiares de éstos que los habían acompañado a consolidar la territorialización propuesta y durante años sostenida por el califa del EI, Abu Bakr al Baghdadi”.
Hay que recordar que en su momento de mayor esplendor, el embrión califal llegó a acoger a unos 30.000 combatientes en apoyo a su proyecto, 5.000 de los cuales procedían de de Estados miembros de la Unión Europea (UE). “Las cifras no dejan además lugar a dudas pues, más allá de todas las personas conectadas a tan abyecto proyecto que en todos estos años se han movido entre la zona de conflicto y diversos países —de entre los que a nosotros nos interesan particularmente, aparte de España, los demás miembros de la UE pero también algunos países del Magreb—, tenemos cifras insoportables de muchas personas que pueden acabar volviendo a casa desde los centros de detención en Siria e Irak en los que, evidentemente, no van a permanecer por mucho tiempo”.
En relación estricta con España, el profesor Echeverría Jesús explica que “los posibles retornados de los que llevamos tiempo hablando formarán parte del grupo tanto de nacionales como de binacionales y/o extranjeros residentes en nuestro país estimado por el Ministerio del Interior —en enero de este año la cifra hecha pública era de 237 personas identificadas— descontando, por supuesto, quienes hayan muerto en unos escenarios tan convulsos como siguen siendo los territorios de Siria e Irak”.
Según se recoge en esta investigación, el dato no es preocupante desde un punto de vista cuantitativo en comparación con otros Estados miembros de la UE, “pero sí debe considerarse preocupante desde un punto de vista cualitativo, dado el perfil de dichas personas, y conviene además destacar que, desde que entre 2014 se empezaron a transmitir datos de emigrados a estas zonas de conflicto, los 237 identificados de ahora suponen el doble de los 133 que se contaron entonces”.
“Además, y más allá de las cifras aportadas en este análisis”, explica el profesor Echeverría, “el desafío tiene varias aristas que deben ser abordadas con detenimiento. Por un lado, el impacto que el regreso de estos combatientes extranjeros va a tener por los posibles atentados que puedan cometer estas personas, de profunda motivación y carga ideológica, pero también por la influencia que dichos hombres y mujeres que ya han entrado o van a entrar en prisión en los próximos tiempos puedan ejercer en el siempre vulnerable entorno carcelario. A todo esto, por último, hay que sumar la complejidad que supone gestionar el futuro de los numerosos menores procedentes del embrión califal que también están llegando o podrían llegar en el futuro inmediato a España y los países de nuestro entorno más cercano”.




















