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Sábado, 06 de Julio de 2019 Tiempo de lectura:

Menas

No hay peor ciego que quien no quiere ver y hemos de reconocer que los hay también que padecen ceguera porque alguien o algunos no les dejan, no les permiten, no consienten que vean. Son aquellos a quienes se les podría denominar como inductores de las tinieblas o sumos sacerdotes del buenismo.

 

Los hechos son tozudos, contundentes y erre que erre al igual que el sirimiri van calando poco a poco en la sociedad, ahora llamada ciudadanía.

 

Hace falta una pequeña dosis de valentía, incluso de temeridad, para denunciar unos hechos por todos conocidos; resulta loable ayudar, actuar como buenos samaritanos con quienes lo necesitan, pero en puridad debemos exigir que todos aquellos a quienes se les abren nuestras puertas de par en par, brindándoles una gran oportunidad, se comporten como gente de bien, personas de orden que respeten nuestras leyes y normas en aras a una perfecta convivencia entre anfitriones y acogidos.

 

Desgraciadamente vemos que las actitudes incívicas, punibles dentro del colectivo <<menas>> van in crescendo, suceden como si fuesen algo normal y cotidiano como si de fatales accidentes de tráfico se tratasen.

 

La situación todavía no es alarmante pero vamos camino de ello; los diferentes poderes, ejecutivo, legislativo, judicial, con el apoyo del llamado cuarto poder, algo esencial, deben remar en la misma dirección, aunar esfuerzos, tomar juntos la ciaboga para combatir este problema antes que devenga en una lacra que divida y enfrente a la población que al fin y a la postre lo sufre. Converger, no divergir ni caminar en paralelo imposibilitando lograr una solución.

 

La gente de a pie, de la calle, el ciudadano anónimo ansía un remedio; unos lo decimos en voz alta, a los cuatro vientos y los más lo hacen 'sottovoce', pero lo hacen. 

 

Francisco Javier Sáenz Martínez 

FJS. 

Lasarte-Oria 

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