La Tribuna del Director
El hundimiento
La vergüenza de Occidente se llama Unión Europea. El gran territorio que un día pensamos como el corazón de hierro de la gran civilización occidental se ha convertido en un estercolero totalitario, en un paraíso oclocrático regido por un puñado de élites políticas, económicas y mediáticas de corte socialdemócrata que, para que nada cambie, han puesto a su servicio a la chusma neocomunista e izquierdista que tan generosamente han alimentado durante años.
Realmente, no sabemos cuándo comenzó el hundimiento. Pudo ser el 9 de noviembre de 1989, cuando con la caída del Muro de Berlín la izquierda se quedó huérfana de utopías sangrientas y poco después comenzó a fraguar en la megalópolis brasileña de Sao Paulo nuevas líneas de pensamiento totalitario en forma de neofeminismos, de ideología de género, de ecofascismos, de corrección política, de fatuo multiculturalismo o de fanático “altermundialismo”. Pudo ser el 11 de septiembre de 2001, cuando los ataques terroristas contra Nueva York y Washington que provocaron la muerte de más de 3.000 personas se
presentaron como un puñetazo del islamoterrorismo en la mesa global. O pudo ser el 9 de noviembre de 2016, cuando la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, un hombre extremadamente vocinglero, pero orgullosamente identitario, guardián de la tradición, defensor del pensamiento honrosamente conservador y sólido portavoz de esa gran mayoría de ciudadanos silenciosos y triturados a impuestos que por no pertenecer a ninguna minoría son despreciados por los demócratas exquisitos, alertó de lo que estaba ocurriendo y advirtió de que algo nuevo y diferente se estaba fraguando en el corazón de nuestras sociedades. O quizás la fecha del inicio de la infamia sea lo de menos porque lo que sí sabemos a ciencia cierta es que el colapso ha comenzado a producirse en medio de un inmenso caos de ignorancia, fanatismo, irracionalidad y de valores, principios y modelos éticos hechos jirones.
¿No lo creen? Miren algunos pequeños detalles a su alrededor. La violencia estalla en las principales capitales de Europa y Estados Unidos de la mano de una inmigración tan ilegal como descontrolada, de un incremento exponencial del consumo de drogas y de una falta absoluta de referentes morales y de principios educacionales; Occidente, con los niveles demográficos más bajos de su historia, reemplaza su población con seres humanos cargados con modelos culturales absolutamente incompatibles con los nuestros, mientras la izquierda política convierte el aborto en uno de sus pilares, impulsa la eutanasia, anima a utilizar el hijab como un símbolo de libertad y pide que “no se tengan hijos para cuidar el medio ambiente”. Los grandes líderes occidentales en estos momentos son un payaso profesional que desde Ucrania lleva meses inyectando fiebre bélica en la UE y EEUU y una ecojoven sueca tan ignorante como manipuladora e histérica que en medio de un estruendo bobalicón somete a no pocos Parlamentos democráticos y a la práctica totalidad de los medios de comunicación del sistema a las más variadas estupideces de la extrema izquierda. Mintras tanto, la libertad de expresión desaparece en los grandes países de la UE al dictado de múltiples y variadas legislaciones “antiodio” que terroríficamente sólo se activan cuando, por ejemplo, alguien se atreve a defender los principales fundamentos de la gran civilización judeocristiana; el populismo sexual comienza a intentar blanquear la pedofilia y no pocos “progresistas” exigen que se "detenga el progreso", que se "desacelere económicamente", que se deje de comer carne, de comprar, de consumir o de viajar en avión para “mejorar la vida del planeta”.
Occidente, empequeñecido, noqueado y confundido, agoniza. Y, mientras lo hace, aplaude su quebranto luciendo banderitas de colores a través de Twitter. Y lo que viene, ante nuestra indiferencia pretenciosa y prepotente es el totalitarismo neocomunista chino y es el totalitarismo islamista financiado por Arabia Saudí o Qatar.
No lo duden. Nos van a quitar la sonrisa idiota y socialdemócrata que tenemos en el rostro en menos de lo que se hace una generación.
La vergüenza de Occidente se llama Unión Europea. El gran territorio que un día pensamos como el corazón de hierro de la gran civilización occidental se ha convertido en un estercolero totalitario, en un paraíso oclocrático regido por un puñado de élites políticas, económicas y mediáticas de corte socialdemócrata que, para que nada cambie, han puesto a su servicio a la chusma neocomunista e izquierdista que tan generosamente han alimentado durante años.
Realmente, no sabemos cuándo comenzó el hundimiento. Pudo ser el 9 de noviembre de 1989, cuando con la caída del Muro de Berlín la izquierda se quedó huérfana de utopías sangrientas y poco después comenzó a fraguar en la megalópolis brasileña de Sao Paulo nuevas líneas de pensamiento totalitario en forma de neofeminismos, de ideología de género, de ecofascismos, de corrección política, de fatuo multiculturalismo o de fanático “altermundialismo”. Pudo ser el 11 de septiembre de 2001, cuando los ataques terroristas contra Nueva York y Washington que provocaron la muerte de más de 3.000 personas se presentaron como un puñetazo del islamoterrorismo en la mesa global. O pudo ser el 9 de noviembre de 2016, cuando la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, un hombre extremadamente vocinglero, pero orgullosamente identitario, guardián de la tradición, defensor del pensamiento honrosamente conservador y sólido portavoz de esa gran mayoría de ciudadanos silenciosos y triturados a impuestos que por no pertenecer a ninguna minoría son despreciados por los demócratas exquisitos, alertó de lo que estaba ocurriendo y advirtió de que algo nuevo y diferente se estaba fraguando en el corazón de nuestras sociedades. O quizás la fecha del inicio de la infamia sea lo de menos porque lo que sí sabemos a ciencia cierta es que el colapso ha comenzado a producirse en medio de un inmenso caos de ignorancia, fanatismo, irracionalidad y de valores, principios y modelos éticos hechos jirones.
¿No lo creen? Miren algunos pequeños detalles a su alrededor. La violencia estalla en las principales capitales de Europa y Estados Unidos de la mano de una inmigración tan ilegal como descontrolada, de un incremento exponencial del consumo de drogas y de una falta absoluta de referentes morales y de principios educacionales; Occidente, con los niveles demográficos más bajos de su historia, reemplaza su población con seres humanos cargados con modelos culturales absolutamente incompatibles con los nuestros, mientras la izquierda política convierte el aborto en uno de sus pilares, impulsa la eutanasia, anima a utilizar el hijab como un símbolo de libertad y pide que “no se tengan hijos para cuidar el medio ambiente”. Los grandes líderes occidentales en estos momentos son un payaso profesional que desde Ucrania lleva meses inyectando fiebre bélica en la UE y EEUU y una ecojoven sueca tan ignorante como manipuladora e histérica que en medio de un estruendo bobalicón somete a no pocos Parlamentos democráticos y a la práctica totalidad de los medios de comunicación del sistema a las más variadas estupideces de la extrema izquierda. Mintras tanto, la libertad de expresión desaparece en los grandes países de la UE al dictado de múltiples y variadas legislaciones “antiodio” que terroríficamente sólo se activan cuando, por ejemplo, alguien se atreve a defender los principales fundamentos de la gran civilización judeocristiana; el populismo sexual comienza a intentar blanquear la pedofilia y no pocos “progresistas” exigen que se "detenga el progreso", que se "desacelere económicamente", que se deje de comer carne, de comprar, de consumir o de viajar en avión para “mejorar la vida del planeta”.
Occidente, empequeñecido, noqueado y confundido, agoniza. Y, mientras lo hace, aplaude su quebranto luciendo banderitas de colores a través de Twitter. Y lo que viene, ante nuestra indiferencia pretenciosa y prepotente es el totalitarismo neocomunista chino y es el totalitarismo islamista financiado por Arabia Saudí o Qatar.
No lo duden. Nos van a quitar la sonrisa idiota y socialdemócrata que tenemos en el rostro en menos de lo que se hace una generación.