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Sábado, 31 de Agosto de 2019 Tiempo de lectura:

Por qué Umberto Eco está destinado a permanecer inmortal

"Eco se ha ganado una doble inmortalidad: es una inmortalidad hacia atrás, porque nadie mejor que él ha conocido y explorado la literatura universal, y también es una inmortalidad hacia delante, porque sus propias novelas están destinadas a permanecer en el futuro como patrimonio de la literatura universal".

[Img #16234]Tuve la suerte de conocer personalmente a Umberto Eco en noviembre de 2011, con ocasión de la presentación de un libro de Marco Trainito dedicado a su figura: Umberto Eco. Odissea nella biblioteca di Babele: "Umberto Eco. Odisea en la Biblioteca de Babel" (Il Prato, Padua 2011). Para presentar el libro en cuestión, en la asociación cultural "Il Punto Rosso" de Milán, fuimos precisamente Eco y yo, además del autor, Marco Trainito. El lugar estaba lleno, con una buena presencia de jóvenes.

 

Debo decir que incluso en aquella ocasión me sorprendió gratamente la inmensa cultura de Eco, que se extendía a todos los campos, desde la filosofía al arte, desde la literatura a la historia. La gran estima que sentía por el Eco desde el punto de vista cultural, sin embargo, no me impidió criticar su enfoque, que tuve la oportunidad de expresar libremente durante el debate, sin prestar demasiada atención a la grandeza intelectual del gigante con el que estaba sentado al lado. Debo admitir que me fascinó mucho su figura, también en relación con el hecho de que procedía de la misma región de la que procedo, esa zona del Piamonte que ya se orienta hacia Liguria, y esto nos permitió, entre otras cosas, intercambiar chistes rápidos -tras un debate público- sobre nuestras tierras comunes de origen (Alessandria él, Acqui Terme yo). Eco, además, se había graduado en su época en la misma Universidad donde yo me gradué, la Universidad de Turín, bajo la dirección de Pareyson, junto con Gianni Vattimo, de quien siempre fue uno de sus mejores amigos. Varias veces, con Vattimo, de quien tuve el honor de ser estudiante y al que sigo como amigo y profesor, nos encontramos volviendo sobre ese período: Vattimo me contó con cariño varias anécdotas de Eco, de sus aventuras juveniles, de cuando vivían juntos en Milán trabajando en la RAI.

 

Con Eco, un gigante de la literatura se fue, una mente muy fina, un verdadero "hombre de cultura" en el sentido pleno de la palabra, que ya no podemos encontrar en la época del actual idiotismo especializado y de la "taylorización del trabajo intelectual" por hacer una referencia gramsciana. Recuerdo que con Eco, a partir del texto dedicado a él, nos encontramos hablando de filosofía medieval y relativismo. Me permití señalarle, con respeto y, sobre todo, con firmeza, el hecho de que en esa obra maestra de la literatura mundial que es "El nombre de la rosa" me parece que había demasiado "pensamiento débil" y demasiado poco pensamiento cristiano medieval. Después de todo, me di cuenta de que los protagonistas de "El Nombre de la Rosa" parecen dividirse en educados seguidores relativistas del posmodernismo disfrazados con túnica medieval o en reaccionarios fanáticos gruñones que creen hasta la muerte en el Dios cristiano. Lo discutimos abiertamente, probablemente sin convencernos mutuamente de nuestras respectivas razones.

 

No pude dejar de participar en las luchas por la cultura y la literatura sobre Eco, y tampoco pude dejar de admirar su erudición, más única que rara, su ingenio vivo y siempre dispuesto a bromear. Sin embargo, no compartí -y sería hipócrita negarlo- su perspectiva secularista, ya que consideraba y considero el secularismo como una forma radicalizada de una manera patológica. A este respecto, me parece significativa la invectiva que Eco dedicó al Papa Ratzinger en el periódico alemán "Berliner Zeitung" el 19/9/2011, llegando incluso a descartar como "muy graves" las batallas del Papa contra el relativismo y a definir al propio Ratzinger como alguien en absoluto grande, ni como filósofo ni como teólogo. Creo que, quizás, en esta "hybris" secularista y relativista, Eco tenía uno de sus puntos débiles, y fue lo que le llevó a ver a Ratzinger no como un teólogo y filósofo muy competente con quien dialogar -como hizo Habermas, por ejemplo- sino como una especie de integrista sin interés. Tampoco compartía por mi parte, para ser sincero, la perspectiva política de Eco, que se puede atribuir, después de todo, a esa izquierda anti-berlusconiana, más atenta al legalismo que al sufrimiento de los trabajadores, a la cuestión moral antes que a la social y a los dramas del capitalismo global. Pero esta es otra historia; una historia que, sin embargo, por lo que a mí respecta, no resta importancia a la grandeza, como hombre de letras y como novelista, de Umberto Eco.

 

Si tuviera que indicar sus obras más bellas, me permitiría señalar, además de "El Nombre de la Rosa", el espléndido ensayo juvenil sobre la estética de Tomás de Aquino, una verdadera obra maestra a caballo entre la historia de la filosofía y la estética. Si, en cambio, tuviera que indicar una de las consideraciones más hermosas y sugerentes del Eco, señalaría, entre muchas otras, ésta:

 

"Aquellos que no leen, a la edad de 70 años habrán vivido una sola vida: la suya propia. Los lectores habrán vivido 5000 años: fue cuando Caín mató a Abel, cuando Renzo se casó con Lucía, cuando Leopardi admiró el infinito, [...] porque la lectura es una inmortalidad al revés."

 

Pues bien, en este sentido, creo que la inmortalidad que el Eco se ha ganado puede decirse que es doble: es la inmortalidad retrógrada, porque nadie mejor que él ha conocido y explorado la literatura mundial; y es también la inmortalidad progresiva, ya que sus propias novelas están -no hay duda- destinadas a permanecer en el futuro como patrimonio de la literatura mundial.

 

Publicado originalmente en https://www.fanpage.it/cultura/diego-fusaro-vi-spiego-perche-eco-e-destinato-a-rimanere-immortale/

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