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Pablo Mosquera
Domingo, 06 de Octubre de 2019 Tiempo de lectura:

Sin debates en televisión: ¿quién tiene miedo?

Creo que los asesores de Pedro Sánchez se han pasado de frenada. Creo que los asesores-pelotas de Albert Rivera le han visto, tarde y mal, las orejas al lobo. Creo que Podemos trata de convencer a Íñigo Errejón y Carolina Bescansa para que regresen al espacio del que fueron expulsados por el trío: de Pablo, Irene. Echenique. Creo que a VOX no le van a afectar las elecciones, puede que hasta consigan aquello que decían en HB: "Castígales con tu voto". Y al PP, siempre que no aparezcan nuevos casos de corrupción, hasta le puede ir mejor.

 

Pero hay algo que no puedo asumir. El desprecio al cuerpo electoral.

 

Primero, por la incapacidad para formar Gobierno.

 

Segundo, porque con tal incapacidad corremos el riesgo de que se vuelva a producir la misma situación con el reparto de los escaños.

 

Tercero, que teniendo en cuenta las características de la campaña, no acaben los mítines y propagandas a domicilio, importunando a un tejido social harto de estar harto de una clase política plagada de "mequetrefes", como solía decir Manuel Fraga cuando señalaba a más de un aspirante sin currículo.

 

Desprecio es no celebrar debates como instrumento para examinarse ente el respetable público. Desprecio es eludir en público lo que han hecho en privado. Desprecio es evitar dar cuenta de cómo abordarán los grandes y pequeños problemas de este país. Desprecio es colocar cuneros-paracaidistas en circunscripciones electorales dónde ni se reside, ni piensan volver. Me refiero a dos ejemplos muy cercanos. El caso de Maroto al Senado por una circunscripción castellana, tras el varapalo de Álava. El caso de Marta Rivera de la Cruz, que se presentó por A Coruña, no volvió ni para dar las gracias, y le sirvió de trampolín para ser responsable de ¿cultura? en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, dónde reside desde hace bastantes años, y sólo regresa a Galicia de vacaciones por su Lugo natal.

 

No me equivoqué cuando auguré cierta precipitación socialista. Ahora resulta que con la irrupción de Más País y las culpas a Sánchez por su incapacidad para formar Gobierno progresista, las cañas se han vuelto lanzas, y las encuestas por mucha cocina que le apliquen los funcionarios del CIS, indican una tendencia a la baja, puede que por debajo de los escaños consolidados en la fallida legislatura. Y es que Pedro el Empecinado no ha calculado su pérdida del granero andaluz, sus arrumacos en Navarra con Bildu, sus carantoñas en Cataluña, por mucho que ahora ponga gesto solemnemente enfadado con los nacionalistas catalanes y su brazo presuntamente terrorista; su pérdida de la Comunidad madriñeña, y desde luego, Castilla y León, Galicia, Euskadi, Canarias, La Rioja, Murcia... Aquello que decía Kepa Aulestia de la marcha en Euskadiko Ezkerra: "De victoria en victoria, hasta la derrota final".

 

Sigo con los desprecios. Igual que la derecha nos entretenía con las discusiones sobre el aborto, estos chicos de Ferraz nos quieren entretener con discusiones sobre la tumba de la momia y su significado para la denominada Memoria Histórica", que a estas alturas opera sobre el cuerpo electoral como lo harían aquellas espantosas e inciviles guerras carlistas. Lo dicho: no significa que haya que olvidar a los muertos y a los genocidas. Pero no tocaba en el momento presente. Tocaban reformas y regeneraciones para evitar quedar a la intemperie de la nueva crisis económica que se avecina, que se cebará sobre la clase media y clases populares de nuestro país, dónde no hay respuesta al envejecimiento poblacional, a los más de nueve millones de pensionistas, al perfil miserable de los nuevos empleos, incapaces de cotizar lo necesario para hacer sostenible el gasto de la Seguridad Social. Además, ¿qué pintamos en la UE ante la envergadura de un Brexit por las bravas?. ¿Alguien tiene un plan de contingencia?

        

Me voy a referir una vez más a Cataluña. Me encrespan los miramientos cobardes del Gobierno de España para con los máximos representantes del Estado en Cataluña, las amenazas de ruptura y declaración de la República Catalana, el miedo que sufren los españoles residentes en Cataluña, controlados y vigilados por el CNI catalán y esos diecisiete mil "soldados" a las órdenes del proceso secesionista, que sólo está esperando la sentencia de los encausados para hacer de Cataluña algo similar a lo que hicieron los descendientes de Company en 1934. ¿A qué esperan los que deben garantizar la ley y el orden?. ¿Acaso son tan ingenuos que alguien ha creído como anecdótico lo del grupo CDRs que estaban organizando comandos al más puro estilo terrorista?. Y encima, prohíben comparaciones con la Euskadi de ETA. Gracias a la Guardia Civil que no descansa y sigue prestando servicios de inteligencia y prevención, pero aún así es complicado garantizar que no haya una conspiración para usar la violencia en nombre de la autodeterminación.

   

¿Por qué necesitamos los debates en televisión?. Necesitamos respuestas más allá del monólogo o de las encuestas cocinadas. Necesitamos que nos digan qué respuesta darán a los asuntos pendientes. Si el nacionalismo vasco y catalán seguirán siendo claves en la suma de escaños hacia la mayoría a cambio de privilegios o indultos. Necesitamos saber qué plan tiene España para afrontar la crisis climática, la crisis económica, la crisis migratoria, la crisis del propio Estado de las Autonomías, ineficiente, insostenible, caminando hacia una España dónde la ciudadanía es desigual a la hora de los derechos sociales. Necesitamos saber qué modernización al servicio de la eficiencia se puede realizar en el sector público, suprimiendo estructuras de gasto clientelar, que impacta sobre los recursos necesarios para sanidad, educación, servicios sociales y lucha contra la pobreza.

 

A los políticos parece interesarles quién y cómo piensan organizar el poder. A los ciudadanos, lo que nos interesa es vivir con dignidad, seguridad, igualdad de oportunidades y libertad. Digo libertad, y digo bien. A los pobres que no les hablen de libertad. A los dependientes que no les hablen de libertad. A los sometidos a credos religiosos o secesionistas, que no les hablen de libertad. Que les den presencia del Estado para sentirse atendidos más allá de las oligarquías y los mercados.

 

Miedo debemos tener a perder lo que hemos conquistado, no a la momia del dictador. Miedo debemos tener al funcionamiento de la justicia, en mi opinión lenta y servil con los poderosos. Miedo debemos tener a la inseguridad ciudadana. Miedo debemos tener al cambio climático con catástrofes naturales que se nos anuncian cada vez más frecuentes. Miedo debemos tener al terrorismo. Miedo debemos tener a los tontos, con un bolígrafo y poder...

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