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Sábado, 19 de Octubre de 2019 Tiempo de lectura:

Cataplum

Cataplum.

 

Onomatopeya que expresa ruido, explosión o golpe. 

 

Cataluña ha sido siempre sinónimo de laboriosidad y ahorro, también de cultura abierta en el sentido más amplio del vocablo, crisol de gentes que junto con los autóctonos remaron al unísono para progresar, progreso en mayúsculas, que no debe confundirse con progresismo, término que de tanto manoseo, uso y abuso ha perdido su esencia. Una tierra donde el visitante, por negocios u ocio, se sentía arropado como en su propia casa. 

 

Todo ello se ha ido diluyendo para abrir paso a la discordia, al enfrentamiento y a la agresión; el fuego purificador del desfile de antorchas ha pasado al mobiliario urbano y avanza inexorable para devorarlo todo.

 

Las autoridades autonómicas han optado por huir hacia delante, con unos lemas y máximas únicos: cuanto peor, mejor; cuanto más fuego, mayor purificación. Falta la guinda, un mártir, y de eso por estos lares sabemos mucho.

 

¿Dónde ha quedado el  "seny"?. Cordura, moderación, converger y no divergir, sentido común. La situación actual requiere que el Gobierno con el apoyo de la oposición tome medidas para que la paz social vuelva a las calles, algo imperativo y esencial sino queremos que Cataluña se llame Cataplum. Perderemos todos. 

 

Francisco Javier Sáenz Martínez 

FJS. 

Lasarte-Oria 

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