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Lunes, 21 de Octubre de 2019 Tiempo de lectura:
Denuncia del prestigioso hispanista Arnaud Imatz en LA TRIBUNA DEL PAÍS VASCO

POLÉMICA / Pierre Assouline, insólito suministrador de mitos hispanófobos en ABC Cultural

Los mitos de la propaganda persisten en el tiempo. Los ejemplos reveladores de la incultura, la mala fe y el espíritu partidista de una buena parte del entorno político y mediático-cultural abundan. El caso reciente del escritor francés Pierre Assouline merece una reflexión. La entrevista concedida a la redactora-jefe del ABC Cultural de Madrid, publicada el 13 de octubre de 2019, sirve de modelo (1).

 

Miembro de la Academia Goncourt, Assouline es uno de los cerca de 150 000 judíos sefardíes que pidieron la nacionalidad española ofrecida por el Estado español como reparación por la expulsión de sus antepasados (2). Autor de la novela Regreso a Sefarad (publicada en español en 2019), Assouline pretende reconciliar el doble legado sefardí y español. Pero, para hacerlo, paradójicamente tiene la audacia de repetir algunas de las falsas afirmaciones históricas y críticas hispanófobas entre las más extremas y más vistas. Una actitud especialmente lamentable porque contribuye a alimentar los estereotipos de superficialidad, ligereza y arrogancia de los franceses.

 

[Img #16509]Pierre Assouline dice que “España no consiguió hacer el cambio de la Ilustración” por la “desaparición” de la comunidad judía. “Creo que desde la muerte de Franco hay un redescubrimiento de las raíces judías de España. No hay que olvidar que los judíos estaban presentes en España antes que los españoles. Los españoles no saben nada de nada de la historia judía de España. La descubren desde la muerte de Franco. Con Franco, todos eran católicos, todos eran españoles, y antes no hubo nada: el pasado árabe, nada; el pasado judío, nada… ¿Por qué negar nuestra historia común? ¿Por qué ese deseo de pureza de sangre? La polémica es muy interesante para mí en cuanto a la cuestión de si hay que decir ‘conquista’ o ‘reconquista’ porque no se puede reconquistar algo que no existía. Antes de los árabes, estaban los visigodos. No era el reino de España católico, eran principados, pero eran visigodos. Todo lo que pasaba ahí se niega”. Y todavía más: “Hay algo que no engaña, y son los apellidos españoles. Hay muchos apellidos cuya raíz es árabe o judía”. Es difícil decir más necedades en tan pocas líneas. Esas reflexiones serían, en todo caso, aceptables o explicables en la boca de un político demagogo o en la pluma de un periodista a las órdenes de su redacción pero son sorprendentes, indecentes e, incluso, escandalosas en un escritor miembro del Consejo de Redacción de la revista L’Histoire.

 

Puede que el señor Assouline sea un especialista de Sefarad pero, desde luego, no es un conocedor de la Historia de España. Antes de aspirar a dar lecciones, debería sacar tiempo para documentarse.

 

[Img #16510]¿Habrá olvidado que los judíos fueron expulsados del Reino de Francia mucho antes que de España por Felipe Augusto, Felipe IV el Hermoso, Luis X y Carlos VI (en 1182, 1306, 1322 y 1394)? ¿Sabe que en el año 619 Isidoro de Sevilla se refería a la Laus Spaniae y nombró rey de totius Spaniae al visigodo Suintila (hijo del rey Recaredo, convertido al catolicismo)? ¿Sabe que la comunidad judía colaboró con el invasor árabe-musulmán en 711, precisamente por ser perseguida en el siglo VII por los reyes católicos visigodos y considerar a los moros como unos aliados e incluso como unos verdaderos salvadores contra el opresor? ¿Sabe que el lingüista Américo Castro, célebre adversario del medievalista católico Claudio Sánchez-Albornoz, subrayaba que desde “en el año 1000, la España cristiana era ya, en lo esencial, la misma que la de 1600”? ¿Sabe que el mismo Américo Castro mostró que el origen de los estatutos de limpieza de sangre de los siglos XVI y XVII se sitúa en la tradición judía muy puntillosa en materia de pureza de sangre? ¿Ha olvidado que los filósofos de la Ilustración franceses no eran judíos, que Diderot, d'Alembert, Voltaire o el barón de Holbach, por no citar más que a algunos, no creían en la igualdad de las razas y que Voltaire era un antisemita obsesivo? ¿Ha oído hablar de Benito Feijoo, Gregorio Mayans, Campomanes, Jovellanos, Olavide, el conde de Peñaflorida, Ulloa, Jorge Juan, Cavanillas, Cadalso, Finestres, Campmany y de la larga lista de sacerdotes, nobles y burgueses españoles que se adhirieron al movimiento cultural y artístico de la Ilustración? ¿Sabe que, a diferencia de los representantes franceses de la misma época, los Ilustrados españoles eran, en su mayoría (como también en los demás países de Europa), buenos cristianos y fervientes monárquicos de espíritu mucho más racionalista que las autoridades religiosas que excomulgaron de la comunidad judía de Amsterdam a Baruch Spinoza, Juan de Prado o Uriel da Costa? Después de la lectura de las declaraciones perentorias del señor Assouline se pueden tener dudas.

 

Se comprende sin reservas que, en nombre de una democracia acorde con los valores de nuestra época, el señor Assouline no tenga ninguna simpatía por el dictador que fue el general Franco. Pero no por ello se le entiende cuando tergiversa, manipula e instrumentaliza la Memoria y la Historia de España. ¿Ha oído hablar de la revista Sefarad, creada en 1941? ¿Sabe que en 1940, en el periodo más “antisemita” del régimen de Franco, es cuando se creó, en Madrid y Barcelona, el Instituto Arias Montano de Estudios Hebraicos el cual, desde 1941, edita una de las mejores publicaciones judías del mundo, la revista erudita Sefarad, subvencionada por el Estado español? ¿Sabe que el historiador Shlomo Ben Ami, exministro de Asuntos Exteriores de Israel, puso de relieve la singularidad de la posición del Caudillo mostrando que el dictador “fascista” hizo por los judíos lo que los principales líderes de las democracias no pudieron o no quisieron hacer: que la España franquista salvó a, según las fuentes, entre 25.000 y 60.000 judíos de Europa? (3) ¿Sabe que varios diplomáticos españoles, cuyas simpatías franquistas están fuera de toda sospecha, como el encargado de negocios en la Embajada de Budapest, Ángel Sanz Briz, pero también el primer secretario de la Embajada de París y después cónsul en Burdeos, Eduardo Propper de Callejón o el encargado de negocios en la Embajada de Berlín José Ruiz Santaella y su esposa Carmen Schrader, fueron honrados por el Memorial Yad Vashem como “Justos entre las naciones”?

 

¿Sabe finalmente que, preguntado en 1963 por el historiador israelí Isaac Molho sobre el asunto del salvamento de los judíos, Ángel Sanz Briz, que era entonces cónsul general en Nueva York y, por otra parte, caballero y comendador de la Orden de Isabel la Católica, católico, respondía que varios millares de judíos perseguidos debían la vida al general Franco? Y concluía generosamente: “Esto es todo lo que puedo decir. Si mi relato es útil de alguna manera, le pido utilizarlo sin mencionar mi nombre ya que no tengo ningún mérito en ello; me limité a ejecutar las consignas de mi gobierno y del general Franco”. (4)  Se puede pensar también que la iniciativa de esas acciones humanitarias correspondió exclusivamente a Sanz Briz y a otros funcionarios colegas suyos (todos actuando de manera independiente), pero, teniendo en cuenta el número de las personas implicadas y la extrema vigilancia de los servicios secretos del régimen, no podían de ninguna forma ser ignoradas por las autoridades franquistas y por Franco.

 

El señor Assouline subraya y explica todavía más: “Mi familia vivió en Marruecos durante siglos. Después de España llegó Marruecos”. Pero, entonces, ¿cómo puede ignorar el valioso apoyo económico y material aportado al general rebelde y al bando nacional durante la Guerra Civil por los principales dirigentes, hombres de negocios y banqueros de la comunidad judía del territorio bajo protectorado español (una comunidad de 15.000 personas mucho más importante que la de la Península, que se elevaba a 6.000 almas con apenas 1.000 refugiados alemanes, habiendo reinstaurado las autoridades de la Segunda República desde antes de las elecciones de 1933 la obligación de visado para los alemanes con el fin de frenar la inmigración judía o, más bien, como se decía en la época “para evitar una saturación del mercado de trabajo)? ¿Cómo puede el señor Assouline ignorar que la mayoría de los líderes marroquíes aportaron ellos también un valioso apoyo a Franco durante el alzamiento y que el Caudillo se consideraba en deuda hacia sus compañeros de armas árabe-musulmanes, en particular su amigo el General Mohamed Ben Mezian Belkacem? ¿Cómo puede ignorar que la idea de una continuidad y de una permanencia entre la España preislámica y al-Ándalus (la célebre idiosincrasia hispanorromana visigoda y cristiana), hoy abandonada por los especialistas, ocupaba un lugar de honor no solo entre los autores liberal-progresistas a lo largo del siglo XIX sino también en la época del franquismo? ¿Cómo puede ignorar, finalmente, que la política extranjera franquista buscó la amistad y la alianza con los países árabes para romper el aislamiento internacional?

 

Según el señor Assouline, un gran número de apellidos españoles tiene orígenes árabes o judíos. Esta afirmación es superflua y, a fin de cuentas, perniciosa. ¿No sabe que casi no hay apellidos españoles verdaderamente árabes por la simple razón de que los moriscos fueron expulsados (en 1609-1614), que emigraron o que cambiaron de apellido para no tener problemas? Puede ser que haya más apellidos judíos verdaderos pero ¿cómo encontrar a los antepasados de los españoles interesados cinco siglos después de la expulsión? ¿A partir de qué porcentaje de sangre judía? ¿Por qué esta confusa e incoherente búsqueda de la sangre? ¿Quién se atrevería hoy a decir que el vínculo que une a los judíos es de naturaleza más racial que nacional, cultural o religioso cuando la comunidad judía, que discute sobre ello desde hace mucho tiempo, se encuentra muy dividida en ese tema? El sentimiento, la voluntad, la cultura, ¿no son considerados casi unánimemente hoy como elementos mucho más importantes en la definición de pertenencia a un pueblo? Finalmente, cuando el señor Assouline dice que  “los judíos estaban presentes en España antes que los españoles”, ¿no cae simplemente en la demagogia más ramplona? Por lo que se ve, en el siglo I no había españoles en el sentido cultural, político y social que se le da a esa palabra desde los siglos XII o XIII, pero había, en cambio, hispanorromanos. Sin embargo, con el método dudoso del señor Assouline, se podría decir también que, en Italia y en Francia, los judíos estaban presentes antes que los italianos y los franceses.   

 

España “no tiene relato nacional”, dice el señor Assouline. Pero, ¿sabe que la Historia nacional española se forjó indiscutiblemente tras la invasión napoleónica, después del final del Imperio español y hasta los años 1930, por una multitud de autores liberales, progresistas e incluso socialistas, muchos de ellos admiradores del modelo de Estado-nación francés? ¿Sabe que, al menos en ese punto, no ha habido ruptura sino continuidad con los intelectuales franquistas durante los cerca de cuarenta años de dictadura?

 

Lamento tener que decirlo retomando sus propios términos, señor Assouline, pero usted no conoce nada de nada de la Historia de España. Así pues, por lo que más quiera, si vuelve a tratar el tema en el futuro, sea más riguroso, más ponderado, más moderado en sus observaciones.

 

Traducción: Esther Herrera Alzu

 


 

1) Pierre Assouline: «Los sefardíes siempre han sentido nostalgia de España», ABC cultural, 13 de octubre de 2019.

 

2) Ley del 24 de junio de 2015 en materia de concesión de la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España. El primer precedente de reconocimiento y protección de los sefardíes es el decreto-real del 20 de diciembre de 1924 promulgado por el directorio militar o dictadura del general Primo de Rivera. Permitió a las autoridades franquistas asegurar la protección de numerosos judíos de Europa del Este durante la Segunda guerra mundial, entre ellos unos 5000 judíos de Hungría.

 

3) Entre las personalidades judías (políticas, religiosas y culturales), que han reconocido públicamente la ayuda de la España franquista a los judíos se puede citar a: Golda Meier, Max Mazin, Múgica Herzog, Elie Wiezel, Haim Avni, Nahum Goldman, Chaim Lipschitz et Israel Singer.

 

4) Carta de Ángel Sanz Briz a Isaac Molho, 15-11-1963, AMAE, leg. R7649/14 citada en Isidro González García, Relaciones España-Israel y el conflicto del Oriente Medio, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2001, p. 215-218).

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