Tendremos referéndum
Lo que la ministra negociadora y vicepresidenta del Gobierno Sánchez llama pomposamente "Ejecutivo progresista", es un "pisto de intereses e interesados". Tienen que resolver sus propios problemas internos. Tienen que tocar poder para sentirse útiles a sus causas personales. Tienen que sumar a costa de interpretar la partitura Constitucional, ya que ni quieren, ni pueden, emprender la reforma de la Carta Magna.
Ya lo dijo el honorable Pujol, en uno de aquellos veranos entre montañas catalanas. La Constitución de 1978, si se interpreta bien, da para constituir un Estado plurinacional. Algo similar a lo que dijo no hace demasiado tiempo el empecinado Sánchez. Hay que hacer de este país un Estado federal. Algo así como reconocer que España nunca ha existido. Que desde el siglo XV lo que hubo fue una unidad, por la fuerza, de naciones. Tales naciones sin Estado son: Cataluña, Galicia, País Vasco-Navarra y España.
Los Estatutos de autonomía fueron aquel "café para todos" de Adolfo Suarez, a la espera de la descentralización competencial asimétrica entre las recién creadas comunidades autónomas. Por cierto, con la promesa de evitar el centralismo y abaratar costes innecesarios o duplicidades ineficientes. Sólo la voz de Don Manuel Fraga Iribarne se escuchaba cuando pedía la ventanilla única ante y pare el ciudadano.
Pero Garaicoechea fue sincero. Le oí muchas veces decir que el Estatuto de Guernica nuca sería un fin, era un simple medio para avanzar hacia el objetivo, que lo defendían de palabra, contencioso y violentas formas; la construcción nacional de un Estado vasco para Euskalherria.
La implicación obligada de todas las naciones occidentales en la lucha contra el terrorismo tras los atentados en Nueva York, cambiaron las actitudes y aptitudes, y los vascos de la derecha -PNV- y los de la izquierda ultramontana -HB- comprendieron que se les terminaban los auxilios necesarios procedentes de la comunidad internacional, que por motivos geopolíticos colaboraban con el MLNV, y al mismo tiempo cambiaban tímidas colaboraciones policiales con España a cambio de compras de materiales necesarios para el desarrollo tecnológico en la península Ibérica. Y así, se produjo la paz en el País Vasco...
Pero lo de Cataluña siempre estuvo ahí. A la sombra del contenciosos vasco, seguían haciendo pingües negocios: sumar escaños para las mayorías parlamentarias tanto del PSOE como del PP. Recibir toda suerte de privilegios en nombre de los derechos forales-históricos no contemplados en la Constitución pero sí en la práctica, con lo que nos hemos dado cuenta que la sombra del Estado en Cataluña es tan pequeña que apenas se ha convertido en una mueca chinesca. Proceso continuo de adoctrinamiento por tierra, mar y aire, haciendo ver que Cataluña es una gran nación a la que España somete, roba y humilla.
Pero lo peor ha sido ese sofisma mantenido y no enmendado. Para ser progresista, hay que ser nacionalista. El único nacionalismo intolerable por tufos fascistoides es el nacionalismo español. Lo que en otras democracias es orgullo, signo de identidad por patrimonio histórico, punto de encuentro entre ciudadanos con una vieja cultura, aquí y gracias a la gestión de los complejos de culpabilidad e inferioridad, se ha convertido en una práctica progre que abjura de lo que en otros países son símbolos de identidad nacional.
Pero como en una partida de tute, ahora vienen las diez de últimas. Lo primero que van a poner en marcha los de "Unidas Mandamos" son las consultas necesarias, las mesas con redactores, las reformas y sobre todo entregas precisas, para que esas comunidades incómodas, digan, hagan, disfruten de lo que se les antoje. Y para ello contarán con los socialistas modernos que se han creído capaces de resolver los conflictos dando de comer a la carta. Contarán con una formación comunista pero contraria a los métodos comunistas que se aplicaron en Hungría y Varsovia. Se trata de que todos estén cómodos. Pero estableciendo tal derecho a la comodidad, con las excepciones que conforman la regla, como siempre: charnegos, maketos, payolos, braceros andaluces, castellanos y extremeños, que se integran, por las buenas o por las malas. En este último caso, a la vieja usanza. Haciendo la maleta y regresando al campesinado.
A la hora de colaborar, propongo que las reuniones de la mesa de iguales se celebre en Montserrat, previo tedeum y canto del Virolai. Para después pasar a las dependencias monacales bajo la presidenta de una genuina dama de Unidas. Me estoy refiriendo a la prestigiosa e insigne "científica del estropajo", la muy honorable Ada Colau, asistida por el inefable bufón-como los antiguos monarcas- Iceta.
¿Y en Euskadi?. Pues van avanzando. Gracias a los socialistas, Navarra cada día es menos foral dentro de España y más provincia vasca para la unidad Nacional de Euskalherría. Sólo falta que a la sombra de la implantación de los chicos de Puigdemont en el Rosellón de Francia, le suceda la implantación de los chicos de Otegui en Iparralde. Y así tendremos las dos primeras piezas del nuevo Estado Federal que satisfaga a propios y extraños. Además, como dijo Arzalluz, a los españoles hay que tratarlos como a los alemanes en Las Baleares...
Lamento decirles que me siento exiliado. No puedo comprender cómo hemos llegado hasta aquí. No consigo aceptar tanto mequetrefe mandando. Y lo peor: la facilidad con la que han logrado las Unidas convertirse en aquellas amazonas que domaron a los varones y los sometieron a sus dicterios.
Por cierto, y para no ser menos, exijo paridad de género en el Colegio Cardenalicio del Estado Vaticano. ¡Faltaría más!
Lo que la ministra negociadora y vicepresidenta del Gobierno Sánchez llama pomposamente "Ejecutivo progresista", es un "pisto de intereses e interesados". Tienen que resolver sus propios problemas internos. Tienen que tocar poder para sentirse útiles a sus causas personales. Tienen que sumar a costa de interpretar la partitura Constitucional, ya que ni quieren, ni pueden, emprender la reforma de la Carta Magna.
Ya lo dijo el honorable Pujol, en uno de aquellos veranos entre montañas catalanas. La Constitución de 1978, si se interpreta bien, da para constituir un Estado plurinacional. Algo similar a lo que dijo no hace demasiado tiempo el empecinado Sánchez. Hay que hacer de este país un Estado federal. Algo así como reconocer que España nunca ha existido. Que desde el siglo XV lo que hubo fue una unidad, por la fuerza, de naciones. Tales naciones sin Estado son: Cataluña, Galicia, País Vasco-Navarra y España.
Los Estatutos de autonomía fueron aquel "café para todos" de Adolfo Suarez, a la espera de la descentralización competencial asimétrica entre las recién creadas comunidades autónomas. Por cierto, con la promesa de evitar el centralismo y abaratar costes innecesarios o duplicidades ineficientes. Sólo la voz de Don Manuel Fraga Iribarne se escuchaba cuando pedía la ventanilla única ante y pare el ciudadano.
Pero Garaicoechea fue sincero. Le oí muchas veces decir que el Estatuto de Guernica nuca sería un fin, era un simple medio para avanzar hacia el objetivo, que lo defendían de palabra, contencioso y violentas formas; la construcción nacional de un Estado vasco para Euskalherria.
La implicación obligada de todas las naciones occidentales en la lucha contra el terrorismo tras los atentados en Nueva York, cambiaron las actitudes y aptitudes, y los vascos de la derecha -PNV- y los de la izquierda ultramontana -HB- comprendieron que se les terminaban los auxilios necesarios procedentes de la comunidad internacional, que por motivos geopolíticos colaboraban con el MLNV, y al mismo tiempo cambiaban tímidas colaboraciones policiales con España a cambio de compras de materiales necesarios para el desarrollo tecnológico en la península Ibérica. Y así, se produjo la paz en el País Vasco...
Pero lo de Cataluña siempre estuvo ahí. A la sombra del contenciosos vasco, seguían haciendo pingües negocios: sumar escaños para las mayorías parlamentarias tanto del PSOE como del PP. Recibir toda suerte de privilegios en nombre de los derechos forales-históricos no contemplados en la Constitución pero sí en la práctica, con lo que nos hemos dado cuenta que la sombra del Estado en Cataluña es tan pequeña que apenas se ha convertido en una mueca chinesca. Proceso continuo de adoctrinamiento por tierra, mar y aire, haciendo ver que Cataluña es una gran nación a la que España somete, roba y humilla.
Pero lo peor ha sido ese sofisma mantenido y no enmendado. Para ser progresista, hay que ser nacionalista. El único nacionalismo intolerable por tufos fascistoides es el nacionalismo español. Lo que en otras democracias es orgullo, signo de identidad por patrimonio histórico, punto de encuentro entre ciudadanos con una vieja cultura, aquí y gracias a la gestión de los complejos de culpabilidad e inferioridad, se ha convertido en una práctica progre que abjura de lo que en otros países son símbolos de identidad nacional.
Pero como en una partida de tute, ahora vienen las diez de últimas. Lo primero que van a poner en marcha los de "Unidas Mandamos" son las consultas necesarias, las mesas con redactores, las reformas y sobre todo entregas precisas, para que esas comunidades incómodas, digan, hagan, disfruten de lo que se les antoje. Y para ello contarán con los socialistas modernos que se han creído capaces de resolver los conflictos dando de comer a la carta. Contarán con una formación comunista pero contraria a los métodos comunistas que se aplicaron en Hungría y Varsovia. Se trata de que todos estén cómodos. Pero estableciendo tal derecho a la comodidad, con las excepciones que conforman la regla, como siempre: charnegos, maketos, payolos, braceros andaluces, castellanos y extremeños, que se integran, por las buenas o por las malas. En este último caso, a la vieja usanza. Haciendo la maleta y regresando al campesinado.
A la hora de colaborar, propongo que las reuniones de la mesa de iguales se celebre en Montserrat, previo tedeum y canto del Virolai. Para después pasar a las dependencias monacales bajo la presidenta de una genuina dama de Unidas. Me estoy refiriendo a la prestigiosa e insigne "científica del estropajo", la muy honorable Ada Colau, asistida por el inefable bufón-como los antiguos monarcas- Iceta.
¿Y en Euskadi?. Pues van avanzando. Gracias a los socialistas, Navarra cada día es menos foral dentro de España y más provincia vasca para la unidad Nacional de Euskalherría. Sólo falta que a la sombra de la implantación de los chicos de Puigdemont en el Rosellón de Francia, le suceda la implantación de los chicos de Otegui en Iparralde. Y así tendremos las dos primeras piezas del nuevo Estado Federal que satisfaga a propios y extraños. Además, como dijo Arzalluz, a los españoles hay que tratarlos como a los alemanes en Las Baleares...
Lamento decirles que me siento exiliado. No puedo comprender cómo hemos llegado hasta aquí. No consigo aceptar tanto mequetrefe mandando. Y lo peor: la facilidad con la que han logrado las Unidas convertirse en aquellas amazonas que domaron a los varones y los sometieron a sus dicterios.
Por cierto, y para no ser menos, exijo paridad de género en el Colegio Cardenalicio del Estado Vaticano. ¡Faltaría más!











