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Pablo Mosquera
Sábado, 30 de Noviembre de 2019 Tiempo de lectura:

¡Peligro de ruptura en la convivencia!

¿Cómo pueden ser tan torpes, irresponsables y egoístas? La falta de nivel en la clase política es desesperante. La ignorancia de unos, sumado con la debilidad acomplejada de otros, más la ambición para "tocar poder", le ha puesto al nacionalismo catalán y vasco sus pretensiones tan cerca como nunca podían haberlo imaginado, ni siquiera cuando entre ETA y Arzallus nos habían sometido al terror para lograr la "Alternativa KAS", la construcción nacional o el Pacto de Estella.

 

No hagan trampas. No representan más que una ínfima parte del pueblo español. Han pasado del mito con derechos o inventos historicistas, a disfrazarse de pacifistas con lanzallamas y de listeros para señalar como fascistas a los que nos sentimos españoles. Han prostituido el lenguaje. Han tomado la iniciativa consistente en avanzar donde el Estado ha retrocedido. Sólo los ingenuos pueden creer que el conflicto de Cataluña es político, y es que volvemos a cometer los errores de Euskadi, cuando reconocimos la existencia del "Movimiento de Liberación Vasco", o que la paz sólo llegaría con el armisticio, pagando el precio que habían establecido los nacionalistas, para los que el Estatuto sólo era un vehículo para caminar hacia la "tierra prometida". Llegaron incluso a pronunciar aquella pomposa definición: "Euskadi es una nación sin Estado".

 

Cataluña está gobernada por unos sátrapas que han decidido imponer sus criterios y aspiraciones al resto de los ciudadanos españoles. Le han perdido el respeto a la ley y a las instituciones democráticas del Estado español. Hasta han conseguido la protección de otros sátrapas europeos, de lo que deben tomar nota aquellos países con movimientos secesionistas, ya que cuando las barbas de tu vecino veas cortar...

 

No se puede echar la culpa sólo a Ciudadanos (C's) por haberse negado a sumar sus 57 escaños con los del PSOE. Puede que hayan sufrido como nadie las vicisitudes "bailables" del grotesco Iceta. No puedo entender cómo tal "docto caballerete" tiene más aquiescencia en la Moncloa que un hombre de talla política acreditada como es Josep Borrell.

 

Hay una ruptura entre el socialismo que hizo la Constitución española y los Estatutos de autonomía y este socialismo-nacionalista-federalista, que comenzó sus andaduras con el inefable dueto ZP-Pepiño, y ahora ha encontrado al empecinado Sánchez, dispuesto a pactar lo que sea y con quien sea, para disfrutar de las lisonjas y privilegios que da el poder. Me hubiera gustado que respondiera a la pregunta que le hizo Casado: "¿Qué es para usted una nación?".    

 

Pero hay más. ERC nunca aceptará aparcar sus viejas aspiraciones- republicanas e independentistas- hasta la llegada de un nuevo proceso constituyente, que es lo que ha dicho la vicepresidenta del Gobierno. Para modificar el título VIII de la Constitución tendría que producirse un gran consenso. Y además seguirán estando en el Estado de España, cuando lo que quieren es la ruptura inmediata con tal. También lo quieren los de la CUP y los de Puigdemont. Por si fuera poco diabólica la situación se añaden los vascos, con la inclusión de Navarra en Euskadi y el derecho a decidir. Esta vez van a remolque de los catalanes, pero han empezado otra vez a caminar sobre aquel contencioso que costó tanto sufrimiento.

 

Sufrimiento que se percibe en los españoles que viven en Cataluña. No pueden confiar en los dirigentes de su nación. Esa nación que es la España de todos y que un día de 1978 logró cerrar las heridas de una guerra incivil y una dictadura con un gran acuerdo constitucional. Pero que ahora ya no sirve a los intereses bastardos para una aventura que asemeja a una tormenta perfecta en mar abierto. Aquí sí que hay un conflicto político. Entre las viejas izquierdas y las acomodadas derechas. Ese conflicto político que impide diferenciar los problemas de Estado -requieren soluciones de Estado- de las repugnantes fosas comunes de una etapa ignominiosa para la historia de España, se ha vuelto a poner en nuestras vidas y sobre cualquier otra cuestión. Por eso ha resucitado la extrema derecha. Por eso vuelven los fantasmas de aquellas brigadas del amanecer, checas, comisarías, quema de edificios y personas, y un largo etcétera que nos hace sentir vergüenza integral.

 

Estamos al borde del precipicio. Estamos en el punto de partida para las dos Españas. Estamos en el comienzo de otra "carlistada". Estamos iniciando la ruptura de la convivencia nacional.

 

Sólo tengo una duda. Los actuales mequetrefes que juegan con el poder popular, ¿quién los maneja a distancia?. Y es que la historia nos ha enseñado cómo algunos pocos, ocultos, fácticos, son los que mueven a las marionetas. Y España ocupa una posición geopolítica muy complicada. Somos el puente entre una Europa que nunca ha gustado a yanquilandia y las grandes empresas que operan en el continente vecino de África, de dónde no llegan noticias a los informativos, pero sabemos que hay una lucha despiadada entre el hambre y la explotación de los recursos que son el gran negocio de la civilización.       

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