La duda está en saber si los nuevos extremistas son realmente autónomos o son una “disidencia controlada” al servicio de los objetivos permanentes de los que nunca claudicó la izquierda abertzale
La "disidencia" más radical de la izquierda abertzale se organiza, expande y fortalece
Arnaldo Otegui tiene claro su análisis estratégico del futuro inmediato, dándolo a conocer en diversos foros. Resumámoslo: el Estado español está debilitado, las autonomías están en crisis, el Régimen del 78 no da más de sí… En consecuencia, además de impulsar en las instituciones un nuevo Estatuto vasco orientado a la “ruptura con España”, procedería agitar de nuevo las calles… haciendo “gimnasia”, según su propa expresión.
Coincidencia o no, los denominados “disidentes” de la izquierda abertzale “oficial”, quienes no estarían conformes con la actual estrategia del MLNV, a la que calificarían de “claudicante” y “burguesa”, se vienen consolidando y reorganizando a marchas forzadas a los largo de los últimos meses por el País Vasco, Navarra e, incluso, Francia.
Con el cese de las actividades terroristas por parte de su núcleo líder –ETA-, lentamente se vino fraguando algunas disidencias en la periferia de la autodenominada izquierda abertzale y en el corazón del mismísimo colectivo de etarras encarcelados: una treintena de ellos seguirían asumiendo posturas maximalistas frente al “realismo” de la actual dirección. Y es que no todos entendieron semejantes cambios tácticos después de lo que ellos definen como "décadas de movilizaciones, clandestinidad, muertos, miles de kilómetros visitando a sus hijos encarcelados…"
Ibil (abreviatura de Iraultzen Bilguneak, Asamblea Revolucionaria Caminar) fue una de las primeras expresiones organizativas, ya en 2012, de ese malestar, sin que llegara a consolidarse como tal. También por entonces, generaron cierta inquietud las andanzas de un profesor navarro, su supuesto líder, en la clandestinidad, allá por febrero de 2014, quien habría intentado formar un comando de una ETA en repliegue total, siendo frenado por la dirección “oficial”. Su nombre: Fermín Sánchez Agurruza, ya reincorporado en su función de docente a perpetuidad del Gobierno de Navarra.
De manera paralela, Eusko Ekintza (Acción Vasca) se presentó en público a finales de diciembre del 2012. Presuntamente, tampoco habría dado mucho de sí.
No obstante, poco a poco, los grupos juveniles más radicales, tutelados por algunos veteranos, empezaron a dar forma al nuevo movimiento disidente, en buena medida calcado de su madre común, al que denominaron, de manera nada inocente, Amnistia ta askatasuna (ATA).
Otros nombres de militantes “históricos” de la causa se asociaron a la disidencia en marcha: el etarra Juan Ignacio Aldana, Isidro María Garalde, Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Iñaki Gil de San Vicente…
Acaso la primera vez que se visibilizó tal quiebra –y de manera tan inesperada como abrupta- fuera la kale borroka que sufrió la parte vieja de Pamplona el 11 de marzo de 2017 de la mano de unos 300 jóvenes radicales llegados mayormente del Goierri guipuzcoano; movilizados por una de las “nuevas” plataformas disidentes, en este caso Errepresioari Autodefentsa, provocó graves alteraciones, así como el ingreso en prisión preventiva de cuatro de ellos.
También empezaron a formar bloque propio como Amnistia ta askatasuna (ATA) en las manifestaciones “nacionales” de cada 6 de diciembre en Bilbao. De ser unos pocos a sumar 2.000 personas en la de 2018. Acumulando apoyos, incluso se han atrevido a manifestarse el pasado 30 de noviembre en Bilbao de manera autónoma, congregando a un millar de manifestantes. En Pamplona, apenas fueron dos centenares a final del verano.
La ulterior prueba de masas será mañana 7 de diciembre, con ocasión de la Feria de Durango, donde han convocado una manifestación bajo el lema “Borrokatzea zilegi delako, amnistia osoa!”.
Pero estas expresiones públicas son el fruto de tareas orgánicas previas. Así, jóvenes y veteranos vienen dando forma a estructuras organizativas semiclandestinas afines a ATA: Herritar Batasuna, a modo de fachada política, reuniéndose y visibilizándose en varias ocasiones frente al Monumento a los Fueros de Navarra en Pamplona.
Por su parte, Jarki, que acaba de ver la luz hace unas pocas semanas, sería el equivalente a KAS y Ekin –como comisariado o bloque directivo- en el seno de este movimiento que se pretende configurar “socialista revolucionario vasco de liberación nacional”; insistiendo en lo que denominan “línea proletaria”, en un intento de marcar diferencias doctrinarias con la izquierda abertzale “oficial”.
También existe un colectivo feminista afín, Itaia (Red de Mujeres Socialistas), al modo del “oficial” Egizan.
La histórica Ikasle Abertzaleak estaría alineada –alardean en sus documentos de debate internos- con ATA y demás plataformas radicales.
Tras diversas luchas internas, los más decididos en Ernai (entidad juvenil continuadora de Jarrai, y Segi) montaron el pasado mes de febrero, a nivel de lo que denominan como "territorios vascos" (también en Francia), Gazte Koordinadora Sozialista.
Y siguen montando entidades locales o de comarca, caso de Irultzen-Irunerria komunista (para la comarca de Pamplona, presentada el pasado 30-11-19), o escindiéndose de las Gazte Asanbladas controladas, según sus reproches, por los históricos de la izquierda oficial.
Según diversas fuentes publicadas en medios de comunicación nacionales a lo largo de estos meses, estos núcleos, mayormente juveniles, estarían especialmente arraigados en el norte de Navarra y Vizcaya, permaneciendo Guipúzcoa “controlada” por la izquierda abertzale oficial. Sumarían unos 600 jóvenes, alcanzando los dos millares sus simpatizantes. No obstante, algunos incidentes entre ambas facciones han trascendido, siendo quizás el más conocido el acaecido con ocasión de la gestión el edificio Kirolak, en Arrigorriaga, provocando la salida de los más radicales de la “oficialista” Gazte Asanblada en julio pasado.
ATA y demás entes afines cuentan con algunos portavoces más o menos autorizados, entre los presos y entre veteranos abertzales; también se apuntalan nuevas figuras juveniles. Ya hemos mencionado a los más conocidos.
Especialmente entre los más jóvenes, se vienen sucediendo numerosas reuniones formativas (en marxismo…), montañeras, musicales.
Pero las alarmas han saltado inmediatamente cuando, en una rueda de prensa de EH Bildu celebrada el pasado 15 de noviembre, Arnaldo Otegi amenazó con mover las calles “haciendo gimnasia”. Pocos días después, el 30 de noviembre, un funcionario del Ministerio del Interior era agredido a plena luz del día por individuos procedentes de una “taberna” ubicada en un barrio pamplonés. Se trató de un incidente que se alargó durante 15 minutos, con persecución incluida, ante el estupor y el silencio de una vecindad acostumbrada a la presencia incómoda de radicales más o menos “incontrolados”. Un grave suceso que La Tribuna del País Vasco está investigando y del que ofreceremos nuevas informaciones próximamente.
Pero al margen de este maremágnum de siglas, plataformas alegales o semiclandestinas, y dada la fluidez de los supuestos radicales y su inserción y movilidad generalizadas en los ambientes y locales de la izquierda abertzale oficial, la pregunta obligada es: estos extremistas, alimentados cotidianamente en el odio ideológico, ¿gozan de una autonomía real o son una disidencia controlada al servicio de los objetivos permanentes de los que nunca claudicó la izquierda abertzale?
Desaparecida ETA, descartada la kale borroka, ¿será ATA la que haga el trabajo sucio a Arnaldo Otegui, Adolfo Araiz, Maddalen Iriarte y los suyos?
Arnaldo Otegui tiene claro su análisis estratégico del futuro inmediato, dándolo a conocer en diversos foros. Resumámoslo: el Estado español está debilitado, las autonomías están en crisis, el Régimen del 78 no da más de sí… En consecuencia, además de impulsar en las instituciones un nuevo Estatuto vasco orientado a la “ruptura con España”, procedería agitar de nuevo las calles… haciendo “gimnasia”, según su propa expresión.
Coincidencia o no, los denominados “disidentes” de la izquierda abertzale “oficial”, quienes no estarían conformes con la actual estrategia del MLNV, a la que calificarían de “claudicante” y “burguesa”, se vienen consolidando y reorganizando a marchas forzadas a los largo de los últimos meses por el País Vasco, Navarra e, incluso, Francia.
Con el cese de las actividades terroristas por parte de su núcleo líder –ETA-, lentamente se vino fraguando algunas disidencias en la periferia de la autodenominada izquierda abertzale y en el corazón del mismísimo colectivo de etarras encarcelados: una treintena de ellos seguirían asumiendo posturas maximalistas frente al “realismo” de la actual dirección. Y es que no todos entendieron semejantes cambios tácticos después de lo que ellos definen como "décadas de movilizaciones, clandestinidad, muertos, miles de kilómetros visitando a sus hijos encarcelados…"
Ibil (abreviatura de Iraultzen Bilguneak, Asamblea Revolucionaria Caminar) fue una de las primeras expresiones organizativas, ya en 2012, de ese malestar, sin que llegara a consolidarse como tal. También por entonces, generaron cierta inquietud las andanzas de un profesor navarro, su supuesto líder, en la clandestinidad, allá por febrero de 2014, quien habría intentado formar un comando de una ETA en repliegue total, siendo frenado por la dirección “oficial”. Su nombre: Fermín Sánchez Agurruza, ya reincorporado en su función de docente a perpetuidad del Gobierno de Navarra.
De manera paralela, Eusko Ekintza (Acción Vasca) se presentó en público a finales de diciembre del 2012. Presuntamente, tampoco habría dado mucho de sí.
No obstante, poco a poco, los grupos juveniles más radicales, tutelados por algunos veteranos, empezaron a dar forma al nuevo movimiento disidente, en buena medida calcado de su madre común, al que denominaron, de manera nada inocente, Amnistia ta askatasuna (ATA).
Otros nombres de militantes “históricos” de la causa se asociaron a la disidencia en marcha: el etarra Juan Ignacio Aldana, Isidro María Garalde, Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Iñaki Gil de San Vicente…
Acaso la primera vez que se visibilizó tal quiebra –y de manera tan inesperada como abrupta- fuera la kale borroka que sufrió la parte vieja de Pamplona el 11 de marzo de 2017 de la mano de unos 300 jóvenes radicales llegados mayormente del Goierri guipuzcoano; movilizados por una de las “nuevas” plataformas disidentes, en este caso Errepresioari Autodefentsa, provocó graves alteraciones, así como el ingreso en prisión preventiva de cuatro de ellos.
También empezaron a formar bloque propio como Amnistia ta askatasuna (ATA) en las manifestaciones “nacionales” de cada 6 de diciembre en Bilbao. De ser unos pocos a sumar 2.000 personas en la de 2018. Acumulando apoyos, incluso se han atrevido a manifestarse el pasado 30 de noviembre en Bilbao de manera autónoma, congregando a un millar de manifestantes. En Pamplona, apenas fueron dos centenares a final del verano.
La ulterior prueba de masas será mañana 7 de diciembre, con ocasión de la Feria de Durango, donde han convocado una manifestación bajo el lema “Borrokatzea zilegi delako, amnistia osoa!”.
Pero estas expresiones públicas son el fruto de tareas orgánicas previas. Así, jóvenes y veteranos vienen dando forma a estructuras organizativas semiclandestinas afines a ATA: Herritar Batasuna, a modo de fachada política, reuniéndose y visibilizándose en varias ocasiones frente al Monumento a los Fueros de Navarra en Pamplona.
Por su parte, Jarki, que acaba de ver la luz hace unas pocas semanas, sería el equivalente a KAS y Ekin –como comisariado o bloque directivo- en el seno de este movimiento que se pretende configurar “socialista revolucionario vasco de liberación nacional”; insistiendo en lo que denominan “línea proletaria”, en un intento de marcar diferencias doctrinarias con la izquierda abertzale “oficial”.
También existe un colectivo feminista afín, Itaia (Red de Mujeres Socialistas), al modo del “oficial” Egizan.
La histórica Ikasle Abertzaleak estaría alineada –alardean en sus documentos de debate internos- con ATA y demás plataformas radicales.
Tras diversas luchas internas, los más decididos en Ernai (entidad juvenil continuadora de Jarrai, y Segi) montaron el pasado mes de febrero, a nivel de lo que denominan como "territorios vascos" (también en Francia), Gazte Koordinadora Sozialista.
Y siguen montando entidades locales o de comarca, caso de Irultzen-Irunerria komunista (para la comarca de Pamplona, presentada el pasado 30-11-19), o escindiéndose de las Gazte Asanbladas controladas, según sus reproches, por los históricos de la izquierda oficial.
Según diversas fuentes publicadas en medios de comunicación nacionales a lo largo de estos meses, estos núcleos, mayormente juveniles, estarían especialmente arraigados en el norte de Navarra y Vizcaya, permaneciendo Guipúzcoa “controlada” por la izquierda abertzale oficial. Sumarían unos 600 jóvenes, alcanzando los dos millares sus simpatizantes. No obstante, algunos incidentes entre ambas facciones han trascendido, siendo quizás el más conocido el acaecido con ocasión de la gestión el edificio Kirolak, en Arrigorriaga, provocando la salida de los más radicales de la “oficialista” Gazte Asanblada en julio pasado.
ATA y demás entes afines cuentan con algunos portavoces más o menos autorizados, entre los presos y entre veteranos abertzales; también se apuntalan nuevas figuras juveniles. Ya hemos mencionado a los más conocidos.
Especialmente entre los más jóvenes, se vienen sucediendo numerosas reuniones formativas (en marxismo…), montañeras, musicales.
Pero las alarmas han saltado inmediatamente cuando, en una rueda de prensa de EH Bildu celebrada el pasado 15 de noviembre, Arnaldo Otegi amenazó con mover las calles “haciendo gimnasia”. Pocos días después, el 30 de noviembre, un funcionario del Ministerio del Interior era agredido a plena luz del día por individuos procedentes de una “taberna” ubicada en un barrio pamplonés. Se trató de un incidente que se alargó durante 15 minutos, con persecución incluida, ante el estupor y el silencio de una vecindad acostumbrada a la presencia incómoda de radicales más o menos “incontrolados”. Un grave suceso que La Tribuna del País Vasco está investigando y del que ofreceremos nuevas informaciones próximamente.
Pero al margen de este maremágnum de siglas, plataformas alegales o semiclandestinas, y dada la fluidez de los supuestos radicales y su inserción y movilidad generalizadas en los ambientes y locales de la izquierda abertzale oficial, la pregunta obligada es: estos extremistas, alimentados cotidianamente en el odio ideológico, ¿gozan de una autonomía real o son una disidencia controlada al servicio de los objetivos permanentes de los que nunca claudicó la izquierda abertzale?
Desaparecida ETA, descartada la kale borroka, ¿será ATA la que haga el trabajo sucio a Arnaldo Otegui, Adolfo Araiz, Maddalen Iriarte y los suyos?