Violencia
No tiene género, al igual que no lo tienen la ciudadanía, el patrimonio de la humanidad, los derechos humanos en sus diferentes y constantes generaciones, incluso en la problemática de colisión -libertad y seguridad-. La violencia no sólo es física, no sólo es individual, no sólo es feminicida, no sólo usa "herramientas" físicas, también psicológicas y subculturales.
Cuando llegan los tiempos navideños siempre se recurre a reflexionar para desear a todos, paz. Pero frente a esos deseos positivos se alzan costumbres, comportamientos y argumentos que instan a todo lo contrario, impactando sobre el secreto mejor guardado por la humanidad: las coordenadas para llegar a la convivencia...
No soy católico practicante. Me considero fruto del humanismo cristiano. Por convicción histórica. Lamento que hayamos dejado la moral cristiana y su espacio lo haya ocupado la amoral con esos cortos recorridos donde el hombre o la mujer son meros instrumentos para el mercado que se mueve entre unos pocos que lo atesoran casi todo y el resto que somos supervivientes necesarios para los grandes negocios de los poderes fácticos.
Estamos perdiendo la batalla y la violencia no sólo perdura, se extiende, no cesa, se convierte en un gran negocio, forma parte de la perversa gestión del miedo. Y todo ello por no querer asumir que como enfermedad social, debemos conocer y tratar sus causas y no quedarnos tan sólo con sus síntomas. Lo mismo que alguien se atrevió a indagar sobre la espiral del silencio, Elisabeth Noelle-Neumann, es preciso indagar y actualizar sobre la raíces para la espiral de la violencia en el siglo XXI.
Dicho lo que antecede como marco ideológico, fijo la atención es esa violencia que está presente en Cataluña. Parece que nuestra generación se libró del viejo concepto de las guerras mundiales propias del siglo XX, o de la guerra incivil entre 1936 y 1939; pero no hemos podido evitar el periodo de violencia terrorista en el País Vasco, como ahora no queremos reconocer que en Cataluña existe una violencia creciente, retransmitida por los grandes medios audiovisuales de comunicación para las masas. Y como siempre, con dos elementos. Los que niegan tal violencia. Los que justifican la espiral de tal fenómeno por causas políticas.
Tuve en mis manos los trabajos de Javier Elzo, catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto. Auténtico experto en analizar las raíces de la violencia, precisamente por tal fenómeno en Euskadi. En el 2008 señala en un artículo que los niveles de violencia de los adolescentes y jóvenes son los mismos que hace cincuenta años. El observador llega a distinguir varios cohortes de violencia: racista, revolucionaria, nacionalista, desarraigo social... y nos sorprende con la denominada violencia lúdica, que es consecuencia del aburrimiento, el hastío, la falta de alicientes. Señala la existencia paterna de una tolerancia que roza la indiferencia. Merece la pena leer su libro "Más allá del botellón: análisis socioantropológico del consumo de alcohol en los adolescentes y jóvenes". Por su experiencia, le encargan a Javier Elzo un estudio sobre la tipología de la violencia juvenil en el medio de la enseñanza que es competencia de la Generalitat.
Para Elzo, los adolescentes son una generación reducida, “debido a la baja natalidad” y “viven en ‘stand by’, ya que todo empieza antes y termina más tarde”, prueba de ello es la emancipación. Además, la mayoría se preocupa principalmente por lo próximo y lo cercano, y un alto porcentaje de ellos tiene miedo a la soledad, al aburrimiento y al silencio. No obstante, invierten en valores como el pacifismo, la tolerancia y la ecología, aunque se despreocupan de otros principios importantes como la responsabilidad, el compromiso, la participación o el esfuerzo.
El autor, por otra parte, destaca “la gran capacidad de adaptación de los adolescentes”, un terreno en el que las nuevas tecnologías son una importante fuente de socialización; al tiempo que recuerda la importancia de entender la auténtica “transformación actual del núcleo familiar” para entender a los jóvenes de hoy en día. En cuanto a la lacra de la violencia escolar, el catedrático afirma que el ‘bulling’ afecta en mayor medida al alumnado extranjero, aunque también se da de forma habitual en los estudiantes de origen español.
Y llegamos a los sucesos del 'contencioso' entre Cataluña y el Estado, y entre catalanes y de estos con el resto de los españoles. ¡Vale todo!. ¡Y valen las trampas!. Y, como siempre, serán los jóvenes, la vanguardia del enfrentamiento. Ahora resulta que las aspiraciones secesionistas del nacionalismo catalán sólo se defienden con actitudes democráticas y pacifistas. Ahora resulta que en Cataluña o con Cataluña, el conflicto es tan sólo político, no es de convivencia...
¿Entonces, las imágenes en las calles de Barcelona, son un espejismo o la maniobra artera de quien nos engaña con imágenes tipo Belfast?. ¿Alguien puede seguir defendiendo que en Cataluña no hay gestión del miedo, a ser español, a no asumir los principios fundamentales del 'Proceso' hacia la independencia?. Y qué decir del adoctrinamiento de los jóvenes para luchar en las calles contra "la ocupación española".
El partido de futbol entre los dos grandes equipos de la Liga nacional, ha puesto de manifiesto dos hechos. Cualquier espectáculo de masas con proyección internacional es un buen espacio para mostrar la capacidad de violencia que tienen determinados grupos catalanes, siempre con la aquiescencia de un tal Torra, que sigue siendo el representante legal del Estado español en Cataluña. Pero también pudimos comprobar que cuando determinadas entidades de la sociedad civil catalana no colaboran en la algarada, esta fracasa, y así pasó con motivo del partido de futbol; el Club de Futbol Barcelona, que es más que un Club, tuvo miedo a que los incidentes previstos le perjudicaran gravemente en sus intereses económicos, por eso colaboró como nunca con la policía y el plan de los alborotadores se quedó fuera del nou camp.
Por fin. Como me temía. Los organismos del poder judicial en la UE, no son de fiar. Lo mostraron tolerando la presencia de Puigdemont en Bélgica. Lo han mostrado con la sentencia sobre la inmunidad para uno de los cabecillas de un golpe de Estado.
Con todo lo que digo, concluyo con tres afirmaciones. Me siento exiliado en mi propio país, cada vez que veo como los secesionistas marcan la agenda del Gobierno para España. Me siento aturdido por la falta de unidad y tratamiento integral del fenómeno de la violencia. Me resulta insoportable que botarates, badulaques y mentecatos, sigan pontificando sobre lo que es violencia, amén de ponerle género.
No tiene género, al igual que no lo tienen la ciudadanía, el patrimonio de la humanidad, los derechos humanos en sus diferentes y constantes generaciones, incluso en la problemática de colisión -libertad y seguridad-. La violencia no sólo es física, no sólo es individual, no sólo es feminicida, no sólo usa "herramientas" físicas, también psicológicas y subculturales.
Cuando llegan los tiempos navideños siempre se recurre a reflexionar para desear a todos, paz. Pero frente a esos deseos positivos se alzan costumbres, comportamientos y argumentos que instan a todo lo contrario, impactando sobre el secreto mejor guardado por la humanidad: las coordenadas para llegar a la convivencia...
No soy católico practicante. Me considero fruto del humanismo cristiano. Por convicción histórica. Lamento que hayamos dejado la moral cristiana y su espacio lo haya ocupado la amoral con esos cortos recorridos donde el hombre o la mujer son meros instrumentos para el mercado que se mueve entre unos pocos que lo atesoran casi todo y el resto que somos supervivientes necesarios para los grandes negocios de los poderes fácticos.
Estamos perdiendo la batalla y la violencia no sólo perdura, se extiende, no cesa, se convierte en un gran negocio, forma parte de la perversa gestión del miedo. Y todo ello por no querer asumir que como enfermedad social, debemos conocer y tratar sus causas y no quedarnos tan sólo con sus síntomas. Lo mismo que alguien se atrevió a indagar sobre la espiral del silencio, Elisabeth Noelle-Neumann, es preciso indagar y actualizar sobre la raíces para la espiral de la violencia en el siglo XXI.
Dicho lo que antecede como marco ideológico, fijo la atención es esa violencia que está presente en Cataluña. Parece que nuestra generación se libró del viejo concepto de las guerras mundiales propias del siglo XX, o de la guerra incivil entre 1936 y 1939; pero no hemos podido evitar el periodo de violencia terrorista en el País Vasco, como ahora no queremos reconocer que en Cataluña existe una violencia creciente, retransmitida por los grandes medios audiovisuales de comunicación para las masas. Y como siempre, con dos elementos. Los que niegan tal violencia. Los que justifican la espiral de tal fenómeno por causas políticas.
Tuve en mis manos los trabajos de Javier Elzo, catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto. Auténtico experto en analizar las raíces de la violencia, precisamente por tal fenómeno en Euskadi. En el 2008 señala en un artículo que los niveles de violencia de los adolescentes y jóvenes son los mismos que hace cincuenta años. El observador llega a distinguir varios cohortes de violencia: racista, revolucionaria, nacionalista, desarraigo social... y nos sorprende con la denominada violencia lúdica, que es consecuencia del aburrimiento, el hastío, la falta de alicientes. Señala la existencia paterna de una tolerancia que roza la indiferencia. Merece la pena leer su libro "Más allá del botellón: análisis socioantropológico del consumo de alcohol en los adolescentes y jóvenes". Por su experiencia, le encargan a Javier Elzo un estudio sobre la tipología de la violencia juvenil en el medio de la enseñanza que es competencia de la Generalitat.
Para Elzo, los adolescentes son una generación reducida, “debido a la baja natalidad” y “viven en ‘stand by’, ya que todo empieza antes y termina más tarde”, prueba de ello es la emancipación. Además, la mayoría se preocupa principalmente por lo próximo y lo cercano, y un alto porcentaje de ellos tiene miedo a la soledad, al aburrimiento y al silencio. No obstante, invierten en valores como el pacifismo, la tolerancia y la ecología, aunque se despreocupan de otros principios importantes como la responsabilidad, el compromiso, la participación o el esfuerzo.
El autor, por otra parte, destaca “la gran capacidad de adaptación de los adolescentes”, un terreno en el que las nuevas tecnologías son una importante fuente de socialización; al tiempo que recuerda la importancia de entender la auténtica “transformación actual del núcleo familiar” para entender a los jóvenes de hoy en día. En cuanto a la lacra de la violencia escolar, el catedrático afirma que el ‘bulling’ afecta en mayor medida al alumnado extranjero, aunque también se da de forma habitual en los estudiantes de origen español.
Y llegamos a los sucesos del 'contencioso' entre Cataluña y el Estado, y entre catalanes y de estos con el resto de los españoles. ¡Vale todo!. ¡Y valen las trampas!. Y, como siempre, serán los jóvenes, la vanguardia del enfrentamiento. Ahora resulta que las aspiraciones secesionistas del nacionalismo catalán sólo se defienden con actitudes democráticas y pacifistas. Ahora resulta que en Cataluña o con Cataluña, el conflicto es tan sólo político, no es de convivencia...
¿Entonces, las imágenes en las calles de Barcelona, son un espejismo o la maniobra artera de quien nos engaña con imágenes tipo Belfast?. ¿Alguien puede seguir defendiendo que en Cataluña no hay gestión del miedo, a ser español, a no asumir los principios fundamentales del 'Proceso' hacia la independencia?. Y qué decir del adoctrinamiento de los jóvenes para luchar en las calles contra "la ocupación española".
El partido de futbol entre los dos grandes equipos de la Liga nacional, ha puesto de manifiesto dos hechos. Cualquier espectáculo de masas con proyección internacional es un buen espacio para mostrar la capacidad de violencia que tienen determinados grupos catalanes, siempre con la aquiescencia de un tal Torra, que sigue siendo el representante legal del Estado español en Cataluña. Pero también pudimos comprobar que cuando determinadas entidades de la sociedad civil catalana no colaboran en la algarada, esta fracasa, y así pasó con motivo del partido de futbol; el Club de Futbol Barcelona, que es más que un Club, tuvo miedo a que los incidentes previstos le perjudicaran gravemente en sus intereses económicos, por eso colaboró como nunca con la policía y el plan de los alborotadores se quedó fuera del nou camp.
Por fin. Como me temía. Los organismos del poder judicial en la UE, no son de fiar. Lo mostraron tolerando la presencia de Puigdemont en Bélgica. Lo han mostrado con la sentencia sobre la inmunidad para uno de los cabecillas de un golpe de Estado.
Con todo lo que digo, concluyo con tres afirmaciones. Me siento exiliado en mi propio país, cada vez que veo como los secesionistas marcan la agenda del Gobierno para España. Me siento aturdido por la falta de unidad y tratamiento integral del fenómeno de la violencia. Me resulta insoportable que botarates, badulaques y mentecatos, sigan pontificando sobre lo que es violencia, amén de ponerle género.