Benidorm, la cuarta provincia vasca
Curiosamente, la localidad levantina de Benidorm suele convertirse en lugar de encuentro de los candidatos que los principales partidos vascos presentan a las elecciones, tengan éstas el carácter que tengan.
No es de extrañar esta querencia de los políticos euskaldunes hacia el municipio alicantino, ya que en esta época primaveral son más de 10.000 los ciudadanos de la comunidad autónoma vasca que se concentran en esta ciudad. Por ello, PNV, PSE-PSOE y PP no dudan en enviar a sus representantes a pescar en este caladero de votos potenciales, sobre todo teniendo en cuenta que los vascos aquí reunidos, generalmente jubilados que disfrutan de sus vacaciones o que, incluso, pasan largas temporadas alejados de la omnipresente humedad norteña, parecen, en principio, hallarse más desmotivados para ejercer su derecho al voto, bien por las dificultades que entraña el voto por correo bien por la holganza y la quietud propias de los momentos de asueto.
Los vascos de Benidorm son, mayoritariamente, vascos no nacionalistas. Hay que tener en cuenta que la propia ciudad de Benidorm, luminosa, abierta, mestiza, tolerante, híbrida y repleta desde hace décadas de ciudadanos originarios de múltiples nacionalidades, resulta poco propicia para los discursos oscuros, cerrados, intransigentes, intolerantes y étnicamente puros como los que manan de los sectores más extremistas del nacionalismo vasco.
Quien ha visitado esta ciudad melancólicamente decó, extrañamente atractiva en sus construcciones imposibles, intensamente dinámica y, sobre todo, carente de cualquier tipo de complejo ideológico, político o social, sabe que de sus calles nunca podría salir un personaje incendiario, radical, integrista y profundamente irrespetuoso con los derechos y libertades de muchos de sus ciudadanos como Itxaso Atutxa, la responsable del PNV en Vizcaya que nos ha llamado "sinvergüenzas" a quienes pensamos que una Euskadi independiente quedaría, inmediatamente, fuera de la UE.
Una personalidad irracional y animaloide como la de Itxaso Atutxa, en Benidorm, sería un contrasentido, una incoherencia y una extravagancia que no superaría la categoría de anécdota desagradable o de chisme jocoso contado al borde del Mediterráneo.
Definitivamente, en el País Vasco, necesitamos muchos más municipios como Benidorm, y mucho menos pueblos indecentes gobernados por cabestros de Bildu o del PNV.
Curiosamente, la localidad levantina de Benidorm suele convertirse en lugar de encuentro de los candidatos que los principales partidos vascos presentan a las elecciones, tengan éstas el carácter que tengan.
No es de extrañar esta querencia de los políticos euskaldunes hacia el municipio alicantino, ya que en esta época primaveral son más de 10.000 los ciudadanos de la comunidad autónoma vasca que se concentran en esta ciudad. Por ello, PNV, PSE-PSOE y PP no dudan en enviar a sus representantes a pescar en este caladero de votos potenciales, sobre todo teniendo en cuenta que los vascos aquí reunidos, generalmente jubilados que disfrutan de sus vacaciones o que, incluso, pasan largas temporadas alejados de la omnipresente humedad norteña, parecen, en principio, hallarse más desmotivados para ejercer su derecho al voto, bien por las dificultades que entraña el voto por correo bien por la holganza y la quietud propias de los momentos de asueto.
Los vascos de Benidorm son, mayoritariamente, vascos no nacionalistas. Hay que tener en cuenta que la propia ciudad de Benidorm, luminosa, abierta, mestiza, tolerante, híbrida y repleta desde hace décadas de ciudadanos originarios de múltiples nacionalidades, resulta poco propicia para los discursos oscuros, cerrados, intransigentes, intolerantes y étnicamente puros como los que manan de los sectores más extremistas del nacionalismo vasco.
Quien ha visitado esta ciudad melancólicamente decó, extrañamente atractiva en sus construcciones imposibles, intensamente dinámica y, sobre todo, carente de cualquier tipo de complejo ideológico, político o social, sabe que de sus calles nunca podría salir un personaje incendiario, radical, integrista y profundamente irrespetuoso con los derechos y libertades de muchos de sus ciudadanos como Itxaso Atutxa, la responsable del PNV en Vizcaya que nos ha llamado "sinvergüenzas" a quienes pensamos que una Euskadi independiente quedaría, inmediatamente, fuera de la UE.
Una personalidad irracional y animaloide como la de Itxaso Atutxa, en Benidorm, sería un contrasentido, una incoherencia y una extravagancia que no superaría la categoría de anécdota desagradable o de chisme jocoso contado al borde del Mediterráneo.
Definitivamente, en el País Vasco, necesitamos muchos más municipios como Benidorm, y mucho menos pueblos indecentes gobernados por cabestros de Bildu o del PNV.