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Pablo Mosquera
Sábado, 11 de Enero de 2020 Tiempo de lectura:

Entre lágrimas, abrazos y... mentiras

Si algo tenemos claro los españoles es la falta de ética que practican los actuales dirigentes de la izquierda y su voracidad para ocupar cargos al precio que sea preciso pagar por los españoles. A la etapa de la corrupción le sucede una etapa dónde la mentira es virtud para alcanzar el poder.

 

Pero hay mucho teatro por medio. Hemos visto los comienzos de la tragedia. Con dos grandes escenarios del teatro clásico. Casi el que puede representarse en Mérida. Un enfrentamiento feroz entre dos formas para ver España. Unos socios/as celebrando entre abrazos y lágrimas su triunfo, mientras se miran "al bies"...

 

La coalición de la nueva izquierda española-bolivariana, ha comenzado su singladura con dos reveses. El más importante: la bofetada que les han dado desde el poder judicial sobre las apetencias de Oriol Junquera. La filtración interesada del Gobierno Iglesias antes de que hubiera Presidente y lo supiera el Jefe del Estado.

 

Nada es casual, todo es causal. La filtración es un mensaje directo a las bases de Podemos, que no han olvidado la pérdida de escaños en la formación, gracias a la actitud totalitaria de la nueva Cleopatra. Me refiero a la próxima Ministra de Igualdad. La sentencia por unanimidad del poder judicial es una muestra inequívoca del inmenso cabreo que tienen los más altos dignatarios del poder judicial que no están dispuestos a ser utilizados por el poder ejecutivo a su antojo y según convengan las sentencias en cada momento.

 

Podemos es aquello que el ingenio hispano señaló como unas pirañas dentro de un bidé. Se puede ser comunista. Lo que no se puede ser es belicista con verborrea y financiación procedente de las repúblicas bananeras, donde se ha estado usando la tiranía en nombre de la libertad.   

 

Y es que tenía razón Sánchez cuando dijo que un Gobierno con Iglesias le produciría insomnio eterno. Por tal motivo le auguro a Sánchez un permanente estado de alerta, con tres escenarios. El cabreo infinito de los españoles que ejercen como tales y se han visto traicionados por los pactos con el nacionalismo secesionista. El cabreo, contenido hasta hoy, de los socialistas que saben de ética y escala de valores, y nunca reivindicaron a Maquiavelo como socialista. El temor a las marrullerías de Podemos.

 

En todo este pisto, ruego a mis lectores que fijen su atención en las tres damas poderosas e inquietas que les nombro y con unos increíbles méritos profesionales. Adriana Lastra. Irene Montero. Ada Colau. Unidas para el disfrute del poder y su capacidad para engatusar a los varones de la política. Me temo que serán famosas en esta legislatura que comienza con la tercera década del siglo XXI.

 

Sánchez tiene que mentir y mentir. Mentir para entretener a los coyunturales socios de ERC, con mesas donde -como decía Arzalluz- no habrá pactos, tan sólo habrá cháchara. A no ser que el Empecinado haga lo que hizo aquel nefasto Fernando VII. Tratar de cargarse con los cien mil hijos de San Luís al espíritu de las Cortes de Cádiz. En este caso, y siguiendo las muecas de su hombre con máxima confianza -Ábalos- convertir la posible en imposible, desde la perspectiva por la que se nos declara a todos los españoles imbéciles dóciles amaestrados con algunas migajas de política social.

 

Mentir para evitar unos ingresos insuficientes frente al gasto que se nos anuncia. Claro, que les importa un comino. Como les importa un comino el endeudamiento de España. Pero no tengo tan seguro que Europa trague tales mentiras en las cuentas del Estado. A no ser que estemos en la fase disolutoría de la UE, y los filibusteros aprovechen la debilidad aliándose con el coloso americano para terminar con aquella hermosa aventura para la Europa de los ciudadanos que señalaba Jacques Delors, y que bastante tendrá con recuperarse del impacto que supone el Brexit.

 

Mentir para que los navarros no se subleven. Conozco a tan bravo pueblo y ya han advertido que el PNV no les representa. Por lo tanto, si el acuerdo con los nacionalistas vascos supone la incorporación de Navarra a Euskadi, me temo que habrá lágrimas, no de emoción, más bien de dolor.

 

Mentir para explicar la asimetría del dinero público fruto de los acuerdos firmados -aunque el papel lo aguante todo- con socios a los que parece importarles más su minuto de gloria que la causa de ser español y garante de la unidad de España. Y es que como anunció Marx, "cada hombre tiene un precio". Pero en el nuevo reparto de la tarta, no hay para todos. Algunos se tendrán que conformar con las migajas que dejen vascos y catalanes. Pero ya no estamos en aquella España de 1978. Ahora cualquier comunidad siente con orgullo que tiene derechos históricos, y si no los tuviera, se los inventa.

 

Abrazar como lo hace el oso. Es lo que interpretamos de la nómina para altos cargos, que será un abrazo de oso para impedir los movimientos incontrolados de Podemos y su Gobierno. Estamos ante un escenario dónde aumentarán las poltronas para contentar y controlar. Hay que contentar a los díscolos. Hay que dar mamandurria a los envidiosos/as. Hay que comprar voluntades con privilegios.

 

Llorar lágrimas de humillación por los bajos niveles a los que ha descendido la política con mequetrefes dirigentes/as que nos engañaron desde aquellas asambleas callejeras procedentes de la indignación y al grito de "no nos representan". Pues una vez más, España sufre la maldición de Murphy. Cualquier situación que fuera mala con la derecha, es susceptible de empeorar con esta izquierda.      

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