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Domingo, 12 de Enero de 2020 Tiempo de lectura:

El turbocapitalismo lo quiere todo para sí mismo. Por eso no puede tolerar la religión ni lo sagrado

[Img #16913]Entgoetterung, "des-divinización". Este fue el neologismo que Martin Heidegger usó para expresar la Tod Gottes, la "muerte de Dios" evocada por Nietzsche. El tiempo del tecnocapitalismo planetario es el tiempo de la muerte de Dios y de lo sagrado: la época en la que el ser en su conjunto debe estar a disposición de la voluntad ilimitada de auto-empoderamiento, la voluntad del poder; un poder que no puede admitir zonas francas y, por lo tanto, no transige con el espacio inviolable de la trascendencia sagrada y teológica.

 

En una inspección más cercana, la estructura del cosmomercantilismo flexible y absoluto de hoy es todo lo paradójica que ella puede parecer: des-divinizada y teológica, atea y monoteísta, secular y religiosa. Esa estructura es des-divinizada, atea y secular en la medida en que, como se ha visto de forma ensombrecida en El futuro es nuestro (Bompiani 2014), rompe el vínculo con las formas tradicionales de trascendencia y lo sagrado: promueve el ateísmo consumista, el secularismo hedonista, el plan suave y desimbolizado del mercado, del egoísmo adquisitivo individualista, la reducción competitiva del otro a un instrumento simple.

 

El turbocapitalismo se presenta totalitario y no border [sin fronteras], entonces, como una suerte de estructura inherentemente teológica, religiosa, monoteísta. De hecho, tiene como su absoluto fundamento el mercado divinizado monoteísticamente, y "vincula" (religat) unos a otros seres humanos en el credo del libre comercio y en el nihilismo consumista, razón de ser de la insociable sociabilidad de la smithiana commercial society globalizada.

 

Promueve nuevas formas de fe en lo irracional (principalmente el credo quia absurdum de los economistas, su lealtad dogmática al mito del crecimiento infinito en el horizonte finito del planeta) y del reencantamiento místico: pone a los seres humanos frente a sus productos -bolsas, valores y productos básicos- como frente a tantas deidades omnipotentes, que solo pueden ser obedientemente respaldadas.


En el escenario de la brujería del capitalismo de alta tecnología como religión de la vida cotidiana, los hombres se encuentran a merced de fuerzas místicas, insondables y divinas, llamadas "recesión", "racionalización", revisión de gastos, "reducción de personal", "reubicación", "deuda"," colapso de la demanda del mercado " y en muchas más formas todavía.

 

Esta deificación del mercado, típica de la época de la muerte de Dios, se confirma, ejempli gratia, con un sello casi místico en las páginas de Friedrich von Hayek quien, así, en el ensayo El uso del conocimiento en la sociedad, el orden del mercado se define como “aquello que excede en gran medida el alcance de nuestra comprensión, nuestros deseos y metas, y nuestras percepciones sensoriales; es lo que incorpora y genera ese conocimiento que ningún cerebro individual u organización individual puede poseer o inventar ”.

 

El Entgoetterung, la "des-divinización" evocada por Heidegger, corresponde, por lo tanto, a un proceso de destitución de divino y lo sagrado y la re-divinización convergente con ello- del mundo saturado por la forma mercantil, forma hipostática en un nuevo Absoluto, glorificado por homilías neoliberales: por teología económica y del verbum misticum de los sacerdotes de la gestión desnacionalizada.

 

En esto descansa el carácter falsamente emancipador de las formas que prevalecen ahora del ateísmo y de las ofensivas desacralizadoras contra lo divino, típicas del secularista ejército de Pancho Villa (Armada Brancaleone, en el original italiano N. del T.): la única realidad que emana de él es, de hecho, el nexo de la fuerza capitalista misma. Un nexo divinizado, sacralizado e hipostático en una nueva teología secular e inmanente.

 

https://www.ilfattoquotidiano.it/2020/01/09/il-turbocapitalismo-vuole-tutto-per-se-per-questo-non-puo-tollerare-la-religione-e-il-sacro/5659383/

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