¿Cómo hemos llegado a esto?
Cunde la alarma, el pánico, la consternación. Las campanas tañen su lamento… ¡Que vienen otra vez los rojos, los rojos...!
Y ciertamente han llegado en su expresión más clásica, la más exacerbada, la menos culta, cerebral, humanista..., acompañada de los rompepatrias, los antiespaña, los expertos en operaciones de derribo.
¿Y ahora, qué? ¿A nadie se le había ocurrido que esto podría pasar? ¿Nadie previó que había que adoptar medidas de prevención, de evitación del descalabro y adulteración de una Constitución ya inservible?
Se ha producido la tormenta perfecta por la conjunción de los astros. Por una parte, por una Constitución pactada en momentos de Transición, con graves lagunas y errores de concepto devenidos en obligados consensos con quienes querían fijar las bases de lo que hoy viene ocurriendo. Por otra, por una continua adulteración de la letra y el espíritu de la Constitución, hasta hacerla irreconocible, por un Tribunal político y a merced de los políticos, llamado Constitucional, que ha ido desarrollando una modificación constitucional solapada a la medida de los intereses y conveniencias de cada momento. Y, por último, por una ingeniería social perfectamente diseñada para un cambio cultural en la población. Y a este último aspecto voy a dedicar este artículo.
Modificación cognitiva. Ese esa es la idea clave. ¿Cómo se modifican cognitivamente las percepciones, las formas de interpretar la realidad, la cosmovisión de las gentes? ¿Es eso posible?
Evidentemente, lo es. No hay más que acudir a los regímenes totalitarios a lo largo de la historia reciente para comprobarlo.
La fórmula es muy concreta y fácil de entender: se llama moldeamiento de la estructura cognitiva de las sociedades. En definitiva, construir moldes cognitivos al servicio de un entramado ideológico para que la sociedad vea de una forma unívoca, uniforme, el sentido de las cosas.
Premisas para ello:
1.- Las sociedades son conglomerados de personas. Tienen personalidad propia por aglutinación de la forma de percibir de los individuos.
2.- El encaje del pensamiento colectivo con determinadas cosmovisiones de la vida tiene que ver con la cultura moldeada o con la transmitida.
3.- Esa cosmovisión común determina la identidad y el molde cognitivo de las masas.
En función de ello, quien tenga las herramientas para modificar cognitivamente a las masas tiene el poder omnímodo. Caso del nacionalismo catalán, vasco o de la alienación de las comunidades con pensamiento monolítico, caso paradigmático el de las sociedades comunistas.
Esos moldes cognitivos impiden ver otras realidades diferentes de las que se prefiguran en los paradigmas totalitarios. Más allá de las orejeras puestas en cabezas poco amuebladas desde el plano intelectual, no existe nada, y las personas se convierten en clones de un modelo de hombre que no ha adquirido las condiciones para ser persona, es decir, individuo irrepetible y con una propia forma de analizar, observar y pensar.
Esos moldes se configuran con varios elementos:
1.- El control de la escuela. Los totalitarios no conciben la enseñanza-educación como un derecho individual, y una forma de dar un pleno desarrollo personal a los educandos, sino como un instrumento del Estado para crear una sociedad a la medida de quien controla el poder político. Por eso la educación no se concibe como un derecho y un deber de las familias, sino como una potestad del Estado.
2.- El control del lenguaje. Quien controla el significado de las palabras controla el pensamiento. El lenguaje es el vehículo en el que se desarrolla el pensamiento. El abanico de significantes que encierra el lenguaje modula y configura la forma de pensar de las gentes. La adulteración, modificación, perversión, pérdida de significado, etc. de las palabras puede transformar la cosmovisión de las masas.
Lo mismo sirve para el cambio de los códigos lingüísticos. Es decir, el cambio del idioma. Cada idioma encierra en sí una forma de ver y percibir las realidades, según un filtro cultural. Cuando las naciones fragmentarias erradican el idioma común que vincula a cada ciudadano de ese Estado nacional, lo que se está produciendo de forma inconsciente es una modificación cognitiva de la masa para que sea receptiva a las ideas de secesión y ruptura.
3.- El control de los vehículos informativos, la manipulación de la información, su falsificación y la desinformación. El medio por antonomasia para ello es la televisión. No hay más que ver que casi todos los servicios informativos televisivos están cortados por el mismo patrón, sin dar pábulo a la existencia de un enfoque alternativo o divergente. En el caso de las redes de internet está empezando a ocurrir algo parecido con las falsas noticias.
El problema es que a un Gobierno con tintes totalitarios se le ocurra abordar la desinformación con una forma de persecución al que versione la realidad con un enfoque disidente.
4.- El control del conocimiento de los hechos y realidades históricas y la modificación de la memoria histórica, o el falseamiento de la verdad. A través de programas que dan una orientación monolítica y oficial a la realidad, sin dejar hacer a los que se dedican profesionalmente a descubrir los hechos históricos a través de las fuentes, pervirtiendo lo que debe ser la historia como disciplina científica.
Hay más elementos, pero me centro exclusivamente en éstos. La realidad es que durante mucho tiempo han existido voces, como la del autor de este artículo, que han avisado de lo que venía.
Los estúpidos políticos, que no es lo mismo que los políticos estúpidos, no han querido afrontar esta cuestión poniendo diques a la manipulación cognitiva de las masas, para permitir la existencia de sociedades plurales y libres. Hoy, la realidad es totalitaria, no democrática. A ellos debemos demandar responsabilidades.
La batalla que debemos librar está en el terreno cultural, volviendo a las raíces, respetando el legado de nuestros mayores, recuperando la verdad probada, recomponiendo el fin y el objeto de la escuela, que es el interés del niño y adolescente, volviendo al sentido genuino de la Universidad como templo del conocimiento y del pensamiento divergente libre, logrando la pluralidad informativa y combatiendo el monolitismo de los enfoques totalitarios de las cosas, defendiendo nuestra lengua común, sin perjuicio de la libertad de usar las otras lenguas minoritarias, no minorizadas, etc. Sin esos ingredientes, hablaremos de democracia sin saber realmente lo que es.
Cunde la alarma, el pánico, la consternación. Las campanas tañen su lamento… ¡Que vienen otra vez los rojos, los rojos...!
Y ciertamente han llegado en su expresión más clásica, la más exacerbada, la menos culta, cerebral, humanista..., acompañada de los rompepatrias, los antiespaña, los expertos en operaciones de derribo.
¿Y ahora, qué? ¿A nadie se le había ocurrido que esto podría pasar? ¿Nadie previó que había que adoptar medidas de prevención, de evitación del descalabro y adulteración de una Constitución ya inservible?
Se ha producido la tormenta perfecta por la conjunción de los astros. Por una parte, por una Constitución pactada en momentos de Transición, con graves lagunas y errores de concepto devenidos en obligados consensos con quienes querían fijar las bases de lo que hoy viene ocurriendo. Por otra, por una continua adulteración de la letra y el espíritu de la Constitución, hasta hacerla irreconocible, por un Tribunal político y a merced de los políticos, llamado Constitucional, que ha ido desarrollando una modificación constitucional solapada a la medida de los intereses y conveniencias de cada momento. Y, por último, por una ingeniería social perfectamente diseñada para un cambio cultural en la población. Y a este último aspecto voy a dedicar este artículo.
Modificación cognitiva. Ese esa es la idea clave. ¿Cómo se modifican cognitivamente las percepciones, las formas de interpretar la realidad, la cosmovisión de las gentes? ¿Es eso posible?
Evidentemente, lo es. No hay más que acudir a los regímenes totalitarios a lo largo de la historia reciente para comprobarlo.
La fórmula es muy concreta y fácil de entender: se llama moldeamiento de la estructura cognitiva de las sociedades. En definitiva, construir moldes cognitivos al servicio de un entramado ideológico para que la sociedad vea de una forma unívoca, uniforme, el sentido de las cosas.
Premisas para ello:
1.- Las sociedades son conglomerados de personas. Tienen personalidad propia por aglutinación de la forma de percibir de los individuos.
2.- El encaje del pensamiento colectivo con determinadas cosmovisiones de la vida tiene que ver con la cultura moldeada o con la transmitida.
3.- Esa cosmovisión común determina la identidad y el molde cognitivo de las masas.
En función de ello, quien tenga las herramientas para modificar cognitivamente a las masas tiene el poder omnímodo. Caso del nacionalismo catalán, vasco o de la alienación de las comunidades con pensamiento monolítico, caso paradigmático el de las sociedades comunistas.
Esos moldes cognitivos impiden ver otras realidades diferentes de las que se prefiguran en los paradigmas totalitarios. Más allá de las orejeras puestas en cabezas poco amuebladas desde el plano intelectual, no existe nada, y las personas se convierten en clones de un modelo de hombre que no ha adquirido las condiciones para ser persona, es decir, individuo irrepetible y con una propia forma de analizar, observar y pensar.
Esos moldes se configuran con varios elementos:
1.- El control de la escuela. Los totalitarios no conciben la enseñanza-educación como un derecho individual, y una forma de dar un pleno desarrollo personal a los educandos, sino como un instrumento del Estado para crear una sociedad a la medida de quien controla el poder político. Por eso la educación no se concibe como un derecho y un deber de las familias, sino como una potestad del Estado.
2.- El control del lenguaje. Quien controla el significado de las palabras controla el pensamiento. El lenguaje es el vehículo en el que se desarrolla el pensamiento. El abanico de significantes que encierra el lenguaje modula y configura la forma de pensar de las gentes. La adulteración, modificación, perversión, pérdida de significado, etc. de las palabras puede transformar la cosmovisión de las masas.
Lo mismo sirve para el cambio de los códigos lingüísticos. Es decir, el cambio del idioma. Cada idioma encierra en sí una forma de ver y percibir las realidades, según un filtro cultural. Cuando las naciones fragmentarias erradican el idioma común que vincula a cada ciudadano de ese Estado nacional, lo que se está produciendo de forma inconsciente es una modificación cognitiva de la masa para que sea receptiva a las ideas de secesión y ruptura.
3.- El control de los vehículos informativos, la manipulación de la información, su falsificación y la desinformación. El medio por antonomasia para ello es la televisión. No hay más que ver que casi todos los servicios informativos televisivos están cortados por el mismo patrón, sin dar pábulo a la existencia de un enfoque alternativo o divergente. En el caso de las redes de internet está empezando a ocurrir algo parecido con las falsas noticias.
El problema es que a un Gobierno con tintes totalitarios se le ocurra abordar la desinformación con una forma de persecución al que versione la realidad con un enfoque disidente.
4.- El control del conocimiento de los hechos y realidades históricas y la modificación de la memoria histórica, o el falseamiento de la verdad. A través de programas que dan una orientación monolítica y oficial a la realidad, sin dejar hacer a los que se dedican profesionalmente a descubrir los hechos históricos a través de las fuentes, pervirtiendo lo que debe ser la historia como disciplina científica.
Hay más elementos, pero me centro exclusivamente en éstos. La realidad es que durante mucho tiempo han existido voces, como la del autor de este artículo, que han avisado de lo que venía.
Los estúpidos políticos, que no es lo mismo que los políticos estúpidos, no han querido afrontar esta cuestión poniendo diques a la manipulación cognitiva de las masas, para permitir la existencia de sociedades plurales y libres. Hoy, la realidad es totalitaria, no democrática. A ellos debemos demandar responsabilidades.
La batalla que debemos librar está en el terreno cultural, volviendo a las raíces, respetando el legado de nuestros mayores, recuperando la verdad probada, recomponiendo el fin y el objeto de la escuela, que es el interés del niño y adolescente, volviendo al sentido genuino de la Universidad como templo del conocimiento y del pensamiento divergente libre, logrando la pluralidad informativa y combatiendo el monolitismo de los enfoques totalitarios de las cosas, defendiendo nuestra lengua común, sin perjuicio de la libertad de usar las otras lenguas minoritarias, no minorizadas, etc. Sin esos ingredientes, hablaremos de democracia sin saber realmente lo que es.