Si Twitter es responsable de lo que censura, también habrá de serlo de lo que publica
La continua, cínica y desvergonzada censura que Twitter y Facebook, con el apoyo directo o la complicidad indirecta de algunas de las principales instituciones europeas, aplican a las informaciones contrarias al totalitarismo socialdemócrata dominante y que, del mismo modo, ejercen contra el pensamiento conservador o de derechas está llegando a unos límites difícilmente tolerables.
Esta tendencia de las principales redes sociales a abrazar el ‘buenismo’, la ideología de género y la corrección política más ramplera e ignorante, que también se da en la mayor parte de las multinacionales en lo que se ha venido a conocer como ‘capitalismo woke’, tiene en España su versión más extrema, hasta el punto de que, en el caso de Facebook, esta compañía no ha dudado en autodeclararse como responsable de señalar si una información es falsa o verdadera. Para ello, y como no podía ser de otro modo, la firma de Mark Zuckerberg ha contratado a dos consultoras ligadas a la extrema-izquierda socio-política. Que son quienes patéticamente dicen lo que es correcto y lo que no.
Para hacer realmente lo que les da la gana y acallar cualquier voz crítica con el 'establishment' político, social y cultural dominante, es decir, el defendido, promovido y amparado por el totalitarismo presuntamente progresista, tanto Twitter y Faceboo no dudan en verse a sí mismos como medios de comunicación privados, lo que les permite difundir, o dejar de hacerlo, cualquiera de las opiniones que se transmiten a través de sus canales.
Bajo este punto de vista, cuando Twitter o Facebook censuran la publicación de un texto están haciendo lo mismo que hace un periódico cuando se niega a publicar el artículo de alguien, cuando una emisora de radio rehusa a poner el micrófono al lado de determinado individuo o cuando una televisión privada prohíbe determinados mensajes en sus emisiones. Están en su derecho, y solamente los lectores, los radioyentes o los espectadores, juzgarán esos silenciamientos. Pero lo más importante y lo que las instituciones españoles, europeas o norteamericanas, se niegan a debatir, es lo siguiente: si Twitter y Facebook se permiten difundir unos mensajes y no otros porque se consideran a sí mismos como responsables editoriales de todo lo que se dice en sus plataformas, también deben hacerse responsables de lo que sí se afirma en estas mismas plataformas. Es decir, son responsables de lo que censuran, pero también de lo que no censuran. En este sentido, y solamente en los últimos años, Twitter y Facebook serían responsables de miles de mensajes publicados con su consentimiento en los que miles de personas hacen apología de ETA y del terrorismo islámico, así como de otras muchas acciones de tipo violento. Si Twitter es tan ‘valiente’ de cerrar la cuenta al tercer partido político de España (Vox) también debe serlo para responsabilizarse de los miles de barbaridades que centenares de tuiteros escupen con el visto bueno de Nathalie Picquot. Si eres responsable de lo que censuras, eres responsable de lo que publicas; si eres responsable de cerrar la cuenta de un usuario, también eres responsable de las cuentas que mantienes abiertas. Es así de sencillo. Y así de peligroso para estas redes en cuanto los primeros equipos legales que ya están trabajando bajo estas premisas comiencen a plantear sus denuncias.
Otra posibilidad sería que estas redes sociales, Twitter y Facebook, fundamentalmente, actuaran como empresas de telecomunicaciones que ponen a disposición de sus clientes determinadas herramientas para que éstos se comuniquen entre sí. De esta forma, funcionarían de una forma similar a como lo hace cualquier compañía de telefonía, que proporciona instrumentos para la comunicación, pero no es responsable de la utilización que las personas hacen de éstos. Por ello, estas compañías, para intervenir una línea, necesitan una orden judicial. Y Twitter y Facebook, si actuaran así, tampoco podrían cerrar cuentas aleatoriamente y según su capricho.
Twitter y Facebook deben elegir: o son un medio de comunicación, y habrán de responsabilizarse de todo lo que se dice a través de sus recursos, o son una 'simple' compañía de telecomunicaciones, y jamás podrán volver a cerrar por su cuenta y riesgo el canal de nadie.
El tiempo de nadar y guardar la ropa se ha acabado para estas tecnológicas tan gigantescas como políticamente perversas. Se preparan las primeras demandas contra estas redes, no por lo que censuran, sino por lo que un dia sí y otro también permiten decir a cualquiera siempre que su mensaje coincida con el de la izquierda o la extrema-izquierda del espectro político. Es cuestión de tiempo.
La continua, cínica y desvergonzada censura que Twitter y Facebook, con el apoyo directo o la complicidad indirecta de algunas de las principales instituciones europeas, aplican a las informaciones contrarias al totalitarismo socialdemócrata dominante y que, del mismo modo, ejercen contra el pensamiento conservador o de derechas está llegando a unos límites difícilmente tolerables.
Esta tendencia de las principales redes sociales a abrazar el ‘buenismo’, la ideología de género y la corrección política más ramplera e ignorante, que también se da en la mayor parte de las multinacionales en lo que se ha venido a conocer como ‘capitalismo woke’, tiene en España su versión más extrema, hasta el punto de que, en el caso de Facebook, esta compañía no ha dudado en autodeclararse como responsable de señalar si una información es falsa o verdadera. Para ello, y como no podía ser de otro modo, la firma de Mark Zuckerberg ha contratado a dos consultoras ligadas a la extrema-izquierda socio-política. Que son quienes patéticamente dicen lo que es correcto y lo que no.
Para hacer realmente lo que les da la gana y acallar cualquier voz crítica con el 'establishment' político, social y cultural dominante, es decir, el defendido, promovido y amparado por el totalitarismo presuntamente progresista, tanto Twitter y Faceboo no dudan en verse a sí mismos como medios de comunicación privados, lo que les permite difundir, o dejar de hacerlo, cualquiera de las opiniones que se transmiten a través de sus canales.
Bajo este punto de vista, cuando Twitter o Facebook censuran la publicación de un texto están haciendo lo mismo que hace un periódico cuando se niega a publicar el artículo de alguien, cuando una emisora de radio rehusa a poner el micrófono al lado de determinado individuo o cuando una televisión privada prohíbe determinados mensajes en sus emisiones. Están en su derecho, y solamente los lectores, los radioyentes o los espectadores, juzgarán esos silenciamientos. Pero lo más importante y lo que las instituciones españoles, europeas o norteamericanas, se niegan a debatir, es lo siguiente: si Twitter y Facebook se permiten difundir unos mensajes y no otros porque se consideran a sí mismos como responsables editoriales de todo lo que se dice en sus plataformas, también deben hacerse responsables de lo que sí se afirma en estas mismas plataformas. Es decir, son responsables de lo que censuran, pero también de lo que no censuran. En este sentido, y solamente en los últimos años, Twitter y Facebook serían responsables de miles de mensajes publicados con su consentimiento en los que miles de personas hacen apología de ETA y del terrorismo islámico, así como de otras muchas acciones de tipo violento. Si Twitter es tan ‘valiente’ de cerrar la cuenta al tercer partido político de España (Vox) también debe serlo para responsabilizarse de los miles de barbaridades que centenares de tuiteros escupen con el visto bueno de Nathalie Picquot. Si eres responsable de lo que censuras, eres responsable de lo que publicas; si eres responsable de cerrar la cuenta de un usuario, también eres responsable de las cuentas que mantienes abiertas. Es así de sencillo. Y así de peligroso para estas redes en cuanto los primeros equipos legales que ya están trabajando bajo estas premisas comiencen a plantear sus denuncias.
Otra posibilidad sería que estas redes sociales, Twitter y Facebook, fundamentalmente, actuaran como empresas de telecomunicaciones que ponen a disposición de sus clientes determinadas herramientas para que éstos se comuniquen entre sí. De esta forma, funcionarían de una forma similar a como lo hace cualquier compañía de telefonía, que proporciona instrumentos para la comunicación, pero no es responsable de la utilización que las personas hacen de éstos. Por ello, estas compañías, para intervenir una línea, necesitan una orden judicial. Y Twitter y Facebook, si actuaran así, tampoco podrían cerrar cuentas aleatoriamente y según su capricho.
Twitter y Facebook deben elegir: o son un medio de comunicación, y habrán de responsabilizarse de todo lo que se dice a través de sus recursos, o son una 'simple' compañía de telecomunicaciones, y jamás podrán volver a cerrar por su cuenta y riesgo el canal de nadie.
El tiempo de nadar y guardar la ropa se ha acabado para estas tecnológicas tan gigantescas como políticamente perversas. Se preparan las primeras demandas contra estas redes, no por lo que censuran, sino por lo que un dia sí y otro también permiten decir a cualquiera siempre que su mensaje coincida con el de la izquierda o la extrema-izquierda del espectro político. Es cuestión de tiempo.