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Winston Galt
Sábado, 01 de Febrero de 2020 Tiempo de lectura:

Soluciones Socialistas S. A.

[Img #16995]La izquierda tiene siempre la solución para todos los problemas de la sociedad. ¿Se han fijado en que jamás la izquierda ha reconocido haber creado un problema o no haber tenido solución para él? Siempre es culpa de un tercero: la crisis internacional, los ocultos y malignos poderes o, simplemente, la gente, que sufre tentaciones "fascistas".

 

Como credo religioso, la izquierda siempre actúa desde la altura moral de que su mensaje evangelizador debe ser impuesto, incluso contra la voluntad de los supuestos beneficiarios, porque, al ser perfecto, quien no lo desea está equivocado o es un ejemplo de maldad. Esta coartada sirve para justificar cualquier cosa: desde un genocidio a la opresión o a la ruina en que sume a las sociedades donde aplican sus soluciones.

 

Todos los ejemplos que podremos contemplar de las soluciones que la izquierda promueve para los problemas de la sociedad tienen un denominador común: favorecer a unos pocos a costa de perjudicar a la mayoría. Esto podría parecer irracional y estar en contra del principio de realidad, pero la izquierda no se detiene en detalles menores.

 

Podemos ejemplificar fácilmente las soluciones socialistas a los problemas de la sociedad española y evaluar sus consecuencias.

 

El primer supuesto del que querría hablar es la actividad antidesahucios que tanto fervor despertó en muchos ámbitos y que incluso llevó al PP a cambiar la mejor Ley Hipotecaria de la historia y del mundo. Cambiarla a peor, claro.

 

España es el país donde mayor porcentaje de población era propietaria de su vivienda, un caso insólito, que no ha ocurrido en ningún otro país el mundo. En torno al 80% de los españoles eran propietarios de su vivienda. Imagino que la izquierda no se adjudicará también ese éxito, pues la Ley Hipotecaria era de finales del siglo XIX y hasta finales del siglo XX apenas habían gobernado. Pues bien, dicha Ley supuso que las entidades financieras prestaran dinero a quien era pobre e, incluso, rozara la miseria (exclusión lo llaman ahora) en virtud de que dicha Ley suponía una garantía reforzada para las entidades financieras: si no se pagaba la cuota hipotecaria se producía la ejecución a favor del prestamista y el posterior desahucio, con lo cual el banco cobraba su crédito. Al tener garantizado el cobro de la deuda, el banco no dudaba en prestar. Reto a cualquiera con cierta edad a mencionar cuántos desahucios conoció antes de la crisis de 2008. Era algo realmente excepcional, porque los españoles apartaban su primer dinero para pagar la casa, algo que tenían asumido y formaba parte de su cultura, de modo que todo el mundo, al final, tenía su propia vivienda.

 

Las plataformas antidesahucios surgidas tras la crisis de 2008 presionaron tanto que provocaron retrasos en las ejecuciones, imposibilidad de llevar a cabo desahucios y nuevas regulaciones que dificultan la posibilidad de que el prestamista cobre su dinero a pesar del impago. Esto ha provocado que, si hace treinta años ningún banco dudaba en prestar a una pareja joven con escasos ingresos una hipoteca, ahora no haya manera.

 

Morajela: ¿a quién perjudican las soluciones de las plataformas antidesahucios? A los bancos, que prestan menos, obviamente, pero, sobre todo, a los miles de españoles mileuristas que ya no ofrecen las garantías elevadas que antes no pedían las entidades financieras.

 

¿A quién deben agradecerle esos jóvenes que ahora no puedan adquirir en propiedad una vivienda? A la izquierda que dice defenderlos.

 

Y ya que no pueden adquirir una vivienda, buscan un alquiler. Pero los alquileres son caros, se dice. ¿Cuál es, de nuevo, la solución socialista? ¿Liberalizar la creación de viviendas? ¿Regular de forma rigurosa el proceso de desahucio al inquilino que no paga para que los propietarios no tengan miedo de introducir su vivienda en el mercado de alquiler? ¿Liberar suelo para que se construyan más viviendas asequibles? Ninguna de ésas, por supuesto. La solución es intervenir en el mercado y regular los alquileres, una medida que la experiencia ha demostrado que provoca el efecto contrario al que se pretende obtener: si se limita el precio del alquiler, muchos propietarios no querrán alquilar sus viviendas en el precio que marque el Estado porque no le merecerá la pena correr los riesgos de un deterioro de sus inmuebles y de tardar tal vez años en recuperarlos caso de impago por el inquilino. Con la intervención en el mercado de los alquileres ocurrirá lo que ocurrió en Berlín tras la guerra con el pan, que no hubo pan hasta que el Gobierno liberalizó su precio, lo que provocó que en cuestión de días se abasteciera el mercado.

 

Es la misma clase de solución que elevar el salario mínimo interprofesional, que provoca que se pierda la figura del aprendiz de oficios, pues es evidente que con tal subida el empresario o autónomo que necesite a alguien no duda en contratar a quien ya tiene conocimientos antes que contratar casi al mismo coste a alguien que no los tiene. Saben perfectamente que el efecto de la subida supone mayor desempleo juvenil, pero la izquierda no va a dejar su evangelio porque provoque efectos indeseados. El efecto "progresista" del mensaje en un telediario es mucho más importante. No dejes que la realidad te estropee un reportaje, creo que se dice en el ámbito periodístico.

 

Por eso, es más importante vender el mensaje de que se defienden los derechos de los trabajadores revocando la reforma laboral de 2012 que ha permitido la creación de casi medio millón de puestos de trabajo al año que las consecuencias indeseadas de un aumento del paro. Curiosa forma de mostrar preocupación por los trabajadores.

 

Otras formas de solución socialista son el PER y los subsidios, sistemas de mantenimiento permanente de los trabajadores menos cualificados en la miseria eterna.

 

Si a alguien de derechas se le hubieran ocurrido "soluciones habitacionales" consistentes en utilizar como vivienda contenedores reciclados sería un escándalo. Dirían que la derecha oprime a los trabajadores.

 

La palabra "sostenible" se ha convertido en un mantra para la izquierda. Su significado real es controlar el crecimiento económico de las regiones porque saben que el desarrollo económico y social les perjudica electoralmente. La izquierda hace gobiernos para pobres cuyo único objetivo es mantenerlos en la pobreza.  Es una forma criminal de hacer política.

 

Como es una forma sucia de hacer política reunirse clandestinamente con la vicepresidenta de Venezuela en un aeropuerto cuanto ésta tiene prohibida su entrada en la UE y hay sospechas más que fundadas de que su país es responsable de la financiación ilegal del partido socio de tu gobierno. Del mismo modo que es prevaricación conceder autorización a la comunidad autónoma catalana para abrir seis nuevas "embajadas" justo el mismo día que un tribunal ordena cerrar otras. Siendo también un modo criminal de hacer política destinar un presupuesto doble a la llamada violencia de género que a la lucha contra el cáncer.

 

Criminal es también limitar la investigación tecnológica y científica al imponer tasas especiales a ese tipo de empresas cuando son las únicas que pueden conducirnos al futuro. O cercenar la separación de poderes cuando a nadie se le oculta que no puede existir democracia sin separación de poderes.

 

Pero es evidente que a la izquierda no le interesa el poder para cambiar las cosas, como falazmente dicen, sino por sí mismo, para mantenerse en él, y harán todo lo que sea necesario para ello, aunque perjudique a millones de personas. La historia lo demuestra. Como demuestra que cuanto más pobre seas mejor negocio serás para Soluciones Socialistas S.A. No es buen negocio el profesional adinerado o el empresario enriquecido, ni siquiera el trabajador bien situado, que pueden ser renuentes a aceptar sus dictados y buscar una visión más amplia. Su verdadero combustible es el pobre que no tiene muchas opciones, al que se encargan de cegar cualquier posible salida a su situación porque resulta que el pobre, en cuanto tiene opciones, deja de serlo y eso es peligroso, puede convertirse en un fascista inmediatamente.

 

Pero no debemos llamarnos a engaño. No se trata sólo de ideología. Se trata de negocio. El Estado es el verdadero negocio de la izquierda. Sin un Estado elefantiásico, sin un Estado todopoderoso que esté en una situación de superioridad respecto a los ciudadanos  (no a su servicio), nada de esto es posible. El Estado es para la izquierda la única empresa. De hecho, incluso en la socialdemocracia el status quo de las empresas viene determinado por su relación con el Estado y los poderes públicos, no por la venta de sus servicios a los ciudadanos. Por eso, el Estado es la matriz del holding Soluciones Socialistas S.A.

 

Winston Galt es escritor. Autor de la novela Frío Monstruo, de venta en exclusiva en Amazon.

 

 

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