El historiador francés afirma que “no hay en el mundo una Historia más extraordinaria ni más grande que la de España”
Arnaud Imatz: “Las élites españolas y europeas se empeñan en imponer el multiculturalismo a expensas de la voluntad de los pueblos nativos”
![[Img #17100]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/02_2020/2337_captura-de-pantalla-2020-02-19-a-las-220415.png)
Nacido en Bayona (Francia), en 1948, en el seno de una familia de origen vasco-navarro, Arnaud Imatz es doctor en Ciencias Políticas y diplomado en Derecho y Economía. Ha sido funcionario internacional en la OCDE y empresario, pero, sobre todo, es uno de los principales hispanistas europeos, autor de numerosas obras, entre las que destacan algunas como Vascos y Navarros (Ediciones La Tribuna del País Vasco, 2020), José Antonio: entre odio y amor. Su historia como fue (Áltera, Madrid, 2006, 2007), Los partidos contra las personas. Izquierda y derecha: dos etiquetas (Áltera, Barcelona, 2005) y Juan Donoso Cortés: Contra el liberalismo. Antología política (Áltera, Madrid, 2014). En esta entrevista en exclusiva mantenida con La Tribuna del País Vasco, Imatz reflexiona en profundidad sobre lo que significan hoy los conceptos de España e Hispanidad.
En su opinión, ¿qué significa hoy España?, ¿qué significa ser español?
Según lo que dicen y repiten ad nauseam los representantes de la oligarquía dominante, España sería solo un país más de la Unión Europa, un país que debe respetar los derechos del hombre y de las minorías, el pluralismo, la no-discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad, la igualdad entre hombres y mujeres, el Estado de derecho, la democracia representativa, etc. Una lista de admirables principios, de magníficas abstracciones que no ayudan en nada para definir la identidad de España y de los españoles ni la identidad de Europa y de los europeos. Discrepo frontalmente de esas visiones mitológicas o propagandísticas. Para el historiador vasco-francés o franco-vasco que soy, España es ante todo una de las cinco grandes naciones del mundo, una de las comunidades de destino en lo universal (como bien decía entre otros Nicolas Berdiáyev) que más contribuyó a la grandeza del cristianismo y a la historia del mundo. No estoy muy lejos de pensar - como el historiador americano Stanley Payne - que no hay en el mundo una Historia más extraordinaria ni más grande que la de España. En cuanto a la “Leyenda negra” (cuya realidad se ve negada por muchos papanatas e hipócritas de hoy) con sus conocidas exageraciones y odios antihispanicos, “elle me laisse de marbre” o dicho de otra forma, me deja indiferente, de piedra… Lo que me interesa es la soberanía y la identidad de España, su especificidad, su historia, su cultura, sus raíces, su modelo social, sus fronteras, sus pueblos, sus lenguas (con una lengua mayoritaria que sirve para comunicar entre “las Españas” y unas lenguas minoritarias que enriquecen el patrimonio de “España”).
Para el pueblo español como para los otros pueblos, la identidad nacional es un bien común, es una religión, una lengua, una historia, una memoria (lo que no es exactamente lo mismo), es una civilización, una cultura, una literatura… las artes, las filosofías, el derecho, es también una organización política con principios jurídicos y leyes. Las supuestas y autoproclamadas elites españolas y europeas fomentan hoy lamentablemente la duda y el olvido de todos estos elementos esenciales de la identidad nacional. Se empeñan en imponer el multiculturalismo y el comunitarismo a expensas de la voluntad de los pueblos nativos. Esta actitud “elitista”, ciega, cerrada, antidemocrática y antipopulista, es muy negativa y violenta. Por otra parte, debido a la llegada de cantidades impresionantes de poblaciones inmigrantes, la integración que dicha pseudo-elite pregona constantemente se revela cada día más problemática y complicada. En realidad, la oligarquía dominante es la principal instigadora de los odios, la mayor responsable del ambiente guerra-civilista que se está instalando en los países europeos La xenofilia que ella alaba es tan nociva como la xenofobia que critica; las dos actitudes son excesos e in fine participan de la patología social. “El exceso es el veneno de la razón” decía en su tiempo Quevedo.
La gran historia de España es sinónimo de...
¡Hombre! pues es sinónimo de Reconquista o de Restauratio Hispaniae (un proceso complejo y admirable que los pseudo-historiadores pretenden ver como un “avance de las fronteras de los reinos y condados del norte”, en un típico galimatías digno de risa); es sinónimo de descubrimiento de América, de defensa del catolicismo, de Escuela de Salamanca, de controversia de Valladolid, de más de 6000 Leyes de Indias, del De Indianorum jure disputatione (1629) del Padre Juan de Solórzano Pereira, de fundación de Universidades prestigiosas en los dos continentes, de construcción de numerosísimas catedrales de todos los estilos, de Siglo de Oro, de movimiento cultural de la Ilustración, de Reyes Católicos, de Carlos Quinto, de Felipe II, de Carlos III... Comparando estos hechos y nombres con la historia posterior evidentemente todo nos parece secundario por no decir peccata minuta. La verdad es que después de la Guerra de Independencia, España ha “salido de la gran historia”. Lo mismo se puede decir de Francia, pero un siglo después a raíz de la Primera Guerra Mundial y sobre todo de la invasión alemana durante la II Guerra Mundial.
Entiendo que semejantes declaraciones puedan herir sensibilidades. Pero es así. No tengo por costumbre esconderme. Durante mi juventud y vida estudiantil he conocido el terrorismo intelectual marxista y neo-marxista. He leído por ingenuidad y conformismo a toda una literatura maniquea, dogmatica, aburrida, confusa, evasiva, irracional, repugnante, charlatanesca sobre la deconstrucción de las instituciones que son la religión, la familia, la escuela, la educación, el derecho y el Estado-nación. Imperaban entonces las ideologías violentas y golpistas de los discípulos paranoicos de Marx y Mao, la de los sacerdotes, inquisidores e impostores que son Sartre, Beauvoir, Lacan, Althusser, Deleuze, Barthes, Foucault, funcionarios bien pagados por el Estado, o mejor dicho por los impuestos de todos, que mordían la mano de los que les daban de comer. El fanático y patético Stalin había dicho que “las teorías de Marx son verdaderas porque son exactas”… y estos señores se lo repetían bajo otra forma. Hoy, sin sorpresa, los 100 millones de muertos del comunismo siguen siendo una menudencia para muchos sectarios de la misma calaña. Nunca han admitido y nunca admitirán las consecuencias de las ideas que adoran. Juzgan siempre las intenciones, pero jamás los actos. En mi caso particular las lecturas recomendadas por varios profesores universitarios de la época, que eran discípulos de dichos charlatanes, tuvieron el efecto de antídotos o repulsivos. Me vacunaron definitivamente contra la utopía totalitaria, contra el peligro del culto revolucionario al hombre nuevo.
Gracias a Dios también tuve maestros de mayor calibre como Aron, Jouvenel, Freund, Ellul, Maulnier, Bernanos, Monnerot y los historiadores Marc Bloch, Luciern Febvre, Fernand Braudel, Pierre Chaunu, etc. Ellos me enseñaron la importancia del sentido común y de la honestidad intelectual. Ellos me preservan hoy de la historia pretendidamente “global” o “mundializada”, sustentada por una visión abstractamente universal y desconectada de las identidades de los pueblos, naciones y civilizaciones cuya diversidad sería de aquí en adelante desprovista de cualquier legitimidad. Al final de mis estudios descubrí a Ortega, Unamuno, Donoso Cortés, Balmes y muchas otras figuras cumbres de la intelectualidad española (cito solo autores conservadores, liberales y tradicionales porque el pensamiento socialista español, nos guste o no, ha sido imitador, sin originalidad; carece de todo prestigio o dimensión internacional). Mi generación tuvo también la suerte de conocer a De Gaulle, símbolo francés de la resistencia y de la lucha contra el nacional-socialismo hitleriano y el comunismo marxista (ese último siendo un triste y sangriento “fascismo rojo” camuflado bajo la bandera del antifascismo). Y De Gaulle era -no lo olvidemos- el adalid francés de la tercera vía y de la síntesis derecha / izquierda.
A su juicio, ¿qué acontecimiento histórico refleja mejor la grandeza de España?, ¿y qué hecho histórico refleja lo más oscuro de nuestra nación?
Sobre la grandeza creo haber contestado. Por lo que se refiere a los hechos históricos más oscuros citaré las tres guerras civiles entre carlistas y liberales (entre 1833 y 1876), los 33 pronunciamientos “demócrata-progresistas” del siglo XIX y ante todo, indudablemente, la guerra civil de 1936. No hay nada más triste y lamentable que la guerra civil. Por eso considero que los políticos, universitarios y periodistas actuales que critican el espíritu de la Transición, que manipulan la “memoria histórica” y que pretenden fomentar la agitación político-social son irresponsables, inconscientes. Juegan peligrosamente con el fuego. Me revuelven el estómago.
Para amplias capas de la población, ¿cuándo comenzó a ser una vergüenza, un estigma, ser o sentirse español?
Para la élite intelectual lo fue a principios y a finales del siglo XIX; la primera fase ha sido después de la doble invasión francesa por las tropas de la Convención nacional revolucionaria y de Napoleón y, la segunda fase, la más importante, ha sido después de la guerra hispano-estadounidense de 1898. Pero para lo que denomina como “las amplias capas de la población” el proceso de avergonzamiento ha sido bastante más tardío: empezó en la segunda etapa de la Transición.
En su opinión, por qué resulta tan difícil, y peligroso, en ocasiones, pronunciar la palabra España?
Simplemente, porque debido a la voluntad y acción de la oligarquía político-económico-cultural, la palabra se ha convertido en una especie de tabú de lo políticamente correcto. Por lo demás, como decía Hannah Arendt, los profesores, los artistas y los periodistas… no suelen brillar por su valentía ni física ni intelectual… y cuando uno tiene familia y debe mantenerla correctamente, solo tiene dos opciones: ser conformista o callarse.
A su juicio, ¿qué motivos han llevado a que gran parte de los ciudadanos españoles, especialmente los más jóvenes, no tengan ningun sentimiento patriótico en relación con España, pero, por el contrario, sí posean poderosos sentimientos regionalistas o independentistas?
Creo que el error ha sido querer construir la España democrática sobre el rechazo absoluto, exclusivo y sin distinción de todo lo que representa o recuerda a la dictadura franquista. Al demonizar el franquismo se ha desechado el bebé con el agua de la bañera, como suelen decir los ingleses. En Francia, gracias al General De Gaulle y durante unos cuantos años después de su muerte hemos tenido la suerte de poder conciliar tradición y revolución. Lo que Putin realiza hoy en Rusia asumiendo la totalidad de la historia de su país, la de la Unión Soviética con los bolcheviques y la de la dinastía Románov. Pero esto solo lo pueden hacer gigantes políticos y el equilibrio que mantienen es siempre frágil y efímero. En Francia, ha sido completamente roto a finales del siglo XX. Como en tantos otros países de Europa, después de la caída del muro de Berlín se ha adoptado y asimilado lo peor de los Estados Unidos y se ha conservado lo peor del propio país. En esto, y a pesar de unas claras disimilitudes, el modelo francés de democracia declinante se parece bastante al modelo español actual. La única gran diferencia es como bien lo dice en su pregunta: las tensiones centrífugas que destrozan la Península. Quizás sea porque históricamente el jacobinismo francés ha sido férreo y absoluto cuando, al contrario, el centralismo de los Borbones españoles ha sido mucho más débil y relativo (incluso si se toma en cuenta el paréntesis del autoritarismo franquista). Pero esto es otra historia…
Actualmente, y desde un punto de vista socio-cultural, ¿dónde cree usted que mejor se refugian los sentimientos hispánicos? (En el mundo del deporte, en la tauromaquia, en la gastronomía, etc.).
En España, el último reducto del espíritu patriótico parece ser el fútbol. Pero el verdadero problema es que si el patriotismo político se apaga en España y en todos los países de Europa occidental (siendo el declive demográfico una de las principales razones), sigue al contrario vigoroso y enérgico en el resto del mundo. Y no basta con decir a los otros: “sois nuestros amigos” para que ellos lo sean. Si ellos quieren ser nuestros enemigos lo serán a pesar de toda nuestra buena voluntad y de todas nuestras demostraciones de amistad. ¡Ay! de los países débiles y sumisos. No deseo hacer de Casandra, pero no se puede negar mucho tiempo la verdad sin tener que pagar las consecuencias y la verdad es que el mundo de las relaciones internacionales no es de los cariñositos.
¿La educación en España está acabando con la idea de España?
En efecto, es uno de los factores importantes que contribuyen al declive. Sé que no es ningún consuelo, pero está pasando más o menos lo mismo en Francia y también, en distinta medida, en todos los grandes países de Europa…
¿El desprecio que se vive hacia el idioma español dentro del país corre paralelo al desvirtuamento de la idea de España?
Una cosa es el odio y el desprecio y otra la corrupción y el empobrecimiento de una lengua, lo que ocurre también con la lengua francesa y el pidgin inglés. Pero la actitud patética es la de algunos líderes políticos separatistas que prefieren, por ejemplo, una inmigración magrebí desconocedora del español a la inmigración hispanohablante de América porque piensan que esta última no aprenderá el catalán y que aquellos sí. Una actitud característica de los políticos más ciegos, resentidos y estúpidos. Pero, al final, esto no tiene trascendencia, por lo menos cuando se sabe que hay 550 millones de hispanohablantes en el mundo, que el español es la segunda, tercera o cuarta lengua (según los criterios) hablada en el mundo.
¿Qué significado tiene hoy para usted la noción de “hispanidad”?
22 países con un patrimonio histórico-cultural común y un instrumento de comunicación incomparable: el español (subrayo que digo español / spanish como se suele decir al nivel internacional). En cuanto a España, país plenamente europeo, sigue y seguirá siendo un puente, un mediador indispensable entre Europa e Hispanoamérica.
¿Cómo ve España a medio plazo?; En su opinión, ¿qué España contemplarán dentro de 20 años los españoles que nacen hoy?
No creo que España ni la mayoría de los países europeos estén en el buen camino, pero como no soy la Pitia de Delfos me limitaré a recordar una de las lecciones de la historia: “Toda desesperación en política es una estupidez absoluta”.
![[Img #17100]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/02_2020/2337_captura-de-pantalla-2020-02-19-a-las-220415.png)
Nacido en Bayona (Francia), en 1948, en el seno de una familia de origen vasco-navarro, Arnaud Imatz es doctor en Ciencias Políticas y diplomado en Derecho y Economía. Ha sido funcionario internacional en la OCDE y empresario, pero, sobre todo, es uno de los principales hispanistas europeos, autor de numerosas obras, entre las que destacan algunas como Vascos y Navarros (Ediciones La Tribuna del País Vasco, 2020), José Antonio: entre odio y amor. Su historia como fue (Áltera, Madrid, 2006, 2007), Los partidos contra las personas. Izquierda y derecha: dos etiquetas (Áltera, Barcelona, 2005) y Juan Donoso Cortés: Contra el liberalismo. Antología política (Áltera, Madrid, 2014). En esta entrevista en exclusiva mantenida con La Tribuna del País Vasco, Imatz reflexiona en profundidad sobre lo que significan hoy los conceptos de España e Hispanidad.
En su opinión, ¿qué significa hoy España?, ¿qué significa ser español?
Según lo que dicen y repiten ad nauseam los representantes de la oligarquía dominante, España sería solo un país más de la Unión Europa, un país que debe respetar los derechos del hombre y de las minorías, el pluralismo, la no-discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad, la igualdad entre hombres y mujeres, el Estado de derecho, la democracia representativa, etc. Una lista de admirables principios, de magníficas abstracciones que no ayudan en nada para definir la identidad de España y de los españoles ni la identidad de Europa y de los europeos. Discrepo frontalmente de esas visiones mitológicas o propagandísticas. Para el historiador vasco-francés o franco-vasco que soy, España es ante todo una de las cinco grandes naciones del mundo, una de las comunidades de destino en lo universal (como bien decía entre otros Nicolas Berdiáyev) que más contribuyó a la grandeza del cristianismo y a la historia del mundo. No estoy muy lejos de pensar - como el historiador americano Stanley Payne - que no hay en el mundo una Historia más extraordinaria ni más grande que la de España. En cuanto a la “Leyenda negra” (cuya realidad se ve negada por muchos papanatas e hipócritas de hoy) con sus conocidas exageraciones y odios antihispanicos, “elle me laisse de marbre” o dicho de otra forma, me deja indiferente, de piedra… Lo que me interesa es la soberanía y la identidad de España, su especificidad, su historia, su cultura, sus raíces, su modelo social, sus fronteras, sus pueblos, sus lenguas (con una lengua mayoritaria que sirve para comunicar entre “las Españas” y unas lenguas minoritarias que enriquecen el patrimonio de “España”).
Para el pueblo español como para los otros pueblos, la identidad nacional es un bien común, es una religión, una lengua, una historia, una memoria (lo que no es exactamente lo mismo), es una civilización, una cultura, una literatura… las artes, las filosofías, el derecho, es también una organización política con principios jurídicos y leyes. Las supuestas y autoproclamadas elites españolas y europeas fomentan hoy lamentablemente la duda y el olvido de todos estos elementos esenciales de la identidad nacional. Se empeñan en imponer el multiculturalismo y el comunitarismo a expensas de la voluntad de los pueblos nativos. Esta actitud “elitista”, ciega, cerrada, antidemocrática y antipopulista, es muy negativa y violenta. Por otra parte, debido a la llegada de cantidades impresionantes de poblaciones inmigrantes, la integración que dicha pseudo-elite pregona constantemente se revela cada día más problemática y complicada. En realidad, la oligarquía dominante es la principal instigadora de los odios, la mayor responsable del ambiente guerra-civilista que se está instalando en los países europeos La xenofilia que ella alaba es tan nociva como la xenofobia que critica; las dos actitudes son excesos e in fine participan de la patología social. “El exceso es el veneno de la razón” decía en su tiempo Quevedo.
La gran historia de España es sinónimo de...
¡Hombre! pues es sinónimo de Reconquista o de Restauratio Hispaniae (un proceso complejo y admirable que los pseudo-historiadores pretenden ver como un “avance de las fronteras de los reinos y condados del norte”, en un típico galimatías digno de risa); es sinónimo de descubrimiento de América, de defensa del catolicismo, de Escuela de Salamanca, de controversia de Valladolid, de más de 6000 Leyes de Indias, del De Indianorum jure disputatione (1629) del Padre Juan de Solórzano Pereira, de fundación de Universidades prestigiosas en los dos continentes, de construcción de numerosísimas catedrales de todos los estilos, de Siglo de Oro, de movimiento cultural de la Ilustración, de Reyes Católicos, de Carlos Quinto, de Felipe II, de Carlos III... Comparando estos hechos y nombres con la historia posterior evidentemente todo nos parece secundario por no decir peccata minuta. La verdad es que después de la Guerra de Independencia, España ha “salido de la gran historia”. Lo mismo se puede decir de Francia, pero un siglo después a raíz de la Primera Guerra Mundial y sobre todo de la invasión alemana durante la II Guerra Mundial.
Entiendo que semejantes declaraciones puedan herir sensibilidades. Pero es así. No tengo por costumbre esconderme. Durante mi juventud y vida estudiantil he conocido el terrorismo intelectual marxista y neo-marxista. He leído por ingenuidad y conformismo a toda una literatura maniquea, dogmatica, aburrida, confusa, evasiva, irracional, repugnante, charlatanesca sobre la deconstrucción de las instituciones que son la religión, la familia, la escuela, la educación, el derecho y el Estado-nación. Imperaban entonces las ideologías violentas y golpistas de los discípulos paranoicos de Marx y Mao, la de los sacerdotes, inquisidores e impostores que son Sartre, Beauvoir, Lacan, Althusser, Deleuze, Barthes, Foucault, funcionarios bien pagados por el Estado, o mejor dicho por los impuestos de todos, que mordían la mano de los que les daban de comer. El fanático y patético Stalin había dicho que “las teorías de Marx son verdaderas porque son exactas”… y estos señores se lo repetían bajo otra forma. Hoy, sin sorpresa, los 100 millones de muertos del comunismo siguen siendo una menudencia para muchos sectarios de la misma calaña. Nunca han admitido y nunca admitirán las consecuencias de las ideas que adoran. Juzgan siempre las intenciones, pero jamás los actos. En mi caso particular las lecturas recomendadas por varios profesores universitarios de la época, que eran discípulos de dichos charlatanes, tuvieron el efecto de antídotos o repulsivos. Me vacunaron definitivamente contra la utopía totalitaria, contra el peligro del culto revolucionario al hombre nuevo.
Gracias a Dios también tuve maestros de mayor calibre como Aron, Jouvenel, Freund, Ellul, Maulnier, Bernanos, Monnerot y los historiadores Marc Bloch, Luciern Febvre, Fernand Braudel, Pierre Chaunu, etc. Ellos me enseñaron la importancia del sentido común y de la honestidad intelectual. Ellos me preservan hoy de la historia pretendidamente “global” o “mundializada”, sustentada por una visión abstractamente universal y desconectada de las identidades de los pueblos, naciones y civilizaciones cuya diversidad sería de aquí en adelante desprovista de cualquier legitimidad. Al final de mis estudios descubrí a Ortega, Unamuno, Donoso Cortés, Balmes y muchas otras figuras cumbres de la intelectualidad española (cito solo autores conservadores, liberales y tradicionales porque el pensamiento socialista español, nos guste o no, ha sido imitador, sin originalidad; carece de todo prestigio o dimensión internacional). Mi generación tuvo también la suerte de conocer a De Gaulle, símbolo francés de la resistencia y de la lucha contra el nacional-socialismo hitleriano y el comunismo marxista (ese último siendo un triste y sangriento “fascismo rojo” camuflado bajo la bandera del antifascismo). Y De Gaulle era -no lo olvidemos- el adalid francés de la tercera vía y de la síntesis derecha / izquierda.
A su juicio, ¿qué acontecimiento histórico refleja mejor la grandeza de España?, ¿y qué hecho histórico refleja lo más oscuro de nuestra nación?
Sobre la grandeza creo haber contestado. Por lo que se refiere a los hechos históricos más oscuros citaré las tres guerras civiles entre carlistas y liberales (entre 1833 y 1876), los 33 pronunciamientos “demócrata-progresistas” del siglo XIX y ante todo, indudablemente, la guerra civil de 1936. No hay nada más triste y lamentable que la guerra civil. Por eso considero que los políticos, universitarios y periodistas actuales que critican el espíritu de la Transición, que manipulan la “memoria histórica” y que pretenden fomentar la agitación político-social son irresponsables, inconscientes. Juegan peligrosamente con el fuego. Me revuelven el estómago.
Para amplias capas de la población, ¿cuándo comenzó a ser una vergüenza, un estigma, ser o sentirse español?
Para la élite intelectual lo fue a principios y a finales del siglo XIX; la primera fase ha sido después de la doble invasión francesa por las tropas de la Convención nacional revolucionaria y de Napoleón y, la segunda fase, la más importante, ha sido después de la guerra hispano-estadounidense de 1898. Pero para lo que denomina como “las amplias capas de la población” el proceso de avergonzamiento ha sido bastante más tardío: empezó en la segunda etapa de la Transición.
En su opinión, por qué resulta tan difícil, y peligroso, en ocasiones, pronunciar la palabra España?
Simplemente, porque debido a la voluntad y acción de la oligarquía político-económico-cultural, la palabra se ha convertido en una especie de tabú de lo políticamente correcto. Por lo demás, como decía Hannah Arendt, los profesores, los artistas y los periodistas… no suelen brillar por su valentía ni física ni intelectual… y cuando uno tiene familia y debe mantenerla correctamente, solo tiene dos opciones: ser conformista o callarse.
A su juicio, ¿qué motivos han llevado a que gran parte de los ciudadanos españoles, especialmente los más jóvenes, no tengan ningun sentimiento patriótico en relación con España, pero, por el contrario, sí posean poderosos sentimientos regionalistas o independentistas?
Creo que el error ha sido querer construir la España democrática sobre el rechazo absoluto, exclusivo y sin distinción de todo lo que representa o recuerda a la dictadura franquista. Al demonizar el franquismo se ha desechado el bebé con el agua de la bañera, como suelen decir los ingleses. En Francia, gracias al General De Gaulle y durante unos cuantos años después de su muerte hemos tenido la suerte de poder conciliar tradición y revolución. Lo que Putin realiza hoy en Rusia asumiendo la totalidad de la historia de su país, la de la Unión Soviética con los bolcheviques y la de la dinastía Románov. Pero esto solo lo pueden hacer gigantes políticos y el equilibrio que mantienen es siempre frágil y efímero. En Francia, ha sido completamente roto a finales del siglo XX. Como en tantos otros países de Europa, después de la caída del muro de Berlín se ha adoptado y asimilado lo peor de los Estados Unidos y se ha conservado lo peor del propio país. En esto, y a pesar de unas claras disimilitudes, el modelo francés de democracia declinante se parece bastante al modelo español actual. La única gran diferencia es como bien lo dice en su pregunta: las tensiones centrífugas que destrozan la Península. Quizás sea porque históricamente el jacobinismo francés ha sido férreo y absoluto cuando, al contrario, el centralismo de los Borbones españoles ha sido mucho más débil y relativo (incluso si se toma en cuenta el paréntesis del autoritarismo franquista). Pero esto es otra historia…
Actualmente, y desde un punto de vista socio-cultural, ¿dónde cree usted que mejor se refugian los sentimientos hispánicos? (En el mundo del deporte, en la tauromaquia, en la gastronomía, etc.).
En España, el último reducto del espíritu patriótico parece ser el fútbol. Pero el verdadero problema es que si el patriotismo político se apaga en España y en todos los países de Europa occidental (siendo el declive demográfico una de las principales razones), sigue al contrario vigoroso y enérgico en el resto del mundo. Y no basta con decir a los otros: “sois nuestros amigos” para que ellos lo sean. Si ellos quieren ser nuestros enemigos lo serán a pesar de toda nuestra buena voluntad y de todas nuestras demostraciones de amistad. ¡Ay! de los países débiles y sumisos. No deseo hacer de Casandra, pero no se puede negar mucho tiempo la verdad sin tener que pagar las consecuencias y la verdad es que el mundo de las relaciones internacionales no es de los cariñositos.
¿La educación en España está acabando con la idea de España?
En efecto, es uno de los factores importantes que contribuyen al declive. Sé que no es ningún consuelo, pero está pasando más o menos lo mismo en Francia y también, en distinta medida, en todos los grandes países de Europa…
¿El desprecio que se vive hacia el idioma español dentro del país corre paralelo al desvirtuamento de la idea de España?
Una cosa es el odio y el desprecio y otra la corrupción y el empobrecimiento de una lengua, lo que ocurre también con la lengua francesa y el pidgin inglés. Pero la actitud patética es la de algunos líderes políticos separatistas que prefieren, por ejemplo, una inmigración magrebí desconocedora del español a la inmigración hispanohablante de América porque piensan que esta última no aprenderá el catalán y que aquellos sí. Una actitud característica de los políticos más ciegos, resentidos y estúpidos. Pero, al final, esto no tiene trascendencia, por lo menos cuando se sabe que hay 550 millones de hispanohablantes en el mundo, que el español es la segunda, tercera o cuarta lengua (según los criterios) hablada en el mundo.
¿Qué significado tiene hoy para usted la noción de “hispanidad”?
22 países con un patrimonio histórico-cultural común y un instrumento de comunicación incomparable: el español (subrayo que digo español / spanish como se suele decir al nivel internacional). En cuanto a España, país plenamente europeo, sigue y seguirá siendo un puente, un mediador indispensable entre Europa e Hispanoamérica.
¿Cómo ve España a medio plazo?; En su opinión, ¿qué España contemplarán dentro de 20 años los españoles que nacen hoy?
No creo que España ni la mayoría de los países europeos estén en el buen camino, pero como no soy la Pitia de Delfos me limitaré a recordar una de las lecciones de la historia: “Toda desesperación en política es una estupidez absoluta”.











