Según The Times
Científicos chinos destruyeron pruebas de un virus “altamente infeccioso” tres semanas antes de que el Gobierno comunista de Pekín diera la alarma por el Covid-19
Según informa el periódico británico The Times, citando a la web asiática de información económica Caixin Global, laboratorios chinos identificaron un virus misterioso como un nuevo patógeno altamente infeccioso a finales de diciembre del año pasado, tres semanas antes de que el Gobierno chino diera la alarma por el Covid-19. El encubrimiento, la ocultación de datos y la censura impuesta por el Ejecutivo comunista llegó al punto de que funcionarios de salud regional en la región de Wuhan, centro del brote, obligaron a detener las pruebas analíticas que se estaban realizando, ordenaron destruir numerosas muestras y exigieron borrar cualquier información que hubiera hecho mención de este hecho.
Según la web Caixin Global citada por The Times, fueron varias compañías de investigación genómica las que habían secuenciado el coronavirus antes de finales del pasado 2019, siempre a partir de muestras obtenidas de pacientes que habían enfermado ya en Wuham. De hecho, estos laboratorios explicaron a los funcionarios del Gobierno chino en el Centro de Control de Enfermedades (CDC) que el nuevo virus mantenía una fuerte similitud con el coronavirus Sars (síndrome respiratorio agudo severo) que mató a casi 800 personas entre los años 2002 y 2003. Pero la información nunca salió de ese pequeño grupo de médicos y funcionarios del partido que, además, exigió que no se divulgara ningún dato sobre lo sucedido y que se entregaran o se destruyeran las pruebas sobre las que se habían obtenido las conclusiones. Tanto fue así que cuando se envío a un equipo del CDC a Wuhan el pasado 8 de enero para ver lo que sucedía, de forma deliberada éste no fue informado de que parte del personal médico ya había sido infectado por los pacientes, lo que era la constatación más evidente de que la nueva infección era altamente contagiosa.
Todo el encubrimiento fue dirigido por funcionarios del Partido Comunista chino en Wuhan, al mismo tiempo que los jefes provinciales del partido se preparaban para su reunión anual. Además, se permitió y alentó la celebración de una cena para 40.000 familias para celebrar el año nuevo lunar. Todavía hubo que esperar hasta el 20 de enero de 2020 cuando Zhong Nanshan, un experto en salud respiratoria que dirigió la lucha contra Sars, reveló que el nuevo coronavirus se estaba extendiendo dramáticamente entre los humanos.
Wuhan, con una población de 11 millones, fue confinada el 23 de enero cuando las autoridades comunistas finalmente trataron de controlar la propagación de la enfermedad.
Según informa el periódico británico The Times, citando a la web asiática de información económica Caixin Global, laboratorios chinos identificaron un virus misterioso como un nuevo patógeno altamente infeccioso a finales de diciembre del año pasado, tres semanas antes de que el Gobierno chino diera la alarma por el Covid-19. El encubrimiento, la ocultación de datos y la censura impuesta por el Ejecutivo comunista llegó al punto de que funcionarios de salud regional en la región de Wuhan, centro del brote, obligaron a detener las pruebas analíticas que se estaban realizando, ordenaron destruir numerosas muestras y exigieron borrar cualquier información que hubiera hecho mención de este hecho.
Según la web Caixin Global citada por The Times, fueron varias compañías de investigación genómica las que habían secuenciado el coronavirus antes de finales del pasado 2019, siempre a partir de muestras obtenidas de pacientes que habían enfermado ya en Wuham. De hecho, estos laboratorios explicaron a los funcionarios del Gobierno chino en el Centro de Control de Enfermedades (CDC) que el nuevo virus mantenía una fuerte similitud con el coronavirus Sars (síndrome respiratorio agudo severo) que mató a casi 800 personas entre los años 2002 y 2003. Pero la información nunca salió de ese pequeño grupo de médicos y funcionarios del partido que, además, exigió que no se divulgara ningún dato sobre lo sucedido y que se entregaran o se destruyeran las pruebas sobre las que se habían obtenido las conclusiones. Tanto fue así que cuando se envío a un equipo del CDC a Wuhan el pasado 8 de enero para ver lo que sucedía, de forma deliberada éste no fue informado de que parte del personal médico ya había sido infectado por los pacientes, lo que era la constatación más evidente de que la nueva infección era altamente contagiosa.
Todo el encubrimiento fue dirigido por funcionarios del Partido Comunista chino en Wuhan, al mismo tiempo que los jefes provinciales del partido se preparaban para su reunión anual. Además, se permitió y alentó la celebración de una cena para 40.000 familias para celebrar el año nuevo lunar. Todavía hubo que esperar hasta el 20 de enero de 2020 cuando Zhong Nanshan, un experto en salud respiratoria que dirigió la lucha contra Sars, reveló que el nuevo coronavirus se estaba extendiendo dramáticamente entre los humanos.
Wuhan, con una población de 11 millones, fue confinada el 23 de enero cuando las autoridades comunistas finalmente trataron de controlar la propagación de la enfermedad.