Martes, 30 de Septiembre de 2025

Actualizada Lunes, 29 de Septiembre de 2025 a las 17:03:01 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Enrique Arias Vega
Lunes, 23 de Marzo de 2020 Tiempo de lectura:

Insolidarios

He leído estos días en WhatsApp argumentos a cuál más peregrino tratando de justificar la estampida semanal de algunos barceloneses, bilbaínos, madrileños o valencianos hacia sus segundas residencias, en plena cuarentena del coronavirus.

 

Se argumenta que cada familia iba de un confinamiento a otro y que mantenían el tal confinamiento, aunque fuera masificado en algunos vehículos. Se llega a decir, incluso, que no son tales las caravanas automovilísticas de estos dos fines de mañana y el puente de San José y que se trataba tan sólo de trabajadores que iban o salían de los polígonos industriales y que los colapsos los provocaron los propios controles policiales. Como si las fuerzas de seguridad hubiesen debido dejarlos pasar tan ricamente…

 

Me remito, para rebatir esa justificación, a las decenas de miles de multas de tráfico impuestas y, sobre todo, al hondo malestar de los vecinos de la Cerdaña, Castro y Laredo, Murcia y Mazarrón y las playas levantinas por la invasión de bulliciosos urbanitas que se ponían ellos mismos en peligro a la par que violentaban con gran riesgo la seguridad de las zonas a las que se desplazaban.

 

Esa inseguridad sobrevenida es fruto de la inconsciencia a la vez que de la cobardía, ya que son los desplazados los primeros en disputar a los nativos una plaza en la asistencia sanitaria caso de resultar ellos los infectados, Por eso, no entiendo la lenidad de las sanciones, que deberían llevar a una inmovilidad del vehículo y hasta una retirada del carnet, medidas más disuasorias éstas en la mayoría de los casos que una simple multa, por costosa que ésta sea.

 

La actitud de cobardía retrospectiva de los incívicos infectados a posteriori, me remite a la alcaldesa Ada Colau, que en tiempos de bonanza impide que el Ejército pueda mostrar sus saberes en el stand educativo de Barcelona y ahora, en cambio, asustada, acude a los militares para que le saquen las castañas del fuego en el caso del coronavirus.

 

Está visto, pues, que hay gente que no aprenderá nunca.

    

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.