Análisis
No tenéis perdón
Pocas veces en la historia contemporánea española, nadie hizo tanto mal en tan poco tiempo como este Gobierno social-comunista e infame, apoyado por el detritus de la clase política, golpistas y proetarras. A mediados de enero, la dictadura china ya no pudo ocultar por más tiempo la propagación del COVID-19 en su territorio y a finales del mismo mes, la Organización Mundial de la Salud ya alertó de forma explícita sobre la gravedad de la situación. En febrero, la situación en Italia alcanzó proporciones dramáticas. Mientas Vox pedía el cierre de fronteras a ciudadanos chinos así como la elaboración de planes de contingencia y los confusos sociales de turno se llevaban las manos a sus subvenciones, ¿qué hizo este Gobierno de incapaces?. Nada. Se puso a sacar de paseo por las televisiones a un supuesto experto, Fernando Simón, para que entre risas y bromas, pero sin argumentos científicos, dijera que España quedaría al margen de la onda expansiva del virus. Aquí el caballero de nada reluciente chaqueta, se puso a disposición del Gobierno y transmitió la irresponsable política oficial de aquí no pasa nada. Todo ello orientado a que no se pusiera en peligro la celebración de su 8M feminista, máximo exponente de la degeneración ideológica de este Gobierno social-comunista. Y así fue, cuando en marzo era innegable de todo punto la existencia de una pandemia mundial y se conocían de forma inexcusable las vías de transmisión, el inepto filósofo a cargo del Ministerio de Sanidad, el ínclito Simón y el Gobierno en pleno, dieron luz verde a la celebración de todo tipo de eventos en el fatídico fin de semana del 7 y 8 de marzo. Particularmente grave, el aliento oficial del Gobierno a la convocatoria en todo el territorio español de la manifestación comunista y feminista del 8M. Si ésta no hubiese mediado, todos sabemos con certeza que el Gobierno habría prohibido de forma oficial cualquier evento, como ya se hacía en otros países de Europa. Y claro, tras el aquelarre, el caos.
Un Gobierno que antepuso ideología a salud, caracterizado por una incompetencia sin límites, no había preparado a la nación para la peor crisis sanitaria que ya padecíamos. Un mando único desorganizado, con las deslealtades habituales de los enemigos de España, con los que este Gobierno miserable no tiene el menor pudor en sentarse a rendir la unidad nacional. Una política de incautaciones chavista y sin sentido, que ponía a los pies de los caballos a empresas que de motu propio ya colaboraban y donaban material a las administraciones públicas, o bien la reciente incautación de todo el alcohol, que ha dejado desprovista a España de gel protector. Todo ello aderezado por la insoportable burocracia socialista, deteniendo envíos en aduanas, como el de la Comunidad de Madrid, o paralizando la manufacturación de respiradores en la fábrica Seat. Qué mal lleva este Gobierno la eficiencia y generosidad de empresas y empresarios como Don Amancio Ortega, entre otros, que ajenos a comisarios políticos, consiguen más rápido y de mayor calidad el material sanitario, así como garantizan los suministros esenciales a la población. Mientras afines al poder criticaban el compromiso empresarial, este Gobierno de mediocres, cuando disponía de proveedores de alta calidad españoles, compraba en China test inservibles, repetía compra con el mismo proveedor (sin revelar su nombre, curioso detalle) y otra nueva partida de test rápidos tampoco reunía los requisitos necesarios para ser efectivos. Así se ha perdido un tiempo precioso y se echa por tierra la principal estrategia de combate contra este virus: la rápida detección de positivos y contención temprana de los mismos. Por no hablar de las condiciones de trabajo de nuestro personal sanitario, héroes que se fabrican trajes de protección con bolsas de basura, y que han sido denominados por la prensa internacional como kamikazes sanitarios, debido a la desprotección, patrocinada por el desgobierno español, con la que se ven abocados a trabajar.
Un Gobierno colapsado y sobrepasado se agarra a su turbia política de propaganda, ruedas de prensa con preguntas filtradas o sin posibilidad de preguntar, donde un presidente desconectado de la realidad lee ridículas frases de autoayuda, donde expertos en nada e incompetentes ministros, más preocupados de exculparse que de otra cosa, balbucean nerviosos, argumentos patéticos e ininteligibles, impropios del cargo que ostentan. Y, finalmente, la catástrofe económica, inseparable de los gobiernos de izquierda. Una imprevisión mayúscula nos lleva al abismo económico. Más allá de los ERTE y de la ineficiente prohibición de despedir, que aboca a la quiebra a multitud de empresas, ya se había destruido empleo de forma sustantiva en marzo. De lo que no se olvidan estos camaradas, muy pobres en imaginación, es de recaudar a costa de exprimir a una clase media exhausta, sin darse cuenta que con tal de recolectar unos pocos huevos, matan a la gallina que los produce. Y claro, tampoco ayuda a futuras inversiones que el ala radical del Gobierno diga que todos los bienes son del Estado, obviando la parte del respeto establecido en la Constitución a la propiedad privada, síntoma incuestionable de salud y prosperidad económica. Afortunadamente, nos separa de un régimen como el venezolano o el campo de concentración comunista de Cuba el decidido papel que está jugando el Rey y el hecho de que nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad, no están contaminados por el marxismo.
En esta crisis sanitaria y económica, a la que se sumará en breve otra de seguridad, resultado de una política migratoria desastrosa y de la puesta en libertad de retenidos en CIEs, hay un responsable y un culpable, el Gobierno del Frente Popular, al que habrá que exigir toda suerte de responsabilidades políticas y penales, ahora o cuando termine esta pesadilla a la que nos han arrastrado. Se aferrarán como siempre a la sarta de mentiras que ellos llaman relato, plasmada de forma gráfica en su Miguel Lacambra del alma, un perfil inexistente de Internet, al que adoraban como al becerro de oro. Están de mala suerte. Esta vez, al otro lado, hay patriotas españoles que alto y claro les decimos: No tenéis perdón.
Pocas veces en la historia contemporánea española, nadie hizo tanto mal en tan poco tiempo como este Gobierno social-comunista e infame, apoyado por el detritus de la clase política, golpistas y proetarras. A mediados de enero, la dictadura china ya no pudo ocultar por más tiempo la propagación del COVID-19 en su territorio y a finales del mismo mes, la Organización Mundial de la Salud ya alertó de forma explícita sobre la gravedad de la situación. En febrero, la situación en Italia alcanzó proporciones dramáticas. Mientas Vox pedía el cierre de fronteras a ciudadanos chinos así como la elaboración de planes de contingencia y los confusos sociales de turno se llevaban las manos a sus subvenciones, ¿qué hizo este Gobierno de incapaces?. Nada. Se puso a sacar de paseo por las televisiones a un supuesto experto, Fernando Simón, para que entre risas y bromas, pero sin argumentos científicos, dijera que España quedaría al margen de la onda expansiva del virus. Aquí el caballero de nada reluciente chaqueta, se puso a disposición del Gobierno y transmitió la irresponsable política oficial de aquí no pasa nada. Todo ello orientado a que no se pusiera en peligro la celebración de su 8M feminista, máximo exponente de la degeneración ideológica de este Gobierno social-comunista. Y así fue, cuando en marzo era innegable de todo punto la existencia de una pandemia mundial y se conocían de forma inexcusable las vías de transmisión, el inepto filósofo a cargo del Ministerio de Sanidad, el ínclito Simón y el Gobierno en pleno, dieron luz verde a la celebración de todo tipo de eventos en el fatídico fin de semana del 7 y 8 de marzo. Particularmente grave, el aliento oficial del Gobierno a la convocatoria en todo el territorio español de la manifestación comunista y feminista del 8M. Si ésta no hubiese mediado, todos sabemos con certeza que el Gobierno habría prohibido de forma oficial cualquier evento, como ya se hacía en otros países de Europa. Y claro, tras el aquelarre, el caos.
Un Gobierno que antepuso ideología a salud, caracterizado por una incompetencia sin límites, no había preparado a la nación para la peor crisis sanitaria que ya padecíamos. Un mando único desorganizado, con las deslealtades habituales de los enemigos de España, con los que este Gobierno miserable no tiene el menor pudor en sentarse a rendir la unidad nacional. Una política de incautaciones chavista y sin sentido, que ponía a los pies de los caballos a empresas que de motu propio ya colaboraban y donaban material a las administraciones públicas, o bien la reciente incautación de todo el alcohol, que ha dejado desprovista a España de gel protector. Todo ello aderezado por la insoportable burocracia socialista, deteniendo envíos en aduanas, como el de la Comunidad de Madrid, o paralizando la manufacturación de respiradores en la fábrica Seat. Qué mal lleva este Gobierno la eficiencia y generosidad de empresas y empresarios como Don Amancio Ortega, entre otros, que ajenos a comisarios políticos, consiguen más rápido y de mayor calidad el material sanitario, así como garantizan los suministros esenciales a la población. Mientras afines al poder criticaban el compromiso empresarial, este Gobierno de mediocres, cuando disponía de proveedores de alta calidad españoles, compraba en China test inservibles, repetía compra con el mismo proveedor (sin revelar su nombre, curioso detalle) y otra nueva partida de test rápidos tampoco reunía los requisitos necesarios para ser efectivos. Así se ha perdido un tiempo precioso y se echa por tierra la principal estrategia de combate contra este virus: la rápida detección de positivos y contención temprana de los mismos. Por no hablar de las condiciones de trabajo de nuestro personal sanitario, héroes que se fabrican trajes de protección con bolsas de basura, y que han sido denominados por la prensa internacional como kamikazes sanitarios, debido a la desprotección, patrocinada por el desgobierno español, con la que se ven abocados a trabajar.
Un Gobierno colapsado y sobrepasado se agarra a su turbia política de propaganda, ruedas de prensa con preguntas filtradas o sin posibilidad de preguntar, donde un presidente desconectado de la realidad lee ridículas frases de autoayuda, donde expertos en nada e incompetentes ministros, más preocupados de exculparse que de otra cosa, balbucean nerviosos, argumentos patéticos e ininteligibles, impropios del cargo que ostentan. Y, finalmente, la catástrofe económica, inseparable de los gobiernos de izquierda. Una imprevisión mayúscula nos lleva al abismo económico. Más allá de los ERTE y de la ineficiente prohibición de despedir, que aboca a la quiebra a multitud de empresas, ya se había destruido empleo de forma sustantiva en marzo. De lo que no se olvidan estos camaradas, muy pobres en imaginación, es de recaudar a costa de exprimir a una clase media exhausta, sin darse cuenta que con tal de recolectar unos pocos huevos, matan a la gallina que los produce. Y claro, tampoco ayuda a futuras inversiones que el ala radical del Gobierno diga que todos los bienes son del Estado, obviando la parte del respeto establecido en la Constitución a la propiedad privada, síntoma incuestionable de salud y prosperidad económica. Afortunadamente, nos separa de un régimen como el venezolano o el campo de concentración comunista de Cuba el decidido papel que está jugando el Rey y el hecho de que nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad, no están contaminados por el marxismo.
En esta crisis sanitaria y económica, a la que se sumará en breve otra de seguridad, resultado de una política migratoria desastrosa y de la puesta en libertad de retenidos en CIEs, hay un responsable y un culpable, el Gobierno del Frente Popular, al que habrá que exigir toda suerte de responsabilidades políticas y penales, ahora o cuando termine esta pesadilla a la que nos han arrastrado. Se aferrarán como siempre a la sarta de mentiras que ellos llaman relato, plasmada de forma gráfica en su Miguel Lacambra del alma, un perfil inexistente de Internet, al que adoraban como al becerro de oro. Están de mala suerte. Esta vez, al otro lado, hay patriotas españoles que alto y claro les decimos: No tenéis perdón.











