Combinando colores
El COVID-19 nos está atacando con una furia aterradora y deja a su paso un reguero de muerte y desolación.
El maldito bicho no contaba con que su ensañamiento iba a lograr que se manifestase lo mejor del ser humano: altruismo, solidaridad, hermandad, receptividad, cariño, empatía, generosidad y demás cualidades, todas ellas inherentes y consustanciales al homo sapiens, pero que muchas veces no afloran por las más variadas circunstancias.
Acabamos de leer en DV una noticia que en nuestra pequeña Guipúzcoa todavía puede resultar chocante y a algunos, confiemos que cada vez sean menos, les dejará perplejos y es el sentido emotivo homenaje de la Ertzaintza, color azul, a sus compañeros de la Guardia Civil, color verde, por el fallecimiento de cinco miembros de la Benemérita caídos en acto de servicio por el criminal virus.
Hombres y mujeres que visten diferentes uniformidades pero que a buen seguro si llevasen puesta la del otro color seguirían actuando de la misma manera porque lo que prima es el interior de la persona y no el atuendo exterior. Todos ellos son servidores públicos y como tales su prioridad es el bienestar de todos, sin distinción de ningún tipo. Altruismo en estado puro.
La sociedad está compuesta de infinidad de personas que trabajan para facilitar la vida al prójimo; en la cotidianidad de la vida las vemos de una forma despersonalizada fijándonos solo en el color que les representa: blanco, verde, azul, rojo, caqui, negro, amarillo, etc. Sanitarios, Guardias Civiles, Ertzaintzas, Policías Nacionales, Bomberos, Militares, Sacerdotes, Barrenderos, etc... a quienes vemos poco menos que como colores andantes; no obstante, todos ellos forman otro arco iris, PERSONAS cuyos colores siempre combinan y muy bien porque su finalidad es nuestra salud, seguridad y bienestar. Son un parchís en el que todas las fichas se unen con un mismo propósito, representan la quintaesencia de la sociedad. Debemos desembarazarnos de típicos tópicos y tópicos típicos.
El dramaturgo de la Antigua Grecia Esquilo lo dejó escrito con una claridad palmaria: "Es una ley, sufrir para comprender".
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
El COVID-19 nos está atacando con una furia aterradora y deja a su paso un reguero de muerte y desolación.
El maldito bicho no contaba con que su ensañamiento iba a lograr que se manifestase lo mejor del ser humano: altruismo, solidaridad, hermandad, receptividad, cariño, empatía, generosidad y demás cualidades, todas ellas inherentes y consustanciales al homo sapiens, pero que muchas veces no afloran por las más variadas circunstancias.
Acabamos de leer en DV una noticia que en nuestra pequeña Guipúzcoa todavía puede resultar chocante y a algunos, confiemos que cada vez sean menos, les dejará perplejos y es el sentido emotivo homenaje de la Ertzaintza, color azul, a sus compañeros de la Guardia Civil, color verde, por el fallecimiento de cinco miembros de la Benemérita caídos en acto de servicio por el criminal virus.
Hombres y mujeres que visten diferentes uniformidades pero que a buen seguro si llevasen puesta la del otro color seguirían actuando de la misma manera porque lo que prima es el interior de la persona y no el atuendo exterior. Todos ellos son servidores públicos y como tales su prioridad es el bienestar de todos, sin distinción de ningún tipo. Altruismo en estado puro.
La sociedad está compuesta de infinidad de personas que trabajan para facilitar la vida al prójimo; en la cotidianidad de la vida las vemos de una forma despersonalizada fijándonos solo en el color que les representa: blanco, verde, azul, rojo, caqui, negro, amarillo, etc. Sanitarios, Guardias Civiles, Ertzaintzas, Policías Nacionales, Bomberos, Militares, Sacerdotes, Barrenderos, etc... a quienes vemos poco menos que como colores andantes; no obstante, todos ellos forman otro arco iris, PERSONAS cuyos colores siempre combinan y muy bien porque su finalidad es nuestra salud, seguridad y bienestar. Son un parchís en el que todas las fichas se unen con un mismo propósito, representan la quintaesencia de la sociedad. Debemos desembarazarnos de típicos tópicos y tópicos típicos.
El dramaturgo de la Antigua Grecia Esquilo lo dejó escrito con una claridad palmaria: "Es una ley, sufrir para comprender".
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria