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Viernes, 10 de Abril de 2020 Tiempo de lectura:
El director de la OMS, el comunista etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue colocado en su puesto por el país asiático

Así controla el comunismo chino a la Organización Mundial de la Salud

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Recientemente, el presidente Donald Trump, cuyo país es el principal contribuyente a la financiación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), amenazaba con retirar su apoyo económico a esta organización por las tendencias prochinas de su director, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus. Estados Unidos reprocha a la OMS dos cuestiones fundamentales: haber subestimado la amenaza global de la pandemia y haberse convertido en parte fundamental de la flagrante operación de disimulo de lo que realmente escondía el Covid-19.

 

Según informa el diario francés Le Figaro, “bajo la presión de China, la OMS no declaró una emergencia internacional a finales de enero y criticó a la Administración estadounidense cuando este país cerró sus fronteras a los viajeros procedentes de China”. Y es que desde hace varios meses la OMS habla el mismo lenguaje que el Partido Comunista chino y, lo que es peor, su presidente ha elogiado repetidamente a las autoridades del país asiático por su "transparencia" desde el comienzo de la crisis, a pesar de que los principales analistas internacionales consideran que China ha mentido constantamente, primero al ocultar la pandemia y después para minimizar el número de muertos por la misma.

 

El socialista Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ha instado a Donald Trump a "no politizar el virus", aclarando que siempre habrá tiempo, cuando termine la crisis, para analizar y repasar las acciones de los diversos actores. Pero la influencia china en ciertas ramas de las Naciones Unidas, y especialmente la OMS, se ha vuelto tan obvia que muchos, no solo dentro de la administración estadounidense sino también en Europa, consideran que debe denunciarse cuanto antes.

 

Según el periódico parisino, el control chino sobre la ONU y OMS no ha dejado de crecer desde 2010, “deslizando sus tentáculos en los espacios vacíos de la organización y empujando a sus candidatos a posiciones estratégicas en la misma”. En esos momentos, el comunismo chino controla directa o indirectamente la FAO (la agencia de lucha contra el hambre en el mundo), la comisión de desarrollo industrial, la de telecomunicaciones internacionales y la OMS, que después de haber sido dirigida por un chino, se encuentra ahora en manos del amigo etíope de Pekín. Hasta hace poco, China también tenía el control de la Interpol, al mismo tiempo que el país participa activamente en el mantenimiento de la paz en ciertas misiones de las Naciones Unidas, como en Sudán del Sur, lugar donde incrementa sus contribuciones y donde trata de influir de variadas formas. "China está tomando el poder en la ONU", advierte un diplomático francés que ha pasado mucho tiempo en el interior de esta organización en Nueva York.

 

Y es que, “después de luchar por el control de las rutas marítimas en el Mar de China o por el acceso a la tecnología 5G, Pekín está utilizando diversas organizaciones internacionales para desarrollar su influencia e intentar imponer un nuevo orden mundial post-occidental”. Según diplomáticos europeos, “el objetivo de China es inyectar un nuevo discurso en las Naciones Unidas y desmontar los textos que defienden los derechos humanos de los que, en su opinión, se derivan los valores occidentales que les hemos impuesto. Están tratando de construir una coalición anti-occidental y anti-derechos humanos con sus aliados”.

 

Según el informe de Le Figaro, los chinos se han rodeado de varios países africanos que, en bloque, apoyan todas sus resoluciones en las Nacionaes Unidas. La conexión entre Etiopía y China tiene muchas facetas. "Los chinos se han aliado con un bloque africano que vota las resoluciones que proponen a las Naciones Unidas", explica Valérie Niquet, quien acaba de escribir para la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS) un estudio dedicado a este tema. Pero en el continente africano, Etiopía siempre ha tenido un lugar especial. “China mantiene estrechos vínculos con los actuales líderes etíopes, todos ellos ex-marxistas. Las numerosas inversiones realizadas por el gigante asiático en el país explican en gran medida su actual tasa de crecimiento del 9%. Con Pekín financiando también la sede de la Unión Africana (UA), no es sorprendente que el presidente de la UA defendiera a la OMS de los ataques de Donald Trump. Es gracias al apoyo de los chinos que Tedros Adhanom Ghebreyesus, un ex-miembro del Partido Comunista, fue elegido jefe de la OMS en 2017. El primer africano en dirigir la OMS ha evitado cualquier crítica a China. Desde entonces, la OMS ha seguido todas las declaraciones chinas paso a paso, repitiéndolas como un loro”.

 

La pandemia del Covid-19 está siendo una plataforma de expandir el poder blando chino, basado, fundamentalmente, en cierta forma de diplomacia humanitaria.  Aunque China, como no podía ser de otro modo, elige objetivos que sirvan claramente a sus intereses. Según Le Figaro, “cuando China envía médicos y ventiladores a Italia, engatusa al país principal que, en Europa, apoya su proyecto de ‘nueva ruta de la seda’. Cuando envía máscaras a los Países Bajos, está ayudando a un país que debe decidir en junio si se abrirá o no al 5G de Huawei... China también está tratando de establecer su sistema como un modelo de virtud y eficiencia en la escena internacional. Y, finalmente, busca modificar su imagen y blanquear su reputación, empañada por la opacidad que ha reinado durante varias semanas, permitiendo así que el virus se propagara por el mundo”.

 

Pero no solo es Estados Unidos sino que también los países europeos esconden cada menos su irritación hacia China, país al que acusan  de extender su influencia bajo el pretexto de “la diplomacia de la salud”, mientras busca reescribir la historia de la pandemia en su territorio. Aunque, fundamentalmente, lo que preocupa a los países europeos es la gran dependencia que mantienen con respecto a China en el ámbito de la medicina. “Pensar que China puede cambiar es una ilusión”, según Valérie Niquet. “La imagen de China está profundamente dañada. No creo que logre convencer a nadie de la superioridad de su modelo. A China se le ha dado un lugar en el mundo que su régimen no merece. Se ha pensado que China puede cambiar, pero el objetivo de su regimen es mantenerse en el poder. China no sigue ninguna regla, no juega al mismo juego”.

 

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