"La familia tradicional apesta", afirma en un artículo publicado en su web
OpenDemocracy, la plataforma del magnate George Soros para extender el socialismo por el mundo, aboga por abolir la familia tradicional en tiempos del coronavirus
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        			        			        			        
        
                
        
        Juan Antonio de Castro: "George Soros es un peligro para la seguridad de Europa"
OpenDemocracy, la organización de extrema-izquierda financiada por el magnate George Soros para extender el socialismo por el mundo, ha dado un paso en su empeño permanente por abolir los valores tradicionales sobre los que se asientan las sociedades occidentales, al pedir a través de un artículo publicado en su web “la extinción de la familia”, aprovechando la pandemia de coronavirus.
 
El texto, firmado por la periodista free-lance Sophie Lewis, autora de la obra Full Surrogacy Now: Feminism Against Family, explica que el lema “Quedarse en casa” es lo que de alguna manera “se supone” que nos mantiene a salvo. “Pero hay varios problemas con esto”, explica la autora, que los resume, fundamentalmente, en tres elementos: “la mistificación de la fórmula de la pareja”, “la romantización del parentesco” y “la desinfección del espacio fundamentalmente inseguro que es la propiedad privada”.
 
Sophie Lewis, que se define a sí misma como “comunista queer”, se pregunta, textualmente, “¿cómo puede una zona (la familia), “definida por las asimetrías de poder de las tareas domésticas (el trabajo reproductivo es de género), de la renta y la deuda hipotecaria, la propiedad de la tierra y las escrituras, la crianza patriarcal y (a menudo) la institución del matrimonio, beneficiar a la salud?”.
 
Para la autora, las viviendas familiares conforman el lugar donde se produce la mayor parte de la violencia terrenal, ya que, según explica, “la violencia doméstica es el abuso más difundido, pero uno de los menos denunciados, de los derechos humanos”. “Las personas queer y feminizadas, especialmente las muy viejas y muy jóvenes, definitivamente, no están seguras allí: su florecimiento en el hogar capitalista es la excepción, no la regla”.
 
Para Lewis, otro problema con la exigencia del “Quedarse en casa”, es que no todo el mundo tiene acceso a una vivienda privada. “Y esto tiene dos soluciones: compartir y ocupar”. Según esta periodista, “en una desafío ético a las directivas estatales, los vecinos relativamente inmunes de muchas ciudades han abierto voluntariamente sus hogares a los expuestos y enfermos, juzgando el deber de solidaridad vecinal con los desalojados como algo más apremiante que el imperativo de evitar el contagio”.
 
Por otro lado, “al tomar propiedades vacantes sin permiso y vivir en ellas, se está liderando el camino para contrarrestar la gentrificación en California y para entender el derecho a una vivienda cómoda como un derecho de nacimiento humano básico”.
 
Lewis también recuerda que otros sectores de población “no pueden quedarse en casa”, además de las personas sin hogar. “Las personas almacenadas en las prisiones, en los centros de detención, en los campos de refugiados o en los dormitorios de las fábricas, así como las personas retenidas contra su voluntad en instalaciones médicas y / o psiquiátricas”.
 
La periodista queer recuerda que, en Los Ángeles, los funcionarios estatales están proporcionando remolques individuales y cabañas de aislamiento para las personas sin hogar. “Pero una respuesta mucho más lógica podría ser abrir todos los hoteles y los palacios privados sobre la base de viviendas amplias y luminosas, sanitarias (no modificadas) para todos. Liberen a todos los prisioneros y detenidos, creen espaciosas aldeas autónomas y despidan a todos los trabajadores para que puedan mudarse con sus amigos y dedicarse a la pereza durante al menos la próxima década”.
 
“La pandemia no es el momento para olvidarse de la abolición familiar. En palabras de la teórica feminista y madre Madeline Lane-McKinley, los hogares son las ollas a presión del capitalismo. Esta crisis verá un aumento en las tareas domésticas de limpieza, cocina y cuidado, pero también de abuso infantil, abuso sexual, violación de parejas, tortura psicológica y más. Lejos de ser un momento para aceptar la ideología de los ‘valores familiares’, la pandemia es un momento sumamente importante para aprovisionar, evacuar y, en general, empoderar a los sobrevivientes y refugiados del hogar nuclear”.
 
“Incluso cuando el hogar nuclear privado no representa una amenaza física o mental directa para una persona, la familia todavía apesta. Nos genera, nacionaliza y nos hace competir con nosotros mismos. Nos marca para el trabajo productivo. Nos hace creer que somos ‘individuos’. Minimiza los costos de capital al tiempo que maximiza el trabajo vital de los seres humanos (en miles de millones de pequeñas cajas, cada una equipada, absurdamente, con su propia cocina, micro-guardería y lavandería)... Nos merecemos algo mejor que la familia. Y el tiempo del coronavirus es un excelente momento para practicar su abolición”.
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                    	
                                        
                                                                                                                                                                        
    
    
	
    
Juan Antonio de Castro: "George Soros es un peligro para la seguridad de Europa"
OpenDemocracy, la organización de extrema-izquierda financiada por el magnate George Soros para extender el socialismo por el mundo, ha dado un paso en su empeño permanente por abolir los valores tradicionales sobre los que se asientan las sociedades occidentales, al pedir a través de un artículo publicado en su web “la extinción de la familia”, aprovechando la pandemia de coronavirus.
El texto, firmado por la periodista free-lance Sophie Lewis, autora de la obra Full Surrogacy Now: Feminism Against Family, explica que el lema “Quedarse en casa” es lo que de alguna manera “se supone” que nos mantiene a salvo. “Pero hay varios problemas con esto”, explica la autora, que los resume, fundamentalmente, en tres elementos: “la mistificación de la fórmula de la pareja”, “la romantización del parentesco” y “la desinfección del espacio fundamentalmente inseguro que es la propiedad privada”.
Sophie Lewis, que se define a sí misma como “comunista queer”, se pregunta, textualmente, “¿cómo puede una zona (la familia), “definida por las asimetrías de poder de las tareas domésticas (el trabajo reproductivo es de género), de la renta y la deuda hipotecaria, la propiedad de la tierra y las escrituras, la crianza patriarcal y (a menudo) la institución del matrimonio, beneficiar a la salud?”.
Para la autora, las viviendas familiares conforman el lugar donde se produce la mayor parte de la violencia terrenal, ya que, según explica, “la violencia doméstica es el abuso más difundido, pero uno de los menos denunciados, de los derechos humanos”. “Las personas queer y feminizadas, especialmente las muy viejas y muy jóvenes, definitivamente, no están seguras allí: su florecimiento en el hogar capitalista es la excepción, no la regla”.
Para Lewis, otro problema con la exigencia del “Quedarse en casa”, es que no todo el mundo tiene acceso a una vivienda privada. “Y esto tiene dos soluciones: compartir y ocupar”. Según esta periodista, “en una desafío ético a las directivas estatales, los vecinos relativamente inmunes de muchas ciudades han abierto voluntariamente sus hogares a los expuestos y enfermos, juzgando el deber de solidaridad vecinal con los desalojados como algo más apremiante que el imperativo de evitar el contagio”.
Por otro lado, “al tomar propiedades vacantes sin permiso y vivir en ellas, se está liderando el camino para contrarrestar la gentrificación en California y para entender el derecho a una vivienda cómoda como un derecho de nacimiento humano básico”.
Lewis también recuerda que otros sectores de población “no pueden quedarse en casa”, además de las personas sin hogar. “Las personas almacenadas en las prisiones, en los centros de detención, en los campos de refugiados o en los dormitorios de las fábricas, así como las personas retenidas contra su voluntad en instalaciones médicas y / o psiquiátricas”.
La periodista queer recuerda que, en Los Ángeles, los funcionarios estatales están proporcionando remolques individuales y cabañas de aislamiento para las personas sin hogar. “Pero una respuesta mucho más lógica podría ser abrir todos los hoteles y los palacios privados sobre la base de viviendas amplias y luminosas, sanitarias (no modificadas) para todos. Liberen a todos los prisioneros y detenidos, creen espaciosas aldeas autónomas y despidan a todos los trabajadores para que puedan mudarse con sus amigos y dedicarse a la pereza durante al menos la próxima década”.
“La pandemia no es el momento para olvidarse de la abolición familiar. En palabras de la teórica feminista y madre Madeline Lane-McKinley, los hogares son las ollas a presión del capitalismo. Esta crisis verá un aumento en las tareas domésticas de limpieza, cocina y cuidado, pero también de abuso infantil, abuso sexual, violación de parejas, tortura psicológica y más. Lejos de ser un momento para aceptar la ideología de los ‘valores familiares’, la pandemia es un momento sumamente importante para aprovisionar, evacuar y, en general, empoderar a los sobrevivientes y refugiados del hogar nuclear”.
“Incluso cuando el hogar nuclear privado no representa una amenaza física o mental directa para una persona, la familia todavía apesta. Nos genera, nacionaliza y nos hace competir con nosotros mismos. Nos marca para el trabajo productivo. Nos hace creer que somos ‘individuos’. Minimiza los costos de capital al tiempo que maximiza el trabajo vital de los seres humanos (en miles de millones de pequeñas cajas, cada una equipada, absurdamente, con su propia cocina, micro-guardería y lavandería)... Nos merecemos algo mejor que la familia. Y el tiempo del coronavirus es un excelente momento para practicar su abolición”.











