Xenomorfos de H. R. Giger
Este año se celebra el 35 aniversario de “Alien. El octavo pasajero”, una película mítica en la historia del cine, dirigida en 1979 por el magnífico realizador británico Ridley Scott. “Alien” habría de revolucionar los géneros de la ciencia ficción y del terror pero, además, habría de convertirse en una fuente inagotable de influencias para los más diversos ámbitos de la cultura y el arte contemporáneos. El diseñador y artista suizo H. R. Giger, fallecido ayer en su hogar de Suiza, fue el responsable del diseño del alienígena más feroz y extraordinario que ha dado hasta el momento la cinematografía universal.
Pero la obra ingente de H. R. Giger va mucho más allá de sus diseños xenomorfos para el mundo del cine y la televisión. Sus trabajos, tan impactantes como conmovedores, se sitúan en la parte oscura de la existencia, en las cavernas y entre tinieblas, en un lugar claustrofóbico, húmedo y convulso donde perviven desde tiempos inmemoriales maquinarias enigmáticas, seres imposibles, texturas inauditas y monstruos abominables.
Y es que, sobre todo, Giger es, era, un artista plástico que cuenta con un estilo propio y único, acuñado por él mismo como “biomecánico”, en el que, con una apabullante destreza, mezclaba múltiples formas de origen biológico y los más variados elementos tecnológicos. En la obra de este visionario, la carne se funde con el metal, lo orgánico se licúa entre plásticos y desechos industriales, y anatomías humanas y animales se convierten en algo diferente cuando son devoradas por los más oníricos e impensables cables, tubos, sensores y conectores.
Como ha señalado Carlos Arenas, uno de los especialistas españoles que más y mejor conocen la obra de este artista, H. R. Giger, a través de la biomecánica, ha levantdo “un imaginario subyugante plagado de cyborgs, monstruos, demonios y diosas satánicas, fetiches y pasajes góticos, que cohabitan en un mundo perturbador. Sin embargo, su obra no se detiene en lo superficial y profundiza en los lugares más recónditos de la mente humana. Paisajes ginecológicos y visiones intrauterinas, imágenes infernales, monstruos amenazantes, pandemias y aberraciones sexuales coexisten en un contexto visionario.”
El diseñador, pintor, escultor y dibujante Hans Ruedi Giger había nacido en la ciudad suiza de Chur en 1940. Hijo de una familia de químicos, comenzó a trabajar como proyectista de interiores y, a partir de 1968, se dedicó exclusivamente al mundo del arte, entendiendo éste en su significado más amplio, ya que este imaginativo creador transitó con idéntico éxito tanto por el mundo del diseño como por los más diversos espacios del dibujo, la escultura o la pintura.
Su reconocimiento por parte del gran público llegó tras perfilar y desarrollar la mítica criatura extraterrestre y algunos escenarios de la película “Alien, el octavo pasajero”. Para conseguir la que, a la postre, habría de ser la creación por la que sería más conocido, Giger se basó en algunas obras pictóricas que había creado anteriormente y que había reunido bajo el título de "Necronom V". Por su trabajo en este film de ciencia-ficción, Giger recibió en 1980 un “Oscar” de Hollywood al mejor diseño de escenarios.
A partir de ese momento, la fascinación y el interés popular por la obra de H. R. Giger fue incrementándose de forma exponencial, aunque éste, por su vocación cinematográfica, no acabara de ser admitido en los círculos artísticos más ortodoxos. A lo largo de los años, y prácticamente hasta el día de su muerte, este artista ha ido dando luz a una obra excepcionalmente original, de gran influencia en la cultura actual, que además de captar con una destreza incomparable el espíritu extraño e iracional de nuestra época, ha coronado a Giger como el más fascinante diseñador de formas imposibles y mundos fantásticos.
Descanse en paz.
Este año se celebra el 35 aniversario de “Alien. El octavo pasajero”, una película mítica en la historia del cine, dirigida en 1979 por el magnífico realizador británico Ridley Scott. “Alien” habría de revolucionar los géneros de la ciencia ficción y del terror pero, además, habría de convertirse en una fuente inagotable de influencias para los más diversos ámbitos de la cultura y el arte contemporáneos. El diseñador y artista suizo H. R. Giger, fallecido ayer en su hogar de Suiza, fue el responsable del diseño del alienígena más feroz y extraordinario que ha dado hasta el momento la cinematografía universal.
Pero la obra ingente de H. R. Giger va mucho más allá de sus diseños xenomorfos para el mundo del cine y la televisión. Sus trabajos, tan impactantes como conmovedores, se sitúan en la parte oscura de la existencia, en las cavernas y entre tinieblas, en un lugar claustrofóbico, húmedo y convulso donde perviven desde tiempos inmemoriales maquinarias enigmáticas, seres imposibles, texturas inauditas y monstruos abominables.
Y es que, sobre todo, Giger es, era, un artista plástico que cuenta con un estilo propio y único, acuñado por él mismo como “biomecánico”, en el que, con una apabullante destreza, mezclaba múltiples formas de origen biológico y los más variados elementos tecnológicos. En la obra de este visionario, la carne se funde con el metal, lo orgánico se licúa entre plásticos y desechos industriales, y anatomías humanas y animales se convierten en algo diferente cuando son devoradas por los más oníricos e impensables cables, tubos, sensores y conectores.
Como ha señalado Carlos Arenas, uno de los especialistas españoles que más y mejor conocen la obra de este artista, H. R. Giger, a través de la biomecánica, ha levantdo “un imaginario subyugante plagado de cyborgs, monstruos, demonios y diosas satánicas, fetiches y pasajes góticos, que cohabitan en un mundo perturbador. Sin embargo, su obra no se detiene en lo superficial y profundiza en los lugares más recónditos de la mente humana. Paisajes ginecológicos y visiones intrauterinas, imágenes infernales, monstruos amenazantes, pandemias y aberraciones sexuales coexisten en un contexto visionario.”
El diseñador, pintor, escultor y dibujante Hans Ruedi Giger había nacido en la ciudad suiza de Chur en 1940. Hijo de una familia de químicos, comenzó a trabajar como proyectista de interiores y, a partir de 1968, se dedicó exclusivamente al mundo del arte, entendiendo éste en su significado más amplio, ya que este imaginativo creador transitó con idéntico éxito tanto por el mundo del diseño como por los más diversos espacios del dibujo, la escultura o la pintura.
Su reconocimiento por parte del gran público llegó tras perfilar y desarrollar la mítica criatura extraterrestre y algunos escenarios de la película “Alien, el octavo pasajero”. Para conseguir la que, a la postre, habría de ser la creación por la que sería más conocido, Giger se basó en algunas obras pictóricas que había creado anteriormente y que había reunido bajo el título de "Necronom V". Por su trabajo en este film de ciencia-ficción, Giger recibió en 1980 un “Oscar” de Hollywood al mejor diseño de escenarios.
A partir de ese momento, la fascinación y el interés popular por la obra de H. R. Giger fue incrementándose de forma exponencial, aunque éste, por su vocación cinematográfica, no acabara de ser admitido en los círculos artísticos más ortodoxos. A lo largo de los años, y prácticamente hasta el día de su muerte, este artista ha ido dando luz a una obra excepcionalmente original, de gran influencia en la cultura actual, que además de captar con una destreza incomparable el espíritu extraño e iracional de nuestra época, ha coronado a Giger como el más fascinante diseñador de formas imposibles y mundos fantásticos.
Descanse en paz.