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Jueves, 07 de Mayo de 2020 Tiempo de lectura:
Autor de "El renacer de Rusia"

Sergio Fernández Riquelme: "Vladimir Putin es patriotismo integral y modernización conservadora"

El profesor de la Universidad de Murcia Sergio Fernández Riquelme ha publicado recientemente con el sello editorial Letras Inquietas un libro titulado El renacer de Rusia en el que analiza la historia política, económica y social de este inmenso país desde la caída de la Unión Soviética hasta lo que él define como la “democracia soberana” de Vladímir Putin.

 

¿Cuáles son las principales causas que llevan a la Unión Soviética a su desaparición?

 

Se pueden señalar dos grandes causas interrelacionadas. En el plano económico, se aceleró la crisis terminal de un sistema colectivista y burocratizado incapaz de crear bienestar real y sostenido en el conjunto de la población durante años, al asumir constantemente gastos enormes en políticas internacionales grandilocuentes o ficticias (desde el programa espacial a la subvención de regímenes afines en medio mundo), al no poder integrar paulatinamente aspectos capitalistas en los medios de producción y consumo, al ser ineficiente en casi todos los campos de gestión y encontrarse absolutamente dependiente de los ingresos de las materias primas (principalmente hidrocarburos). Y en el plano político, culminó la progresiva ruptura del sistema externo de control (los países satélites del pacto de Varsovia) y de la organización territorial interna (las repúblicas no rusas) ante el insostenible efecto de la represión, el empuje del boyante eje euroatlántico, y ante la consecuente y creciente pobreza y desafección de la población de los sistemas comunistas.

 

[Img #17676]¿Hubiera tenido alguna posibilidad de sobrevivir la Unión Soviética si en vez decantarse por la 'Perestroika' lo hubieran hecho por el mantenimiento del sistema, tal y como reivindicaban los golpistas del 19 de agosto de 1991?

 

A mi juicio, no. La 'Perestroika' fue un intento tardío y desesperado de parte del Partido Comunista de hacer viable una nueva Unión Soviética reformada. Pese a sobrevivir a los efectos crisis del petróleo de 1973, la Unión Soviética era un “gigante con pies de barro” que en apariencia aún competía con Estados Unidos en el escenario de la 'Guerra Fría', pero que mostraba cada año en los indicadores reales un empobrecimiento acelerado y en las continuas deserciones la imposibilidad de reforma interna (como sí hemos visto, por otra mentalidad y en otro contexto, en la “vía asiática” de China o Vietnam).

 

¿Cómo un destacado dirigente comunista como Boris Yeltsin logra convencer a la ciudadanía de que era la solución para terminar con el régimen comunista?

 

Por el enorme apoyo mediático y económico que el eje euroatlántico y los nuevos oligarcas le otorgaron para hacerse con el control de territorios (que pasaban a la órbita de la OTAN o de la UE) y de recursos (mediante las privatizaciones masivas, y a saldo, del enorme complejo industrial y extractivo soviético). Fue el elegido por Occidente para desmantelar desde dentro y pacíficamente la Unión Soviética, construyendo de él una imagen de libertador y demócrata que, estrictamente, no se corresponde con la realidad histórica, llegando a bombardear el mismo Parlamento ruso al no plegarse a sus intereses y gobernar la nueva Rusia postsoviética de manera casi autocrática desde 1993 (permitido al ser aliado incondicional de Bush y Kohl).

 

Putin señaló que la caída de la Unión Soviética fue una de las grandes catástrofes de la historia. ¿Cómo se diseñó la transición de un mercado intervenido y una política dominada por el Partido Comunista a una economía liberalizada y un sistema democrático?

 

La transición fue, objetivamente, una catástrofe histórica especialmente para Rusia (el corazón de la Unión Soviética), por varios hechos: la sensación de humillación de buena parte de la ciudadanía y la clase política que habían vivido en un Estado que pretendía, falsamente, ser potencia global sin recursos para ello; la separación de millones de rusófonos (en Ucrania o Moldavia) o rusos étnicos (en Letonia o Estonia) de su patria tras la independencia de las distintas repúblicas; la tremenda crisis demográfica sufrida y con efectos aún en la actualidad (con enormes migraciones y una acelerada caída de la natalidad); y el crecimiento exponencial de la pobreza, ya visible en las últimas décadas de la Unión Soviética, y agudizado al transitar brutalmente de un sistema controlado y subvencionado al libre comercio más radical (destacando en la privatizaciones las ideas de Chubais).

 

Para los rusos, Yeltsin es una de las personalidades políticas más controvertidas de su historia más reciente. ¿Cuáles fueron sus mayores éxitos como presidente? ¿Y sus principales fracasos?

 

Los tres únicos éxitos de Yeltsin, en mi opinión, fueron lograr una más o menos pacífica transición interna hacia la democracia (pese a los hechos de 1993), mantener la unidad de la inmensa Federación rusa (aunque Chechenia era independiente de facto), y evitar conflictos territoriales y militares entre Rusia y las grandes repúblicas (Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán) o los países bálticos (con importantes minorías rusas). Y los fracasos fueron numerosos, demasiados, lo que explica su inevitable salida del poder ante Vladimir Putin: el fracaso en Chechenia (ante el califato de Basayev y con enormes pérdidas humanas), el pauperismo tremendo y la violencia en las calles (que definieron a la época como los “salvajes años 90”), el citado hundimiento demográfico, la profunda depresión económica (con niveles de nación sudesarrollada en campos de sanidad o infraestructuras), o la práctica desaparición de Rusia del escenario internacional (como se vio en la imposibilidad de apoyar a su aliado serbio Milosevic en la Guerra de Kosovo).

 

Muy pocos se imaginaban que el sucesor de Boris Yeltsin fuera un desconocido Vladímir Putin. ¿Cómo se produce su ascenso a la presidencia?

 

Se produce cuando la élite militar-industrial y los antiguos servicios secretos (desde San Petersburgo) comprenden que el grupo económico-liberal de Yeltsin (en Moscú) llevaba al país a una nueva crisis tanto económica como política. Y eligen entre ellos, según mi consideración, a un hombre fiel, trabajador y discreto como reemplazo temporal, pero que finalmente logró imponerse como líder definitivo, mostrando un plan de ruta muy claro, equilibrando los poderes de los sectores liberales y conservadores, e integrando a los diferentes grupos económicos, políticos y sociales afines.

 

Es innegable que Putin logró reconducir la situación política, económica y social del país. ¿Cómo lo hizo? A grandes rasgos, ¿cuáles son las ideas-fuerza que mueven a Putin?

 

Unidad de mando, patriotismo integral y modernización conservadora. Tres ideas que convergen, en mi opinión, en el cuestionado y polémico concepto de “democracia soberana” que podría representar el modelo político-social impulsado en las décadas de Putin. Pero modelo que es considerado, para medios opositores y occidentales, como una mera coartada del autoritarismo real o la represión de baja intensidad de Putin y sus élites para mantenerse en el poder.

 

Aunque Vladímir Putin sigue cosechando éxitos electorales consecutivos, algún día dejará de ser presidente. ¿Cuál será su herencia? ¿Cómo será la Rusia post-Putin?

 

Putin ha marcado a Rusia profundamente durante dos décadas, y lo seguirá haciendo al país con la nueva Constitución impulsada por el presidente. Inicialmente planteada como conjunto de enmiendas, pero al final del camino diseñada como una auténtica y alternativa reforma de la Constitución federal de 1993. En ella se contienen toda las claves de su “misión histórica”: un Estado multinacional construido sobre la identidad rusa, la centralización política, la protección social, la síntesis histórica, los valores tradicionales, la integridad territorial y la soberanía nacional. Misión que pretende quedar para la posteridad en un sistema que sobreviva a su creador (superando el “personalismo”), o que cambiará de manos o de contenido tras su marcha (entre el soberanismo o el globalismo).

 

Sergio Fernández Riquelme: El renacer de Rusia. Letras Inquietas (abril de 2020)

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