Informe del Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo
Las organizaciones terroristas islamistas incrementan su actividad durante la alerta sanitaria mundial provocada por el Covid-19
La alerta sanitaria mundial provocada por el Covid-19 no solo no ha frenado el desarrollo de los grupos terroristas islamistas, sino que ha provocado un incremento de la actividad desempeñada por estos, tal y como se demostró el pasado mes de marzo.
Según informa el Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo en un reciente informe, Afganistán sigue concentrando gran parte de la actividad terrorista de carácter yihadista, dándose en el mes de abril al menos 77 ataques con al menos una víctima, siendo prácticamente la mitad de todos los recogidos en este período. Por otro lado, la región del Sahel Occidental se consolida como el segundo gran epicentro de actividad yihadista, manteniendo unos niveles considerablemente elevados durante los últimos meses en países como Nigeria, Burkina Faso o Mali.
Carlos Igualada, autor del estudio realizado por el OIET, explica que es importante poner el foco de atención en estos dos últimos países porque abril ha sido el mes que puede señalar un punto de inflexión en cuanto a la relación que mantienen el Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS) y JNIM, franquicias de Daesh y de al Qaeda, respectivamente. Si bien es cierto que en momentos puntuales se produjo un entendimiento entre ambas organizaciones a la hora de establecer sus zonas de influencia, los enfrentamientos esporádicos no tardaron en darse. “Estos, han ido siendo más frecuentes con el paso del tiempo, aumentando las tensiones entre ambas facciones y llegando a una situación insostenible que ha derivado en grandes enfrentamientos directos con la participación de al menos un centenar de terroristas por cada lado durante el último mes. Hasta el momento, se observa cómo EIGS es más fuerte en Burkina Faso, mientras que el JNIM lo es en Mali, aunque es más que probable que esta situación solo marque el inicio de un choque entre dos de las mayores organizaciones vinculadas a los dos grandes referentes del fenómeno yihadista, choque cuyas consecuencias pueden ser de gran relevancia para el futuro de la región”.
Igualada explica en su trabajo que en zonas más meridionales del continente africano, Mozambique hace meses que se situó como el principal foco emergente en cuanto a actividad yihadista se refiere. “La presencia de una insurgencia local favorecida por la expansión de la influencia de Daesh a escala global ha permitido que el movimiento cuente con una presencia visible desde octubre de 2017. En estos momentos, el grupo yihadista Ansar al Sunna, también conocido como al Shabaab, tiene una capacidad tal como para llegar a hacerse con ciudades de varias decenas de miles de habitantes, algo que ocurrió en el mes de marzo. Se desconoce exactamente cuál es el grado de influencia que ejerce Daesh a través de su provincia en África Central en este grupo local, sin embargo, algo que queda de manifiesto es que el yihadismo en este país continúa expandiéndose. Una muestra de ello son ataques ocurridos en abril, como el acaecido junto a la frontera con Zimbaue, alejado de la principal área operativa de Cabo Delgado, donde, entre otras acciones, se produjo la ejecución de 52 jóvenes que se negaron a sumarse a las filas yihadistas”.
En cuanto a la actividad terrorista del autodenominado Estado Islámico sobre los territorios que hasta no hace mucho formaban parte del califato yihadista sirio-iraquí, “se observa cómo durante el mes de abril se ha producido un repunte importante de la actividad, especialmente en el caso iraquí, a través de atentados cometidos mediante artefactos explosivos improvisados sobre las fuerzas de seguridad y tropas militares”. Solo en este país, el Estado Islámico ha llevado a cabo en abril un total de 12 atentados con víctimas mortales, siendo una cifra superior a la registrada durante los últimos meses, algo similar respecto a lo ocurrido en Siria, donde en este mismo período de tiempo se han producido al menos otros 8 atentados por parte de este mismo grupo.
El OIET explica que Europa sigue siendo escenario de acciones que mantienen una estrecha relación con la influencia que ejerce el movimiento terrorista islamista global. “En abril, Francia ha vuelto a ser territorio sobre el que se han cometido dos ataques que podrían estar inspirados por la ideología salafista yihadista, siendo asumida la investigación de ambas acciones por la fiscalía antiterrorista. La primera de ellas ocurrió el 4 de abril en Romans-sur-Isere, donde un joven presuntamente radicalizado habría apuñalado mortalmente a dos personas en un estanco y una panadería, mientras que el segundo ataque sucedió el día 27 y tuvo como blanco del ataque a los agentes de seguridad, siendo tres de ellos atropellados por un individuo, que dejó un manuscrito en el que juraba fidelidad a Daesh, mientras se encontraban en un control policial. Por último, diecisiete han sido los países que han sido escenario de al menos un atentado de inspiración yihadista durante el mes de marzo: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Filipinas, Indonesia, Egipto, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Camerún, Chad, Somalia, Mozambique y Francia.
La alerta sanitaria mundial provocada por el Covid-19 no solo no ha frenado el desarrollo de los grupos terroristas islamistas, sino que ha provocado un incremento de la actividad desempeñada por estos, tal y como se demostró el pasado mes de marzo.
Según informa el Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo en un reciente informe, Afganistán sigue concentrando gran parte de la actividad terrorista de carácter yihadista, dándose en el mes de abril al menos 77 ataques con al menos una víctima, siendo prácticamente la mitad de todos los recogidos en este período. Por otro lado, la región del Sahel Occidental se consolida como el segundo gran epicentro de actividad yihadista, manteniendo unos niveles considerablemente elevados durante los últimos meses en países como Nigeria, Burkina Faso o Mali.
Carlos Igualada, autor del estudio realizado por el OIET, explica que es importante poner el foco de atención en estos dos últimos países porque abril ha sido el mes que puede señalar un punto de inflexión en cuanto a la relación que mantienen el Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS) y JNIM, franquicias de Daesh y de al Qaeda, respectivamente. Si bien es cierto que en momentos puntuales se produjo un entendimiento entre ambas organizaciones a la hora de establecer sus zonas de influencia, los enfrentamientos esporádicos no tardaron en darse. “Estos, han ido siendo más frecuentes con el paso del tiempo, aumentando las tensiones entre ambas facciones y llegando a una situación insostenible que ha derivado en grandes enfrentamientos directos con la participación de al menos un centenar de terroristas por cada lado durante el último mes. Hasta el momento, se observa cómo EIGS es más fuerte en Burkina Faso, mientras que el JNIM lo es en Mali, aunque es más que probable que esta situación solo marque el inicio de un choque entre dos de las mayores organizaciones vinculadas a los dos grandes referentes del fenómeno yihadista, choque cuyas consecuencias pueden ser de gran relevancia para el futuro de la región”.
Igualada explica en su trabajo que en zonas más meridionales del continente africano, Mozambique hace meses que se situó como el principal foco emergente en cuanto a actividad yihadista se refiere. “La presencia de una insurgencia local favorecida por la expansión de la influencia de Daesh a escala global ha permitido que el movimiento cuente con una presencia visible desde octubre de 2017. En estos momentos, el grupo yihadista Ansar al Sunna, también conocido como al Shabaab, tiene una capacidad tal como para llegar a hacerse con ciudades de varias decenas de miles de habitantes, algo que ocurrió en el mes de marzo. Se desconoce exactamente cuál es el grado de influencia que ejerce Daesh a través de su provincia en África Central en este grupo local, sin embargo, algo que queda de manifiesto es que el yihadismo en este país continúa expandiéndose. Una muestra de ello son ataques ocurridos en abril, como el acaecido junto a la frontera con Zimbaue, alejado de la principal área operativa de Cabo Delgado, donde, entre otras acciones, se produjo la ejecución de 52 jóvenes que se negaron a sumarse a las filas yihadistas”.
En cuanto a la actividad terrorista del autodenominado Estado Islámico sobre los territorios que hasta no hace mucho formaban parte del califato yihadista sirio-iraquí, “se observa cómo durante el mes de abril se ha producido un repunte importante de la actividad, especialmente en el caso iraquí, a través de atentados cometidos mediante artefactos explosivos improvisados sobre las fuerzas de seguridad y tropas militares”. Solo en este país, el Estado Islámico ha llevado a cabo en abril un total de 12 atentados con víctimas mortales, siendo una cifra superior a la registrada durante los últimos meses, algo similar respecto a lo ocurrido en Siria, donde en este mismo período de tiempo se han producido al menos otros 8 atentados por parte de este mismo grupo.
El OIET explica que Europa sigue siendo escenario de acciones que mantienen una estrecha relación con la influencia que ejerce el movimiento terrorista islamista global. “En abril, Francia ha vuelto a ser territorio sobre el que se han cometido dos ataques que podrían estar inspirados por la ideología salafista yihadista, siendo asumida la investigación de ambas acciones por la fiscalía antiterrorista. La primera de ellas ocurrió el 4 de abril en Romans-sur-Isere, donde un joven presuntamente radicalizado habría apuñalado mortalmente a dos personas en un estanco y una panadería, mientras que el segundo ataque sucedió el día 27 y tuvo como blanco del ataque a los agentes de seguridad, siendo tres de ellos atropellados por un individuo, que dejó un manuscrito en el que juraba fidelidad a Daesh, mientras se encontraban en un control policial. Por último, diecisiete han sido los países que han sido escenario de al menos un atentado de inspiración yihadista durante el mes de marzo: Afganistán, Siria, Irak, Pakistán, India, Filipinas, Indonesia, Egipto, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Camerún, Chad, Somalia, Mozambique y Francia.











