Alerta anti-comunista
Inmediatamente después del extraordinario resultado obtenido por Vox en las elecciones autonómicas andaluzas, la izquierda radical convulsionó y con el sectarismo que les caracteriza, proclamaba una “alerta antifascista”, a la cual se sumó alegre e irresponsablemente el PSOE. A partir de entonces, los militantes de Vox, sufrieron multitud de agresiones, silenciadas e ignoradas por los poderes públicos, que venían a decir que la existencia de Vox, por sí misma era un acto de provocación y que merecía todo aquello negativo que le pasaba.
La izquierda, repleta de miserables acostumbrados a imponer el relato del marxismo cultural frente a una derecha cobarde y acomplejada, vio emerger en el horizonte el desafío implacable a la sarta de mentiras que es el socialismo, que no es otra cosa que una farsa a nivel planetario. Y claro, saltaron las alarmas y comenzó la conjura de los pigmeos políticos, sobre la base del odio a España y a los valores eternos y tradicionales que representa nuestra nación milenaria.
Plantar cara, dar la batalla de las ideas, se torna capital en los terribles momentos que estamos viviendo en la actualidad, agravados de forma singular por la gestión atroz que perpetra el infame Gobierno social-comunista, que tenemos la desgracia de padecer. Contraponer un relato y un proyecto patriota español y decente al sórdido experimento del marxismo debe comenzar por alertar a la población al respecto del siniestro intento del comunismo por transformar y destruir los pilares de nuestra sociedad. Lleva en ello mucho tiempo, pero la situación de excepcionalidad que vivimos, posiciona a los partidos coaligados en el Gobierno y sus indignos apoyos de golpistas y proetarras, en el punto de abordar tal proyecto con posibilidades de éxito. Ajenos al control político, el Gobierno infame escudado en su amado Estado de Alarma, invoca todos los mantras del marxismo, con la vista puesta en su premisa esencial, el control social absoluto.
El Gobierno infame, formado y apoyado por enemigos jurados de España, ha calculado una perversa hoja de ruta para los intereses de España y los españoles, que pasa por sobredimensionar hasta el éxtasis el volumen del Estado, de tal forma que todos estemos en deuda con el mismo. La omnipresencia orwelliana del Estado descansaría en la distribución de la miseria propia de todo régimen socialista y recabar obediencia a cambio de subsistencia. Todo ello acompañado de la progresiva erradicación de la propiedad privada, el modelo de familia tradicional y el adoctrinamiento imprescindible de toda la sociedad en los sórdidos valores socialistas. Tratarán de imponer su modelo educativo y sus pseudocientíficas ideologías del género y del apocalipsis ecologista. Quieren una sociedad domesticada y obediente al toque del silbato de los capos del campo de concentración que anida en sus mentes, a imagen y semejanza del ya establecido en otras partes del mundo, como lo fue en la extinta Unión Soviética o actualmente en Cuba, China comunista o Venezuela. Sus referentes son una granada colección de criminales como Lenin, Fidel Castro, Honecker, Ceaucescu o Hugo Chávez. Miembros de este Gobierno han rendido homenaje público a una ideología genocida como el comunismo. No dudan en exhibir orgullosos hoces, martillos y camisetas de fútbol de Alemania Oriental, que fue el mal encarnado y exponente de todo lo terrible que puede ser el comunismo. En ese país, donde se ametrallaba a todo aquél que trataba de huir de ese pozo séptico y donde se entronizó el control sobre la vida de los otros, a través de la temida y perfecta policía política de la Stasi, espejo sin duda en el que se mira este Gobierno. Les sobra toda oposición y disenso. Harán lo posible e imposible por controlar las redes sociales. Sus secuaces promoverán campañas de odio como la de #mataraAbascal, que no fue prohibida de inmediato por su brazo mediático de Twitter. Ante esta ignominia, ante este ataque frontal contra España y la libertad, hay que proclamar alto y claro la alerta anti-comunista. Pero ésta no puede quedar en una mera arenga. De forma valiente e ineludible, ha de acompañarse de un relato, de un proyecto y de una misión que sustituya la actual hora de los enanos por una hora de los patriotas que lleve a España a ser grande de nuevo.
Inmediatamente después del extraordinario resultado obtenido por Vox en las elecciones autonómicas andaluzas, la izquierda radical convulsionó y con el sectarismo que les caracteriza, proclamaba una “alerta antifascista”, a la cual se sumó alegre e irresponsablemente el PSOE. A partir de entonces, los militantes de Vox, sufrieron multitud de agresiones, silenciadas e ignoradas por los poderes públicos, que venían a decir que la existencia de Vox, por sí misma era un acto de provocación y que merecía todo aquello negativo que le pasaba.
La izquierda, repleta de miserables acostumbrados a imponer el relato del marxismo cultural frente a una derecha cobarde y acomplejada, vio emerger en el horizonte el desafío implacable a la sarta de mentiras que es el socialismo, que no es otra cosa que una farsa a nivel planetario. Y claro, saltaron las alarmas y comenzó la conjura de los pigmeos políticos, sobre la base del odio a España y a los valores eternos y tradicionales que representa nuestra nación milenaria.
Plantar cara, dar la batalla de las ideas, se torna capital en los terribles momentos que estamos viviendo en la actualidad, agravados de forma singular por la gestión atroz que perpetra el infame Gobierno social-comunista, que tenemos la desgracia de padecer. Contraponer un relato y un proyecto patriota español y decente al sórdido experimento del marxismo debe comenzar por alertar a la población al respecto del siniestro intento del comunismo por transformar y destruir los pilares de nuestra sociedad. Lleva en ello mucho tiempo, pero la situación de excepcionalidad que vivimos, posiciona a los partidos coaligados en el Gobierno y sus indignos apoyos de golpistas y proetarras, en el punto de abordar tal proyecto con posibilidades de éxito. Ajenos al control político, el Gobierno infame escudado en su amado Estado de Alarma, invoca todos los mantras del marxismo, con la vista puesta en su premisa esencial, el control social absoluto.
El Gobierno infame, formado y apoyado por enemigos jurados de España, ha calculado una perversa hoja de ruta para los intereses de España y los españoles, que pasa por sobredimensionar hasta el éxtasis el volumen del Estado, de tal forma que todos estemos en deuda con el mismo. La omnipresencia orwelliana del Estado descansaría en la distribución de la miseria propia de todo régimen socialista y recabar obediencia a cambio de subsistencia. Todo ello acompañado de la progresiva erradicación de la propiedad privada, el modelo de familia tradicional y el adoctrinamiento imprescindible de toda la sociedad en los sórdidos valores socialistas. Tratarán de imponer su modelo educativo y sus pseudocientíficas ideologías del género y del apocalipsis ecologista. Quieren una sociedad domesticada y obediente al toque del silbato de los capos del campo de concentración que anida en sus mentes, a imagen y semejanza del ya establecido en otras partes del mundo, como lo fue en la extinta Unión Soviética o actualmente en Cuba, China comunista o Venezuela. Sus referentes son una granada colección de criminales como Lenin, Fidel Castro, Honecker, Ceaucescu o Hugo Chávez. Miembros de este Gobierno han rendido homenaje público a una ideología genocida como el comunismo. No dudan en exhibir orgullosos hoces, martillos y camisetas de fútbol de Alemania Oriental, que fue el mal encarnado y exponente de todo lo terrible que puede ser el comunismo. En ese país, donde se ametrallaba a todo aquél que trataba de huir de ese pozo séptico y donde se entronizó el control sobre la vida de los otros, a través de la temida y perfecta policía política de la Stasi, espejo sin duda en el que se mira este Gobierno. Les sobra toda oposición y disenso. Harán lo posible e imposible por controlar las redes sociales. Sus secuaces promoverán campañas de odio como la de #mataraAbascal, que no fue prohibida de inmediato por su brazo mediático de Twitter. Ante esta ignominia, ante este ataque frontal contra España y la libertad, hay que proclamar alto y claro la alerta anti-comunista. Pero ésta no puede quedar en una mera arenga. De forma valiente e ineludible, ha de acompañarse de un relato, de un proyecto y de una misión que sustituya la actual hora de los enanos por una hora de los patriotas que lleve a España a ser grande de nuevo.




















