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Ernesto Ladrón de Guevara
Jueves, 21 de Mayo de 2020 Tiempo de lectura:

¿Libertad, para qué?

El acuerdo de este miércoles con Bildu, sitúa al Gobierno de Sánchez ante la tesitura de elegir entre utilizar o no la pandemia para otras cosas. Y es evidente que la pandemia es la excusa perfecta para liquidar todo elemento estructural de lo que ha significado hasta ahora el marco de convivencia y de relativa estabilización de los parámetros de nuestra economía, ya de por sí esclerotizados.

 

Es obsceno el panorama en el que nos sitúa esta utilización de un Estado de Excepción camuflado para imponernos una eliminación del pacto social y político de estabilidad económica, para sumirnos en un escenario incierto en el que asoma la sombra de la quiebra y la desvinculación con respecto a la Unión Europea y sus parámetros de funcionamiento del libre mercado y del juego de libertades.

 

Simplemente, la alianza del PSOE con los que justifican de una u otra forma los crímenes de ETA y apoyan a los terroristas juzgados y condenados en sus exigencias de incumplimiento de penas es algo que produce asco y conturbación de espíritu; ganas de vomitar, para que me entiendan mejor sin hacer perífrasis.

 

La liquidación de la reforma kaboral del año 2012 por presiones de Bildu-Podemos, que tanto monta como monta tanto, es la puntilla que da muerte a las posibilidades de remontar una situación ya de por sí critica de aumento del paro que nos iba a situar a la cola de los indicadores europeos.

 

Siempre me pongo en la piel del empresario pequeño o mediano, o del autónomo que tiene que contratar a uno o dos trabajadores para mantener su negocio. Díganme qué empresario, en este contexto de intervencionismo asfixiante en las dinámicas que han funcionado hasta ahora del diálogo social, de la negociación colectiva, del acuerdo entre empresarios y trabajadores, va a contratar a nuevos empleados sabiendo que está la espada de Damocles sobre sus cabezas, atados de pies y manos ante la hipótesis de tener que prescindir de alguno de sus trabajadores para salvar su empresa de la quiebra y no endeudarse más ante los acreedores. Esto es el principal elemento disuasorio de toda posibilidad de crecimiento del empleo ya de por sí tocada por una crisis inducida por elementos desestabilizadores de los parámetros macroeconómicos.

 

Cualquier previsión, venga de donde venga, nos advierte de una subida espectacular de la deuda pública, del déficit público, del desempleo, del cierre de empresas, de la deslocalización de factorías como Nissan o Renault que va  a provocar el cierre de una significativa cantidad de empresas auxiliares, de la quiebra de empresas ligadas al turismo, principal elemento de creación de riqueza de un país condenado a tener en el sector terciario el elemento principal de desarrollo económico, por causa de una negociación para entrar en el euro que fue un trágala que nos ha dejado indefectiblemente ligados al sol y la playa.

 

En estas condiciones sería muy propio preguntar a Bildu, a Podemos y como última instancia a un Partido Socialista que gira en torno a los intereses personales de un personaje con indicios de psicopatía como Sánchez, cómo va a recuperar la economía de este país y, sobre todo, cóno va a sacar del agujero infecto a miles de españoles que van a quedar empobrecidos, sin posibilidad de encontrar empleo, sometidos al chantaje del mercado persa del voto para permitir la continuidad de un Gobierno frívolo secuestrado por intereses exclusivamente personales bajo el falso manto de un programa social y de una igualdad ficticia.

 

¿Quién va a pagar los impuestos si las grandes empresas huyen, si  hay menos ingresos por IRPF porque se destruyen empleos a mansalva, si se cierran múltiples empresas porque las decisiones de este Gobierno que aprovecha para estas barbaridades el clima de secuestro de libertades públicas, de derechos constitucionales, en el contexto de un Estado de Excepción blanqueado en forma de Estado de Alarma, se alargan en el tiempo sin que se vea la luz al fondo del  túnel?  ¿De verdad cree alguien que nos van a venir a rescatar desde Europa sin exigir contrapartidas? ¿De verdad creen estos cenutrios que van a regalarnos el dinero sin que cumplamos las exigencias de todo punto razonables de que saneemos nuestra economía y rompamos los diques para que la inversión y el empleo crezcan, que las empresas puedan desarrollar su actividad sin perder dinero, y que haya un mínimo respeto a la libertad del mercado y a las reglas de juego colectivo que caracterizan las dinámicas de crecimiento y desarrollo? ¿Son tan ilusos o hay un plan detrás de todo esto? ¿Es mera ignorancia o mala fe?

 

Si nos atenemos a los precedentes, nada parece indicar que Bildu haya desistido de su principio básico de los tiempos de Herri Batasuna que era el “cuanto peor, mejor”; paradigma este del buen leninista, que como todo aquel que haya estudiado los fundamentos del comunismo sabe, se apoya en la idea de que los ciudadanos que se transforman en engranajes de un sistema totalitario comunista se someten a un régimen de economía colectivizada donde la gente sobrevive gracias a las migajas que caen de la mesa de los soviets, privados de toda libertad individual y de los derechos humanos más esenciales, y donde la vida pertenece a la decisión caprichosa del “Gran Hermano”. Pero, para ello, la gente ha de convertirse en masa, y ésta ha de depender de la “generosidad” de quien decide sobre las personas, sin que ellas estén emancipadas y tengan libre albedrío. Ya saben ustedes, amables lectores lo que respondió Stalin a Fernando de los Ríos, ministro del primer bienio republicano, cuando inquirió al líder de la URSS sobre dónde estaba la libertad en sus repúblicas y respondió que…  ¿libertad, para qué?

 

A tenor del pacto del partido de Sánchez con Bildu y Podemos, tanto da como da tanto, ya sabemos la respuesta… ¿Libertad, para qué?

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