¡Suspenso!
Os lo voy a explicar, desde mi grandísima ignorancia de don nadie. Estamos rodeados, desde que nacemos, de bichos buenos y malos, por todas partes. En la cara, las manos, la garganta, el pito y el toto y la lengua, la mesa de la cocina, la cubertería de la puta mili (eso había que verlo), en los pomos de puertas y billetes y barandillas, viven y reptan y saltan trillones de bichos buenos y malos, ojo: en equilibrio. ¿Me explico? Cualquier variación de PH, exceso de radiación (interesante), contaminación, químicos, nervios y mil motivos más pueden desequilibrar la balanza y motivar reacciones en cadena (véanse alergias, eccema, diarrea por antibióticos, etc.). Pero los bichos malos y los buenos seguirán ahí, en la cara y el intestino y los ojos, insustituibles y necesarios, como el Yin y el Yang, nos guste o no, así de simple. Y ahora viene lo bueno: la Humanidad entera se encierra para evadirse de un bicho malo, el cual solo esperaba una dosis de anticuerpos, para crear los cuales él, el bicho malo, es fundamental. “¡Mandármelos ya, nenazas!”, parece gritarnos desde la calle. Y nosotros ahí, enclaustrados, alejados, esperando… ¡Estamos locas? No, ni mucho menos. El Gran Lobby nos ha testado, ha chequeado nuestro nivel de idiotez y analfabetismo vital y ha robustecido su sabia preconclusión de que nos la puede meter doblada con total impunidad y hasta aplauso. ¡Ja! Nociones tan básicas, elementales, de ló-gi-ca, sucumben ante la presión de la ma-te-má-ti-ca. Decadencia con letras mayúsculas apoyada en la ignorancia y el miedo: históricos puntales del atraso. Y todo esto en la “sociedad del conocimiento”, con un Internet ahí, al segundo. ¡Oh, mis queridos imbéciles, yo os suspendo por miserables, por obedientes creyentes en el Comité de 15 Expertos! Pero ¿será posible? De manera que la “contrainformación” de científicos, médicos, antropólogos debidamente documentados, con fechas, nombres, datos, hechos, se cataloga como bulo y se censura mientras que el grueso de la población, y los periodistas estrella en los canales de primera línea, aceptan las palabras de un Sánchez y un tal que a duras penas ha dado a conocer los nombres y cargos de ese “comité de expertos” sin nombre. ¡Yo, grandísimo ignorante, os suspendo a todas y todos y todes, grandísimos miserablos! ¡Que os den!
Os lo voy a explicar, desde mi grandísima ignorancia de don nadie. Estamos rodeados, desde que nacemos, de bichos buenos y malos, por todas partes. En la cara, las manos, la garganta, el pito y el toto y la lengua, la mesa de la cocina, la cubertería de la puta mili (eso había que verlo), en los pomos de puertas y billetes y barandillas, viven y reptan y saltan trillones de bichos buenos y malos, ojo: en equilibrio. ¿Me explico? Cualquier variación de PH, exceso de radiación (interesante), contaminación, químicos, nervios y mil motivos más pueden desequilibrar la balanza y motivar reacciones en cadena (véanse alergias, eccema, diarrea por antibióticos, etc.). Pero los bichos malos y los buenos seguirán ahí, en la cara y el intestino y los ojos, insustituibles y necesarios, como el Yin y el Yang, nos guste o no, así de simple. Y ahora viene lo bueno: la Humanidad entera se encierra para evadirse de un bicho malo, el cual solo esperaba una dosis de anticuerpos, para crear los cuales él, el bicho malo, es fundamental. “¡Mandármelos ya, nenazas!”, parece gritarnos desde la calle. Y nosotros ahí, enclaustrados, alejados, esperando… ¡Estamos locas? No, ni mucho menos. El Gran Lobby nos ha testado, ha chequeado nuestro nivel de idiotez y analfabetismo vital y ha robustecido su sabia preconclusión de que nos la puede meter doblada con total impunidad y hasta aplauso. ¡Ja! Nociones tan básicas, elementales, de ló-gi-ca, sucumben ante la presión de la ma-te-má-ti-ca. Decadencia con letras mayúsculas apoyada en la ignorancia y el miedo: históricos puntales del atraso. Y todo esto en la “sociedad del conocimiento”, con un Internet ahí, al segundo. ¡Oh, mis queridos imbéciles, yo os suspendo por miserables, por obedientes creyentes en el Comité de 15 Expertos! Pero ¿será posible? De manera que la “contrainformación” de científicos, médicos, antropólogos debidamente documentados, con fechas, nombres, datos, hechos, se cataloga como bulo y se censura mientras que el grueso de la población, y los periodistas estrella en los canales de primera línea, aceptan las palabras de un Sánchez y un tal que a duras penas ha dado a conocer los nombres y cargos de ese “comité de expertos” sin nombre. ¡Yo, grandísimo ignorante, os suspendo a todas y todos y todes, grandísimos miserablos! ¡Que os den!











