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Pablo Mosquera
Domingo, 14 de Junio de 2020 Tiempo de lectura:

Hace 30 años que nació Unidad Alavesa

[Img #18000]Aquel domingo 17 de junio de 1990, en el Anfiteatro del Palacio Europa en Vitoria, con lleno completo, se celebró la asamblea que lanzó al partido de Álava hacía la sociedad y con el fin de ser una organización social con forma de partido político en representación de los ciudadanos alaveses.

 

Las noticias de ese día eran la gran redada de narcotraficantes  gallegos -operación Mago- dirigida por el juez Baltasar Garzón, dónde caían entre otros, Los Chalanes, Oubiña y Sito Miñancos. Manuel Vázquez Moltalbán escribía un magnífico artículo titulado Paisanos con referencias a las gentes que vivían en Las Rías Bajas y observaban la "cultura" de como habían pasado del contrabando de tabaco a la cocaína. En París se rendía homenaje al general De Gaulle -el hombre que daba órdenes a la historia-. El Parlamento de la RDA vota por la vía rápida para la unidad alemana. El KGB seguía controlando todos los ámbitos de la vida en la URSS.

 

Según avanzaba la mañana veíamos llegar gentes al recinto de la Avenida de Gasteiz. Iban ocupando aquel anfiteatro, el mayor recinto socio-cultural de la capital. Había gentes de todas las procedencias. "Aldeanos", artesanos, pequeños comerciantes, enseñantes y sanitarios. Creo que era una representación muy válida sobre la sociedad civil de la capital alavesa, hartos de ser los paganos de la autonomía, sin duda dirigida desde el "gran Bilbao".

 

Comenzaba una aventura romántica que iba a poner blanco sobre negro, con un fin muy concreto, tener voz en el Parlamento vasco de la legislatura que comenzaría en el otoño de ese mismo año. De todo lo que allí paso se me quedaron grabadas dos cuestiones. La foto de los medios escritos que era portada el lunes 18, con el reciento lleno. Las últimas palabras de José Luis Añúa Ajuria. "Álava es nuestra madre y los alaveses somos sus hijos".

 

Aquella estúpida y prepotente valoración del periodista en El Correo, "La broma foral del Sr. Mosquera", se había convertido en semilla que conectaba con los sentimientos de la ciudadanía alavesa. Esas gentes mestizas que se sentían incómodas con el trato que recibían y con la sistemática ocupación de Vitoria por el nacionalismo con la cómplice colaboración de los socialistas y la indiferencia de los señoritos "peperos" de la Calle Dato, que nunca se enteraban que Vitoria y Álava estaban cambiando.

 

Pero, quiénes eran los dinamizadores de tal movimiento que explotaría con grandes dimensiones para cambiar el curso de los acontecimientos.

 

José Luis era, por apellidos y trayectoria profesional, un personaje muy querido en la ciudad de Vitoria. Sin duda el mejor fichaje desde la sociedad civil para la política. Su bondad solo era comparable a su religiosidad y su generosidad. Una parte muy importante de la credibilidad que tuvo el proyecto alavesista, ahora con la perspectiva del tiempo, se la debemos a nuestro querido Presidente. Sus negocios de auto-escuelas con una proyección publicitaria moderna, nada que ver con las demás que se proyectaban en Vitoria, hacía que fuera una persona tan conocida como cualquier político de los que se presentaban. Con la diferencia de su procedencia inmaculada, sin cargas del pasado y con esa ingenuidad que las gentes de bien tanto agradecen en un mundo pervertido por intereses bastardos.

 

Benigno Cortázar Larrea. Un gran hombre. De una familia vasca y carlista. Euskaldún. Que no necesitaba a la política para disfrutar de unos magníficos recursos de toda índole. Su padre y hermanos, eran personajes de la Vitoria creciente. Su lealtad y sentido de todas las virtudes que definen lo mejor para señalar a un vasco, formaban parte de su comportamiento y trayectoria. Ha sido uno de los mejores amigos que ha tenido. Era un caballero de mirada limpia y abrazo siempre sinceramente cariñoso. A veces me siento culpable por no haberme despedido de tal hombre, cuando quedó relegado de la política, sin duda un grave error, ya que Benigno era una persona muy querida y respetada.

 

Germán Dueñas. Un trabajador y un paisano sencillo. Muy aficionado al fútbol y sus ambientes sanos. Querido por todos ante su sencillez para entender y trabajar desde la humildad. Amigo de sus amigos. Leal y comprometido. Representaba la voz que me hacía comprender si los mensajes que promocionábamos eran asumidos por los vitorianos reales, más allá de aquella burguesía de una ciudad dónde los apellidos patronímicos compuestos eran la flor nata de la "verdad". Fue un honor compartir escaños parlamentarios con tal.

 

No tengo más remedio que traer a colación los asesinatos de ETA. En 1990, la banda terrorista cometió 25 atentados con resultado de muertes. Ninguno en Álava. Casi todos en Guipúzcoa. Había que pensar que "meterse en política" llevaba irremediablemente a ser protagonista del "conflicto" vasco. Si, además, el partido político era constitucionalista, defensor de la dignidad ciudadana y sus libertades, y para mayor abundamiento UA se definió como foralista-reformista-progresista, con la aspiración para que los ciudadanos alaveses decidieran si querían ser, como Navarra, una Comunidad Foral fuera de Euskadi y dentro de España, las coordenadas eran muy claras y al mismo tiempo, muy peligrosas. Lo que daba mérito a la causa. Gentes que habían vivido el anonimato de la sociedad civil, voluntariamente, hacían un ejercicio de valentía por unas ideas y se colocaban delante de las dianas que colocaba el nacionalismo.   

 

Aquella corriente emocionante que conectó con las gentes, rompería todos los pronósticos de los politólogos y, como dijo Emilio Guevara, obligó más que a preocuparse por Álava, a ocuparse.

 

Los éxitos sociales fueron su creatividad en las campañas electorales mediante el uso de aquellas viñetas dónde los ciudadanos veían caricaturizados los problemas de los que hablaban los habitantes de Álava ante el desprecio de los demás partidos políticos. La movilización del orgullo de los españoles residentes en Álava y las simpatías del resto de España, ante la prepotencia nacionalista con el colaboracionismo del PP y PSE.

 

Los errores, acercarse al PNV, su enemigo social, con el fin de "tocar poder". Tal hecho, y las disputas internas, fueron publicitadas por El Correo, periódico muy cercano al PP y al PSE, para difundir una imagen negativa de la formación alavesista.

 

Lo más curioso es que tras UA, muchos trataron de ocupar el espacio del Partido de Álava, tanto el PP como en determinadas ocasiones los socialistas y últimamente VOX, aunque UA nunca fue un partido de derechas.         

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