Euskera, Ibérico, megalitos y pirámides
No ha habido duda desde tiempos remotos de que los vascos hablan el antiguo ibérico, que se escribía, y hablaba, en una área mas amplia que incluye sur de Francia y toda la Península.
El silabario ibérico es ligeramente diferente en el suroeste, en Huelva y Portugal: algunos han llamado a esta variante tartésico. En Francia e Iberia se han encontrado gran cantidad de signos ibéricos en las rocas, soportes de plomo o de otros materiales. Hoy tampoco hay duda de que el euskera y el ibérico son muy similares, si no idénticos, con las variaciones que impone el espacio y el tiempo. Los numerales ibéricos son muy parecidos a los del euskera: hoy ya no hay nadie que lo cuestione.
Sin embargo, a mediados del siglo pasado, Antonio Tovar y Koldo Mitxelena dudaron de la identidad del euskera con el ibérico, sin ser muy categóricos. Sus seguidores se radicalizaron de inmediato y han rechazado de una manera brusca y dogmática todo parecido de ambas lenguas. Se han apoyado en los textos mas convenientes de Mitxelena, mientras que han ignorado otros en los que admitía parecidos entre lenguas y tenía dudas al respecto.
Desde tiempos de Pompeyo Trogo de Narbona en el siglo primero antes de Cristo ya se había establecido la base del vascoiberismo: los idiomas serían prácticamente los mismos. Este autor de saber enciclopédico tenía fuentes de información privilegiadas. Su abuelo había servido con Pompeyo en la guerra contra Sertorio en Hispania y su padre era secretario de César en la guerra de las Galias. El germen de vascoiberismo de Pompeyo Trogo era apoyado por el judío romanizado Flavio Josefo (siglo I de nuestra era). El vascoiberismo y la llamada historia mítica de Iberia (Tubal, Gerion, Gargoris y Habidis como dirigentes primitivos de Iberia) siguieron siendo defendidos en la Edad Media y posteriormente por, entre otros, San Isidoro de Sevilla, Alfonso X el Sabio y los cronistas de los Reyes Catolicos (Viterbo, con acceso libre a la Biblioteca Vaticana), Carlos I (Florián de Ocampo) y Felipe II (el vasco Esteban de Garibay). Finalmente, en el siglo XIX un grupo de ilustres euskaldunes expuso durante su estancia en Euskal Herria a Wilham von Humboldt los concimientos ancestrales del vascoiberismo y la mitología asociada. Humboldt estableció y difundió a nivel mundial las bases del vascoiberismo.
El euskera o el ibero se habló en una zona mucho más amplia: en Iberia, en partes de Europa, ya que existen topónimos e hidrónimos que muestran una Europa vascónica. Incluso, el gaélico antiguo de las Islas Británicas se está traduciendo desde el ibérico-tartésico. Además, el bereber hablado desde el África negra hasta el Mediterráneo ya fue reconocido por Sabino Arana como muy similar al euskera. Asimismo, los ballesteros vizcaínos que participaron en la conquista de Canarias aseveraron que los guanches hablaban euskera, tal y como documenta Federico Krutwig.
Es decir, el íbero/euskera se hablaba en una zona más amplia del Mediterráneo y norte de África, como demuestra la similitud del euskera, además, con el etrusco, minoico, eblaita etc, en lo que nosotros hemos llamado lenguas usko-mediterraneas y Untermann lenguas de sustrato mediterráneo. Este crisol de lenguas es fruto de los miles de años en los que un área mediterranea densamente poblada se encontró entre los hielos del norte europeo y el desierto del Sahara.
Megalitos y Pirámides
Para contextualizar la lingüística en parte hay que recordar que los megalitos datados mas antiguos se encuentran en el sur de Iberia y en las Islas Britanicas: hay también monumentos megalíticos en los países africanos atlánticos y mediterráneos, estos mucho menos estudiados. El dolmen de Alberite (Cadiz) esta datado 2.000 años antes que las Pirámides de Gizeh en Egipto: los dólmenenes y otros monumentos megalíticos son mucho mas antiguos y se encuentran distribuidos por la Europa y África Atlántica y por el Mediterráneo, incluido el Sáhara Occidental (antes, Sáhara español).
Los constructores de megalitos debieron tener una sociedad muy organizada, pero apuntan a una cultura común de la zona. Asimismo, hay pirámides en todo el Magreb, incluido Marruecos y el norte de África. Las pirámides de Iberia podrían ser asimiladas a las motillas, similares a los nuraghs de Cerdeña y aun muy poco estudiadas.
Concluimos que hay un sustrato cultural común prehistórico del Atlántico euroafricano y del Mediterráneo. Aun por desvelar están los monumentos megalíticos de Malta y más aun de Canarias, donde recientemente se han encontrado estructuras prehistóricas (calendarios y piramides) adaptadas a sus rocas volcánicas. La explicacion mas plausible es que de un Sahara verde densamente poblado, hace 10.000 10.000 años, fueron migrando gentes con similar cultura, huyendo de un rápido proceso de desertización.
Los elementos culturales comunes que hemos detallado, lingüísticos y monumentales serían de origen sahariano, que puede haber sido compartido en ciertos aspectos con un origen vasco-cantábrico. La contribución a la cultura clásica de Grecia y Roma no es ni exclusiva ni originaria. Los orígenes se deben a todos los pueblos del área atlántico-mediterránea, sobre todo a Occidente, norte de África y Persia.
No ha habido duda desde tiempos remotos de que los vascos hablan el antiguo ibérico, que se escribía, y hablaba, en una área mas amplia que incluye sur de Francia y toda la Península.
El silabario ibérico es ligeramente diferente en el suroeste, en Huelva y Portugal: algunos han llamado a esta variante tartésico. En Francia e Iberia se han encontrado gran cantidad de signos ibéricos en las rocas, soportes de plomo o de otros materiales. Hoy tampoco hay duda de que el euskera y el ibérico son muy similares, si no idénticos, con las variaciones que impone el espacio y el tiempo. Los numerales ibéricos son muy parecidos a los del euskera: hoy ya no hay nadie que lo cuestione.
Sin embargo, a mediados del siglo pasado, Antonio Tovar y Koldo Mitxelena dudaron de la identidad del euskera con el ibérico, sin ser muy categóricos. Sus seguidores se radicalizaron de inmediato y han rechazado de una manera brusca y dogmática todo parecido de ambas lenguas. Se han apoyado en los textos mas convenientes de Mitxelena, mientras que han ignorado otros en los que admitía parecidos entre lenguas y tenía dudas al respecto.
Desde tiempos de Pompeyo Trogo de Narbona en el siglo primero antes de Cristo ya se había establecido la base del vascoiberismo: los idiomas serían prácticamente los mismos. Este autor de saber enciclopédico tenía fuentes de información privilegiadas. Su abuelo había servido con Pompeyo en la guerra contra Sertorio en Hispania y su padre era secretario de César en la guerra de las Galias. El germen de vascoiberismo de Pompeyo Trogo era apoyado por el judío romanizado Flavio Josefo (siglo I de nuestra era). El vascoiberismo y la llamada historia mítica de Iberia (Tubal, Gerion, Gargoris y Habidis como dirigentes primitivos de Iberia) siguieron siendo defendidos en la Edad Media y posteriormente por, entre otros, San Isidoro de Sevilla, Alfonso X el Sabio y los cronistas de los Reyes Catolicos (Viterbo, con acceso libre a la Biblioteca Vaticana), Carlos I (Florián de Ocampo) y Felipe II (el vasco Esteban de Garibay). Finalmente, en el siglo XIX un grupo de ilustres euskaldunes expuso durante su estancia en Euskal Herria a Wilham von Humboldt los concimientos ancestrales del vascoiberismo y la mitología asociada. Humboldt estableció y difundió a nivel mundial las bases del vascoiberismo.
El euskera o el ibero se habló en una zona mucho más amplia: en Iberia, en partes de Europa, ya que existen topónimos e hidrónimos que muestran una Europa vascónica. Incluso, el gaélico antiguo de las Islas Británicas se está traduciendo desde el ibérico-tartésico. Además, el bereber hablado desde el África negra hasta el Mediterráneo ya fue reconocido por Sabino Arana como muy similar al euskera. Asimismo, los ballesteros vizcaínos que participaron en la conquista de Canarias aseveraron que los guanches hablaban euskera, tal y como documenta Federico Krutwig.
Es decir, el íbero/euskera se hablaba en una zona más amplia del Mediterráneo y norte de África, como demuestra la similitud del euskera, además, con el etrusco, minoico, eblaita etc, en lo que nosotros hemos llamado lenguas usko-mediterraneas y Untermann lenguas de sustrato mediterráneo. Este crisol de lenguas es fruto de los miles de años en los que un área mediterranea densamente poblada se encontró entre los hielos del norte europeo y el desierto del Sahara.
Megalitos y Pirámides
Para contextualizar la lingüística en parte hay que recordar que los megalitos datados mas antiguos se encuentran en el sur de Iberia y en las Islas Britanicas: hay también monumentos megalíticos en los países africanos atlánticos y mediterráneos, estos mucho menos estudiados. El dolmen de Alberite (Cadiz) esta datado 2.000 años antes que las Pirámides de Gizeh en Egipto: los dólmenenes y otros monumentos megalíticos son mucho mas antiguos y se encuentran distribuidos por la Europa y África Atlántica y por el Mediterráneo, incluido el Sáhara Occidental (antes, Sáhara español).
Los constructores de megalitos debieron tener una sociedad muy organizada, pero apuntan a una cultura común de la zona. Asimismo, hay pirámides en todo el Magreb, incluido Marruecos y el norte de África. Las pirámides de Iberia podrían ser asimiladas a las motillas, similares a los nuraghs de Cerdeña y aun muy poco estudiadas.
Concluimos que hay un sustrato cultural común prehistórico del Atlántico euroafricano y del Mediterráneo. Aun por desvelar están los monumentos megalíticos de Malta y más aun de Canarias, donde recientemente se han encontrado estructuras prehistóricas (calendarios y piramides) adaptadas a sus rocas volcánicas. La explicacion mas plausible es que de un Sahara verde densamente poblado, hace 10.000 10.000 años, fueron migrando gentes con similar cultura, huyendo de un rápido proceso de desertización.
Los elementos culturales comunes que hemos detallado, lingüísticos y monumentales serían de origen sahariano, que puede haber sido compartido en ciertos aspectos con un origen vasco-cantábrico. La contribución a la cultura clásica de Grecia y Roma no es ni exclusiva ni originaria. Los orígenes se deben a todos los pueblos del área atlántico-mediterránea, sobre todo a Occidente, norte de África y Persia.