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Ernesto Ladrón de Guevara
Sábado, 11 de Julio de 2020 Tiempo de lectura:

Breve lección sobre el concepto de fascismo para agitadores antifascistas

Habría que hacer un pequeño, resumen - no muy amplio, pues las entendederas antifascistas me temo que están un tanto extraviadas- sobre los orígenes socialistas de los fascismos del siglo XX.

 

Para empezar, habría que diferenciar entre el movimiento nacional-socialista (el mismo nombre del partido tiene la idea socialista en su denominación) y el movimiento fascista de Mussolini, el cual tuvo como origen también la idea totalitaria, la socialista.

 

Los mismos fascistas, en su mayoría, procedían del Partido Socialista italiano, convertido en un movimiento cuyo eje era la intervención sobre todos los aspectos de la vida pública, incluida la economía, con las nacionalizaciones de empresas como parte de su programa de actuación. Y, por otra parte, más cerca de nosotros en ese inicio del segundo tercio del siglo XX, el movimiento autoritario de Franco, cuyos elementos configuradores, tal como lo describe el verdadero historiador imparcial hispanista Stanley G. Payne, se separa de la idea fascista como tal para constituirse en un régimen con características diferenciales respecto al fascismo italiano y al Partido Nazi.

 

El franquismo fue un socialismo en sus obras económicas, quizás porque la salida de la España arrasada por la guerra lo exigía. Ningún régimen anterior o presente ha tenido tantas empresas públicas cuya idea tenía como elemento caracterizador el ser monopolios y no abrirse al mercado libre.

    

Por tanto, social-comunismo y fascismo/nazismo tenían raíces comunes y se parecían bastante en realidad, solo que el comunismo bolchevique o maoísta, incluido Pol-Pot con sus Jemeres rojos vietnamitas (en el mundo hispano, por ejemplo, el régimen cubano y, ahora, Venezuela), tenían cuantitativamente tres veces más de víctimas por su falta de respeto a la vida humana, a las libertades y a los derechos humanos que todos los regímenes llamados fascismos.

    

En definitiva, fascismo, nazismo, regímenes militares de todo pelo, tienen las mismas raíces que las ideologías que promueven los movimientos antifascistas. Son igualmente detestables, si no más estos últimos.

    

Por algo Hitler tuvo un fructífero entendimiento con Stalin para repartirse la Europa invadida, incluida Polonia. Y en Katyn habría que recordar que Stalin ordenó un asesinato masivo, y se fusiló a la totalidad de la oficialía  del ejército polaco.

    

Todo esto habría que recordarle a Pablo Iglesias que tan vehementemente inducía a su seguidores la idea de conquistar el poder, aprender a fabricar cócteles Molotov y otras lindezas que nos recuerdan demasiado a las huestes de Otegui en sus más frenéticas correrías en sus tiempos de amonal, gasolina y Parabellum, con las calles ardiendo de vez en cuando en el País Vasco, o fuera de él cuando ponían coches que explotaban.

    

Miren: los que ahora dicen ustedes que somos fascistas no hacemos lo que sí hicieron los fascistas de verdad en su día, o los camisas pardas hitlerianos. Es decir, acosar a los que pensaban diferente que ellos, o a las opciones legales que concurren a elecciones, por ejemplo Vox. ¿Quiénes son éstos que llaman a movilizarse para que Vox no tenga representación, e impulsar acciones violentas que impidan la libre concurrencia electoral? Hoy, como hace más de una década, con los “chicos de la gasolina”.

    

Yo que fui socialista, en mis tiempos de secretario de política Institucional de Alava (qué tiempos tan diferentes de pensar que ahora los míos), recorría mi provincia natal de extremo a extremo, por los cuatro puntos cardinales, sin encontrar apenas nadie que se atreviera a aceptar ir en listas electorales en municipios pequeños, porque sabían las consecuencias nefastas que supondría hacerlo para sus vidas, profesiones y haciendas, o sus propias vidas, como queda constatado por la cantidad de concejales asesinados de este u otros partidos no nacionalistas. Más tarde, en el mismo cargo, pero en otro partido, Unidad Alavesa, tuve la misma constatación, solamente que yo mismo, entre otros representantes del mismo, éramos los directamente amenazados.

 

Hoy, que dicen que no hay terrorismo, ocurre lo mismo con otros partidos, sobre todo con Vox, que es acosado y agredido en las calles vascas cuando quiere hacer algún acto público al que tiene derecho legal. ¿No les recuerda esto a lo que les sucedía a los judíos en la Alemania nazi? ¿O a las consecuencias que cualquier partido que no fuera el Fascio podría tener en la Italia fascista donde solamente había un partido político legalizado? ¿O a su admirado Fidel Castro y las represalias sobre la disidencia, lo mismo que en la Venezuela actual, tan referencial para esos antifascistas?

    

Fascismo es no admitir el pluralismo político, el ganar los cielos por asalto, el realizar escraches a políticos de otros partidos, el acosar al que piensa en claves disidentes, el no admitir los valores del pluralismo político en el que se basa la democracia, el perseguir a periodistas que cuentan la verdad de ciertos representantes políticos e impedir la prensa libre, el atacar el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos, conculcando la Constitución Española en su letra y espíritu (no sé para qué queremos un Tribunal Constitucional que actúa de manera inconstitucional permitiendo atropellos) etc.

    

Eso es fascismo, o si lo prefieren maoismo, leninismo, castrismo, chavismo, u otra serie de ismos cuya característica es no respetar al prójimo, y atacar a la civilización occidental de raíz cristiana.

    

En consecuencia, y como por los hechos se les conoce, ya sabe usted, amable lector de este artículo quiénes son los fascistas, y a los que el Estado de Derecho debería prohibir concurrir electoralmente por atacar a las bases esenciales de la democracia, aquellas que permiten que vivamos en paz y sometidos a un Estado de Derecho que no vulnere los derechos individuales, que son los que caracterizan a la libertad de la persona.

 

Si es usted demócrata puede difundir este artículo. Si es usted totalitario, busque el encasillamiento que le corresponde según esta taxonomía política.

    

En todo caso, si realmente es usted antifascista, ya sabe a quienes no tiene que votar.

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