Jaqueo de cuentas en Twitter
El ataque informático contra Twitter descubre que la red social no es una plataforma regida por un algoritmo automático sino un editor que destaca unos contenidos y censura otros a voluntad
Un ataque informático contra Twitter y el jaqueo de miles de cuentas de esta red ha confirmado las cada vez más numerosas sospechas de que la compañía del pajarito azul no es una plataforma global de participación social gobernada por un conjunto de complejos y anónimos algoritmos sino una gigantesca empresa de editar informaciones y opiniones, destacando los contenidos más próximas a su ideología neocomunista y censurando el pensamiento conservador.
De hecho, el reciente jaqueo a Twitter ha demostrado que la plataforma de edición tecnológica está utilizando un conjunto de herramientas puestas en el panel de administración de usuarios a disposición de los editores de la red para que éstos puedan ocultar ciertas cuentas y evitar que ciertos temas adquieran relevancia o lleguen a ser tendencia cuando no se ajustan a la agenda ideológica izquierdista de la compañía. Según han explicado diversos analistas, el jaquer que ha comprometido la seguridad de Twitter lo ha hecho pirateando una cuenta de Twitter que tenía acceso a cualquier otra cuenta de Twitter a través de un panel de adminstración de usuarios, tal y como puede contemplarse en la imagen siguiente, en la que, además, se contemplan diversos botones para crear “listas negras” ('Blacklist') de búsquedas, contenidos y tendencias.
![[Img #18250]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/07_2020/6883_captura-de-pantalla-2020-07-16-a-las-173646.png)
El ataque ha afectado a cientos de cuentas destacadas, incluidas las de Barack Obama, Joe Biden, Bil Gates, Kanye West, Elon Musk, Wiz Khalifa, Apple, Uber y Jeff Bezos, por nombrar solo algunas. Tuits que supuestamente provenían de esas cuentas instaron a miles de personas anónimas a enviar dinero a una dirección de Bitcoin, donde llegaron a mandarse más de 100.000 dólares antes de que se descubriera la qiebra de la seguridad.
El hecho de que los editores tengan a su disposición herramientas para censurar determinados contenidos y potenciar otros, es sumamente relevante desde un punto de vista político y judicial, ya que demuestra que cuando Twitter impide la difusión de la publicación de un usuario están comportándose del mismo modo en que lo hace un periódico cuando se niega a publicar el artículo de alguien, cuando una emisora de radio rehusa a poner el micrófono al lado de determinado individuo o cuando una cadena televisiva prohíbe determinados mensajes en sus emisiones. Actúa como un medio de comunicación y, por lo tanto, debe hacerse responsable de todo lo que se publica en su red. Es decir, si Twitter desea censurar, también debe hacerse responsable de lo que no censura.
En este sentido, y solamente en los últimos años, Twitter sería responsable de miles de mensajes publicados con su consentimiento indirecto en los que, por ejemplo, miles de personas hacen apología de ETA y del terrorismo islámico, así como de otras muchas acciones de tipo violento. Si eres responsable de lo que censuras, eres responsable de lo que publicas; si eres responsable de cerrar la cuenta de un usuario, también eres responsable de las cuentas que mantienes abiertas. Es así de sencillo.
En Europa en general, y en España en particular, Twitter se ha aprovechado de la dicotomía medio de comunicación / plataforma de comunicación, siendo unba cosa u otra según le interesara en cada momento. Es decir, Twitter es una simple plataforma de usuarios cuando afirma “no poder controlar” los vomitivos mensajes de odio lanzados un día sí y otra también por las tropas de asalto de diferentes totalitarismos (socialistas, comunistas e islamistas, fundamentalmente), pero sí es un “medio de comunicación” para censurar, por ejemplo, a Santiago Abascal.
En Estados Unidos, incluso, las redes sociales o las plataformas que se construyen sobre las aportaciones de los usuarios, tienen una protección especial en el artículo 230 de la Communications Decency Act, que evita a las empresas de Internet de responsabilizarse de aquello que se publica en sus plataformas. Aprobada bajo el mandato de Bill Clinton, esta norma se promulgó con la idea de que servicios online con contenido generados por usuarios y que alumbraran en un determinado momento contenidos peligrosos (apología de la violencia, pornografía, racismo, etc.) pudieran evitar responsabilizarse jurídicamente de ello al no ser considerados como medios de comunicación.
En Europa, sin esta protección legal, lo que Twitter y Facebook han hecho, cuando han tenido necesidad de ello, es presentarse como empresas de telecomunicaciones que ponen a disposición de sus clientes determinadas herramientas para que éstos se comuniquen entre sí. De esta forma, afirman funcionar de una forma similar a como lo hace cualquier compañía de telefonía, que proporciona instrumentos para la comunicación, pero no es responsable de la utilización que las personas hacen de éstos. Por ello, estas compañías, para intervenir una línea, necesitan una orden judicial. Pero Twitter y Facebook, si actuaran así, tampoco podrían cerrar cuentas aleatoriamente y según su capricho.
Recientemente, el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva que trata de limitar y poner coto a la impunidad de las redes sociales y de algunas empresas de Internet a la hora de censurar contenidos en la Red. El mensaje del Presidente norteamericano, es claro: si las redes sociales o los agregadores continúan censurando contenidos, dejarán de tener la calificación de plataformas de usuarios para pasar a ser medios de comunicación, lo que, automáticamente, les convertirá en responsables penales sobre todo lo que publiquen. Decenas de bufetes de abogados esperan atentos cómo se resolverá esta cuestión que ahora parece un poco más clara tras el último jaqueo sufrido por Twitter.
![[Img #18249]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/07_2020/7413_captura-de-pantalla-2020-07-16-a-las-173813.png)
Un ataque informático contra Twitter y el jaqueo de miles de cuentas de esta red ha confirmado las cada vez más numerosas sospechas de que la compañía del pajarito azul no es una plataforma global de participación social gobernada por un conjunto de complejos y anónimos algoritmos sino una gigantesca empresa de editar informaciones y opiniones, destacando los contenidos más próximas a su ideología neocomunista y censurando el pensamiento conservador.
De hecho, el reciente jaqueo a Twitter ha demostrado que la plataforma de edición tecnológica está utilizando un conjunto de herramientas puestas en el panel de administración de usuarios a disposición de los editores de la red para que éstos puedan ocultar ciertas cuentas y evitar que ciertos temas adquieran relevancia o lleguen a ser tendencia cuando no se ajustan a la agenda ideológica izquierdista de la compañía. Según han explicado diversos analistas, el jaquer que ha comprometido la seguridad de Twitter lo ha hecho pirateando una cuenta de Twitter que tenía acceso a cualquier otra cuenta de Twitter a través de un panel de adminstración de usuarios, tal y como puede contemplarse en la imagen siguiente, en la que, además, se contemplan diversos botones para crear “listas negras” ('Blacklist') de búsquedas, contenidos y tendencias.
El ataque ha afectado a cientos de cuentas destacadas, incluidas las de Barack Obama, Joe Biden, Bil Gates, Kanye West, Elon Musk, Wiz Khalifa, Apple, Uber y Jeff Bezos, por nombrar solo algunas. Tuits que supuestamente provenían de esas cuentas instaron a miles de personas anónimas a enviar dinero a una dirección de Bitcoin, donde llegaron a mandarse más de 100.000 dólares antes de que se descubriera la qiebra de la seguridad.
El hecho de que los editores tengan a su disposición herramientas para censurar determinados contenidos y potenciar otros, es sumamente relevante desde un punto de vista político y judicial, ya que demuestra que cuando Twitter impide la difusión de la publicación de un usuario están comportándose del mismo modo en que lo hace un periódico cuando se niega a publicar el artículo de alguien, cuando una emisora de radio rehusa a poner el micrófono al lado de determinado individuo o cuando una cadena televisiva prohíbe determinados mensajes en sus emisiones. Actúa como un medio de comunicación y, por lo tanto, debe hacerse responsable de todo lo que se publica en su red. Es decir, si Twitter desea censurar, también debe hacerse responsable de lo que no censura.
En este sentido, y solamente en los últimos años, Twitter sería responsable de miles de mensajes publicados con su consentimiento indirecto en los que, por ejemplo, miles de personas hacen apología de ETA y del terrorismo islámico, así como de otras muchas acciones de tipo violento. Si eres responsable de lo que censuras, eres responsable de lo que publicas; si eres responsable de cerrar la cuenta de un usuario, también eres responsable de las cuentas que mantienes abiertas. Es así de sencillo.
En Europa en general, y en España en particular, Twitter se ha aprovechado de la dicotomía medio de comunicación / plataforma de comunicación, siendo unba cosa u otra según le interesara en cada momento. Es decir, Twitter es una simple plataforma de usuarios cuando afirma “no poder controlar” los vomitivos mensajes de odio lanzados un día sí y otra también por las tropas de asalto de diferentes totalitarismos (socialistas, comunistas e islamistas, fundamentalmente), pero sí es un “medio de comunicación” para censurar, por ejemplo, a Santiago Abascal.
En Estados Unidos, incluso, las redes sociales o las plataformas que se construyen sobre las aportaciones de los usuarios, tienen una protección especial en el artículo 230 de la Communications Decency Act, que evita a las empresas de Internet de responsabilizarse de aquello que se publica en sus plataformas. Aprobada bajo el mandato de Bill Clinton, esta norma se promulgó con la idea de que servicios online con contenido generados por usuarios y que alumbraran en un determinado momento contenidos peligrosos (apología de la violencia, pornografía, racismo, etc.) pudieran evitar responsabilizarse jurídicamente de ello al no ser considerados como medios de comunicación.
En Europa, sin esta protección legal, lo que Twitter y Facebook han hecho, cuando han tenido necesidad de ello, es presentarse como empresas de telecomunicaciones que ponen a disposición de sus clientes determinadas herramientas para que éstos se comuniquen entre sí. De esta forma, afirman funcionar de una forma similar a como lo hace cualquier compañía de telefonía, que proporciona instrumentos para la comunicación, pero no es responsable de la utilización que las personas hacen de éstos. Por ello, estas compañías, para intervenir una línea, necesitan una orden judicial. Pero Twitter y Facebook, si actuaran así, tampoco podrían cerrar cuentas aleatoriamente y según su capricho.
Recientemente, el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva que trata de limitar y poner coto a la impunidad de las redes sociales y de algunas empresas de Internet a la hora de censurar contenidos en la Red. El mensaje del Presidente norteamericano, es claro: si las redes sociales o los agregadores continúan censurando contenidos, dejarán de tener la calificación de plataformas de usuarios para pasar a ser medios de comunicación, lo que, automáticamente, les convertirá en responsables penales sobre todo lo que publiquen. Decenas de bufetes de abogados esperan atentos cómo se resolverá esta cuestión que ahora parece un poco más clara tras el último jaqueo sufrido por Twitter.