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Miércoles, 22 de Julio de 2020 Tiempo de lectura:

Esperando el maná

España afronta una travesía del desierto sin saber a ciencia cierta cuánto durará y cómo llegaremos a su final. Las perspectivas no son nada halagüeñas. 

 

La solución, una vez más, pasa porque Europa nos ayude con dinero a fondo perdido, transferencias y no préstamos. Llegados a este punto deberíamos preguntarnos qué piensan los demás países que vuelven a ver que son los mismos quienes más ayudas necesitan ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué se ha hecho mal?. Quienes dan el dinero necesitan saber a qué se va a destinar, cuáles son las prioridades, qué reformas se van a llevar a cabo, sobre todo en cuestiones fiscales y de inversión. 

 

Los países donantes tienen todos ellos una tasa de sustitución mucho más baja que la española en el momento en que un trabajador en activo pasa a la jubilación, las ayudas universales lo son, pero durante un periodo determinado y se suspenden si los perceptores se niegan a aceptar un puesto de trabajo, el tamaño del Estado es el que debe ser y no un sinfín de Ministerios y Direcciones Generales que lo atrofian, por poner solo tres ejemplos; es lógico que miren con recelo, que desconfíen y mucho, a la hora de entregar los fondos; el dinero público pertenece a los contribuyentes y no al Estado que es un mero recaudador para su administración y no para dilapidarlo como un manirroto. 

 

Resulta muy fácil y cómodo tildar de insolidarios y egoístas a los países llamados "frugales" y calvinistas, no olvidemos que la frugalidad es una gran virtud. Alemania y Francia aunque no estén alineados con ellos, tampoco son totalmente favorables a que se sirva barra libre, sobre todo los germanos, que lo que en realidad les importa es que España no se despeñe por el abismo sobre todo por las consecuencias que ello les supondría. 

 

No echemos la culpa a los demás y no vayamos siempre de chicos buenos dejando a otros el papel de los malos de la película. No podemos pretender ser siempre Lucky Luke y otros los Hermanos Dalton. 

 

Un Gobierno no puede pretender que la solución a una crisis como la actual sea tener a una gran parte de la población subvencionada "ad calendas graecas" sino revitalizarla mediante el estímulo al trabajo que es lo único que crea riqueza y seguridad de cara al futuro. Es el trabajo un derecho y un deber al que no debemos renunciar. 

 

Recordemos la famosa fábula de la cigarra y la hormiga con su sabia moraleja. 

 

Francisco Javier Sáenz Martínez 

FJS. 

Lasarte-Oria 

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