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Pablo Mosquera
Sábado, 25 de Julio de 2020 Tiempo de lectura:

Patria y compatriotas

Me llama la atención esa forma de usar continuamente por parte de Pablo Iglesias el término compatriotas cuando se refiere al pueblo español. Mucho más teniendo en cuenta sus antecedentes con HB de Navarra conocidos -abril de 2016- y cuando alababa a ETA en sede pamplonica. Claro que resulta tan complicado el pensamiento y las intenciones tras los discursos del "Coletas" como desenmarañar el misterio de la Santísima Trinidad. A no ser que repasemos el pensamiento de Maquiavelo: "Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos"; "De vez en cuando, las palabras deben servir para ocultar los hechos".

 

Dentro del movimiento político que no social para la memoria histórica, la Asociación que dinamiza tales actuaciones, acaba de solicitar formalmente que sea retirado de los asentamientos para la Guardia Civil esas placas tradicionales que rezan "todo por la Patria". Al parecer, relacionan el "credo" con los sucesos de aquel 18 de julio en 1936, y que contribuye a la violación de los derechos humanos. Sin duda estamos ante un ejemplo de petición con justificación torticera, pero en tierras de Podemos no me cabe la menor duda que forma parte de una estrategia publicitaria para desviar la atención de los fieles al "sultán y su harén" por ese caminar de victoria en victoria hasta la derrota final. Hay que tener ocupadas a las mesnadas para evitar que hagan preguntas incómodas o exijan autocríticas con dimisiones por cómo el partido morado se va descomponiendo y suscitando cada vez mas rechazo. 

 

Mi ilustrado amigo, Premio Nacional de Artesanía 2008, Juan Queralt, miembro de nuestra Asociación Cultural Os Aventados, siempre dijo: "Mi patria es El Quijote". Y así se convirtió en un estudioso y artista plástico para Quijote y Derechos Humanos. Claro que para el tal Iglesias, vaya usted a saber si el hidalgo seco de carnes y enjuto de rostro no era una adelantado fascista, y ya no digamos para su "culta e ingeniosa" compañera: Cervantes no pasaría el examen del Santo Oficio que condena a la hoguera el machismo frente a la bula del feminismo. ¡Ora pro nobis, pardiez, cuanto imbécil metido a mandarín!

 

Me imagino a Quevedo en ese Ministerio del Tiempo, conociendo las fazañas de Podemos, con su macho alfa y sus aguerridas amazonas siempre dispuestas para ora señalar varones enemigos ora ocupar cargos públicos y así contribuir a la igualdad en el reparto de privilegios, mamandurrias y soldadas. Diría: "La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre cae de dónde subió".

 

Hay signos y símbolos que nos conmueven como compatriotas. Lo percibí en aquella Barcelona de la Olimpiada cada vez que los atletas españoles ganaban una medalla. Y muy en especial cuando la selección de fútbol le gana la final a Polonia y alcanza la medalla de oro. Ver todo el Nou Camp plagado de banderas rojo y gualda me puso la piel de gallina y se me saltaron las lágrimas. Algo parecido vivimos cuando Iniesta marcó aquel gol a los holandeses y nos proclamó campeones del mundo en futbol. A partir de ese momento las buenas gentes coreaban: "Yo soy español, español, español..."

 

No creo que las autoridades presentes cometan el error de eliminar de las casas cuartel del Benemérito Instituto ni la bandera de España, ni ese eslogan que forma parte del orgullo del cuerpo, amén de ser el honor nuestra divisa. Si lo hicieran cometerían una felonía imperdonable.

 

No tengo que desgranar los servicios que los agentes de la Benemérita prestan de continuo precisamente a la patria común de todos los españoles, incluso a los que no se sienten como tales -nunca olvidaré aquellos agentes del cuartel de Llodio que perdieron la vida en las riadas por salvar a unos vecinos entre los que había terroristas y sus cómplices- O el sentimiento que tuvo el Teniente Coronel Gayoso -gallego de A Coruña- que entregó su vida prestando servicio en Haro frente a la pandemia. Para estas gentes está muy claro el concepto de patria y compatriotas. No tengo tan claro cuáles han sido los servicios de Podemos a la patria, a qué patria, sus leyes, antecedentes y conductas para con los compatriotas. Desde luego, lo tengo muy claro con respecto  mí: yo no soy, ni seré compatriota de esa cuadrilla liderada por un "sultán con coleta". Es más, como soy un antiguo, un ciudadano del siglo XX, le pido a Santiago, patrón de España, que al igual que en Clavijo, nos libere de tales hordas.  

 

Me ha tocado vivir y respetar banderas e himnos en Euskadi, por razones de cargos públicos. Siempre lo hice con solemnidad. Por ello también me emociona escuchar el himno gallego o la Marcha del Antiguo Reino de Galicia. Por supuesto, ver ondear la bandera de mi nación y escuchar el himno. No soporto las faltas de respeto a tales. Me da envidia comprobar cómo en otros países son escrupulosos con todos los símbolos de la patria, y en nuestra España no, hasta el punto de tener ridículos miramientos al procurar sustituir la palabra España por Estado. ¡Valiente complejo de inferioridad!. 

 

Espero, deseo, intuyo que Sánchez y sobre todo los viejos socialistas, los que conservan ideología y sentido patrio, terminen por darse cuenta de la "carcoma" que sufre el árbol hispano con esos aprendices bolivarianos que llevan España hacia un modelo miserable dónde terminarán, si les dejamos, por imponer su dictadura en nombre del concepto de patria que tienen. Es más, me sorprende que más allá de las maniobras de distracción oportunistas sobre si nos merecemos una República, las mentes pensantes no comiencen a pronunciarse públicamente.

 

Por cierto, la honestidad no va unida a la República. En todo caso forma parte de la conducta de las personas que dirigen los destinos de una comunidad de ciudadanos, ya sea la República o la Monarquía.

 

Cada vez más, en estos tiempos revueltos que nos taca vivir, tengo motivos para dudar del nivel crítico de las personas, y de la capacidad mental de nuestros compatriotas para diferenciar la verdad de los cantos milongueros. 

 

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