Los algo más de 200.000 habitantes de Burdeos, la ciudad francesa conocida como “La bella durmiente”, llevan meses padeciendo insomnio. La urbe está sumida en el caos violento con decenas de ataques con cuchillo padecidos en las últimas semanas hasta el punto de que en la noche del 24 al 25 de junio, en el espacio de unas pocas horas, siete personas fueron apuñaladas, incluidas dos que fueron gravemente heridas en la muy céntrica y turística Place de la Bourse.

Como es habitual en ella, durante el día, la ciudad del suroeste francés estalla de vida al borde los muelles del río Garona, pero cuando llega la noche la capital se vuelve terriblemente amenazante. Las patrullas policiales, absolutamente desbordadas, se desplieguen a lo largo y ancho de la ciudad, sobre todo por el centro de la capital. Los vecinos también comienzan a organizarse en comités de autodefensa ciudadana.

Hace unos días, cerca de la Plaza de la Victoria, un joven de unos veinte años fue apuñalado por reprender a tres personas que orinaban contra una pared. La puñalada rozó su corazón. "La inseguridad está en todas partes", se lamenta Pierre, un restaurador citado por el periódico Le Parisien. “Antes, en Burdeos se estaba tranquilo. Ahora realmente tienes que tener cuidado”. La Policía es de la misma opinión. Según el sindicato Unity-SGP-Police-FO, "en Burdeos se apuñala por la más mínima cuestión”.

Según informa el ya citado Le Parisien, en la estación central de Policía se acaba de crear una celda especial para MNA (menores no acompañados). Además, la brigada de vehículos todoterreno se ha reforzado con veinte policías en total. Los controles de identidad aumentan alrededor de la estación de tren de Saint-Jean, en el distrito de Saint-Michel y en el centro de la ciudad, con instrucciones precisas de arrestar a cualquier poseedor de un arma con filo”. "Es complicado", explica Patrick, un oficial de policía habituado a trabajar durante la noche. "Nadie sabe nada de estos jóvenes. No tienen papeles”.

En el distrito de Saint-Michel, uno de los lugares típicos del narcotráfico en la orilla derecha del Garona, la delincuencia se ha incrementado exponencialmente. Según la Policía, en los últimos meses las rutas migratorias desde el norte de África han cambiado. La aglomeración de Burdeos se ha convertido en un punto de contacto, especialmente entre jóvenes originarios de Marruecos y Argelia. “Drogados o borrachos, pueden atacan por las razones más triviales a cualquier transeúnte. Las víctimas no presentan denuncias por miedo a las represalias. De hecho, en ocasiones huyen de las salas de emergencias de los hospitales”.

Pierre Hurmic, el nuevo alcalde de la izquierda ecologista, debe enfrentarse a la inseguridad como el principal reto de la ciudad. La Policía lo tiene claro cuando afirma irónicamente que “la violencia urbana es mucho más preocupante que la emergencia climática”.

En una carta abierta al nuevo edil, el jefe de los Jóvenes Republicanos de Gironda, Matthieu Louvès, exige que el Ayuntamiento actúe rápidamente. "Para llevar a cabo su política (ecologista), necesita una ciudad que no sea vista como una zona sin ley", escribió.

Hurmic ha explicado al periódico Sud-Ouest que se toma esta realidad “muy en serio, pero esto no se puede resolver con una varita mágica”.  Y es que en Burdeos se suceden imparablemente los ataques. Durante la noche del 28 al 29 de junio, un estudiante de 23 años fue víctima de un terrible asalto que podría haber sido fatal. La apuñalaron nueve veces a través de la ventana de su auto cuando salía de la casa de una amiga. El agresor fue detenido por intento de asesinato”.

El pasado 9 de julio, otro vecino de Burdeos de 25 años fue sentenciado a dieciocho meses de prisión por haber apuñalado a dos transeúntes sin razón aparente. En el tribunal, el fiscal asistente Olivier Etienne afirmó escandalizado: “Estas son conductas salvajes. Si permitimos que esta agresividad continúe en nuestras calles, todo colapsará”.