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Pablo Mosquera
Sábado, 08 de Agosto de 2020 Tiempo de lectura:

La España desvencijada

Primero el coronavirus y los graves errores que desde el Gobierno se cometieron autorizando la manifestación del 8-M a sabiendas del estado creciente de la pandemia. Más tarde la extensión de la infección por el mapa hispano, creando miedo, muerte y confinamiento. Luego se instaura la crisis económica cuyas dimensiones no se han publicitado, pero todo indica que serán insoportables a pesar del "botafumeiro" que los privilegiados políticos y gobernantes aplicaron al regreso del Presidente procedente de Bruselas -nos han hecho creer que nos autorizaban a gastar lo que teníamos y lo que nos daban-. Pero ahora llega una nueva crisis. La institucional, la que permite desviar la atención del respetable sobre la gestión del Gobierno, que por lo de pronto ha tenido que solicitar con carácter de urgencia 20.000 millones de euros para hacer frente al pago de los ERTEs.

 

Esta última -no creo, ya que vendrán más- tormenta huracanada es la que afecta a la Jefatura del Estado. La que permite al coletas y favorita emitir agitación y propaganda sobre el final de la Monarquía en España y el camino hacia la República plurinacional; más o menos lo que al nacionalismo catalán le hace feliz. No así al vasco, que en sus fueros siempre mantuvo: libertad y pacto con la Corona, para garantizarse sus privilegios.    

 

En esta última crisis se estimula la hipocresía. Es como si de repente en un país de puritanos se descubriera que el Monarca ha cometido toda suerte de pecados contra alguno de los mandamientos de la Ley de Dios. Y claro, como la cultura imperante siempre ha sido la honestidad, dirigentes y pueblo claman castigo para el hombre que era símbolo de la paz y la democracia tras cuarenta años de oprobiosa. Me dan ganas de reírme a carcajadas si no fuera por el asco y la pena que me produce el "estado nauseabundo que mantienen una legión de mequetrefes que están desvencijando a mi país".   

 

El poeta romano Juvenal (-100 a. d. C.) en su Sátira X pronuncia aquella frase "panem et circenses". Era la fórmula para mantener al pueblo tranquilo ocultando hechos controvertidos. En este año 20 del siglo XXI lo del pan, depende. Pero el circo sí que funciona. Además, se ha perdido "la crítica a la razón pura", y es que ya ni en los exámenes de la antigua selectividad preguntan por el pensamiento de Kant. Es más importante saber cómo se resolverán los ascensos en la liga de futbol, o como hasta esos malandrines que se forran en los reality de ciertos programas basura a inventario del entretenimiento popular pontifican sobre la Corona, juzgan la Transición o el periodo transcurrido desde 1978 hasta la actualidad. Y es que cualquier gaznápiro puede y ejerce como inquisidor.

 

Pero puestos a levantar alfombras, me pregunto. ¿Cuando el pueblo soberano exigirá saber la relación costo eficacia de las menadas formadas con cargos que van desde vicepresidentes, ministros, hasta asesores del Gobierno que preside un tal Sánchez y que ha incrementado un 40% la nómina de los que cobran altos emolumentos procedentes de las cuentas públicas que sostenemos los españoles?

 

Y dicen que no hay dos Gobiernos...Pues entonces hay policía bueno y poli malo. Ya que al coletas y favorita les toca ser perversos, y al muchacho alto, guaperas y sonriente, toca calmar las aguas y mentir respaldando al Jefe del Estado. ¿De verdad que lo respalda?. ¿Hasta cuándo?.

 

Cada día tengo más claro lo que se avecina. La revolución bolivariana del coletas. Para ello es preciso sumir a esta nación en la pobreza y la desesperación. Y el ex jugador del Estudiantes aspira a ser presidente de la IIIª República. Claro que para llegar hasta tal momento es preciso seguir mintiendo, manipulando, adormeciendo al personal y buscando cabezas de turco para echarles las culpas de todos los errores que se cometan.

 

No puedo aceptar que el partido de Pablo Iglesias, Felipe González, Alfonso Guerra, Leguina, Bono, Fernando Buesa, Ramón Jáuregui, puedan estar cómodos y representados por esa charlatana de feria que tras los Concejos de Ministros pone en marcha la verborrea a inventario de un circo dónde los unos no hacen nada, salvo cobrar, y los otros, se dedican a conspirar y reunirse con Bildu, ER, Torra, u otros "patriotas bananeros".

 

Pero lo que debe preocupar a la sociedad no es aquello que nos ponen a modo de anteojeras. Lo verdaderamente preocupante es saber cuánto tiempo tardaremos en volver a ser confinados, como responderá el sistema sanitario asistencial a la segunda oleada de ingresos, qué va ser de nuestro país si se paraliza la economía productiva por la pandemia. Hasta dónde piensan aguantar las cifras de infectados, ingresos hospitalarios y muertos, para que los empresarios del ocio nocturno sigan estimulando esa filosofía que comienza a implantarse entre la juventud: "prefiero divertirme hoy aunque mañana me aíslen, así que no pueden quitarme lo bailado".

 

Mientras tanto, el iluso de la Moncloa trata de lograr un gran acuerdo para que se aprueben de una vez los Presupuestos Generales del Estado. Lo que viene a ser como alcanzar la cuadratura del círculo. Tendría que echar a Podemos y refundar su Gobierno con otras fuerzas que tuvieran sentido de Estado. Pero el trilero prefiere seguir engañando a unos y otros, y mientras los presupuestos de Montoro no tienen que ir hasta Bruselas dónde las autoridades económicas se los van a corregir a la baja, tanto los ingresos como los gastos.    

 

Por cierto, y volviendo al Emérito. Tiene todo el derecho a no decir dónde está. Entre otras razones por su propia seguridad. Otra cuestión será si del asunto Villarejo el poder judicial percibe indicios racionales de haber cometido delito. Sería imputable en función de los tiempos. Pero, mientras tanto, las explicaciones las dio Jefatura del Estado a Presidencia del Gobierno, y basta. El que tendrá que dar sus propias explicaciones en sede judicial se llama Pablo Iglesias. Por mucho que se empeñe en ejercer una vicepresidencia para el fomento e instauración de la República.

 

De todas las maneras, si algo debe afectar en la conciencia de Albert Rivera es el no haber usado sus más de cincuenta diputados para formar una coalición que nos evitara la que está cayendo.

        

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