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Francisco López
Jueves, 13 de Agosto de 2020 Tiempo de lectura:

El "chivatazo" de Harrera Elkartea

Si hay un proceso judicial que ejemplifica el fracaso más completo y absoluto del Estado durante lo que eufemísticamente llaman “el conflicto” fue el cierre del diario Egunkaria y su posterior proceso, que terminó con una absolución generalizada. Ha habido otros casos que no han terminado bien, como ha pasado ahora con Bateragune, pero habitualmente se ha debido más a requisitos formales que al fondo de las pruebas.

 

Durante las sesiones del juicio quedó claro, más allá de toda duda razonable, la endeblez probatoria, algo especialmente importante en el cierre de un medio de comunicación. Hasta la Fiscalía se desmarcó y únicamente la AVT contra viento y marea mantuvo la acusación hasta el fiasco final.

 

El caso parecía cerrado. Al margen de que a nivel particular se pudiera tener la impresión que fuera, no había pruebas de la relación de Egunkaria con ETA.

 

Sin embargo, el día 31 de julio el que fuera presidente del Consejo de Administración de Euskaldunon Egunkaria y conocida personalidad del mundo cultural en euskera, Juan María Torrealdai, falleció víctima de un cáncer de médula ósea. En este permanente esfuerzo por engordar artificialmente la lista de “víctimas patrióticas” tanto el interesado como sus conmilitones achacaron la enfermedad a unas torturas que afirmaba haber sufrido.

 

[Img #18413]La sorpresa surge al día siguiente cuando la Fundación Harrera Elkartea publica una esquela de Juan María Torrealdai “Usurbil”. Esta entidad, cuyos objetivos son de “ayuda a los presos políticos vascos en su vuelta a casa”, tiene la interesante costumbre de publicar en la sección "Eskelak" del diario Gara, una en recuerdo de los miembros de ETA.

 

Si no era de la banda terrorista, ¿cómo es posible que se acuerde de él una asociación que se dedica a la “asistencia social y jurídica a expresos de ETA”? Si algo ha demostrado esta gente es que hila muy fino a la hora de decidir quién tiene el honor de ser jaleado como “patriota” y quién no.

 

Supongo que una vez que se haya publicado este artículo y si el asunto salta a otros ámbitos, desde Harrera y ámbitos aledaños vestirán el muñeco con referencia a los “presos políticos”, a los que han sufrido injusticias o cualquier otra interpretación creativa que se les ocurra. Pero la realidad es la que es: si en una galería de nazis, Harrera incluye a este intelectual, espero que no se escandalicen porque los demás deduzcamos que es un nazi.

 

Después de años siguiendo quién se publica en esa sección, quiénes son los “elegidos para la gloria”, estamos hablando de unas personas que en vida y hasta el final de sus días aceptaron la Ley del Odio de ETA, demostrando sumisión y servilismo a sus dictados.

 

Así que un asunto cerrado con la conclusión de que Egunkaria no tenía que ver con la banda criminal, ya no está tan claro. Después de este “chivatazo” de Harrera es inevitable hacernos algunas preguntas:

 

¿La verdad judicial sobre Egunkaria coincide con los hechos reales?

 

¿Torrealdai hizo suya la Ley del Odio de ETA?

 

Si no lo hizo, ¿por qué se convirtió en asiduo de los actos del entorno político de ETA?

 

Si lo hizo, ¿fue durante su etapa como responsable del medio o después del proceso judicial?

 

El caso Egunkaria ya está prescrito, pero a la vista del indicio que nos ha aportado dicha fundación, sería interesante volver a dar una vuelta a las investigaciones que se realizaron, y eso ya no lo puede llevar a cabo la Justicia.

 

Ha terminado la fase aguda de la violencia de ETA y es la hora de la ciencia histórica. Si queremos mejorar el conocimiento de todo lo que ocurrió, como pasa en este caso, los historiadores debemos poder acceder a todos los sumarios relacionados con el terrorismo, no como hasta ahora, cuando sólo se puede en aquellos relativos a víctimas mortales y por los familiares de éstas. Por supuesto que ese acceso debe tener las más estrictas garantías para que no se haga un uso ilegítimo de los datos personales incluidos en ellos. Métodos para hacerlo y medidas punitivas existen, pudiéndose poner más, pero sin la información obrante en esos sumarios, no podremos avanzar en el conocimiento de lo que fueron las tramas civiles de apoyo a ETA.

 

Apunte sobre la instrucción del caso Egunkaria.

 

Los nuevos datos que pudieran surgir no quitarían la responsabilidad del señor juez Juan del Olmo, cuyo trabajo indudablemente fue muy deficiente. El especialista en temas judiciales del diario El País, José Yoldi, emitió el siguiente juicio:

 

"Parafraseando al humorista Jaume Perich, gracias a la libertad de expresión hoy ya es posible decir que un juez con prejuicios que cierra un diario sin estar constitucionalmente habilitado para ello es un inútil sin que nos pase nada. Al juez, tampoco".

 

Pero hay un dato que ha pasado desapercibido. La mayor parte de su instrucción la realizó exclusivamente en paralelo de otro caso. Fue nada más y nada menos que el sumario por los atentados del 11 de marzo de 2004. Sí. No instruyó ningún caso más porque ante la magnitud de este último procedimiento, se le excluyó del resto de sumarios y él declinó renunciar al del diario en euskera.

 

Es decir, para periodistas como José Yoldi y otros muchos, los días que trabajaba en el caso Egunkaria el señor juez era una calamidad pública mientras cuando que lo hacía en el caso del 11-M, hacía un trabajo serio y eficaz. Tanto él como la gran mayoría de los plumillas se manifestaron en contra de la solicitud de un sector de las víctimas, cuando pidió revisar este caso del cual que la ciencia fue expulsada a patadas, linchándolas inmisericordemente.

 

Y es que en la España de hoy, si hay una virtud que se ha esfumado completamente es la de la coherencia.

 

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[Img #18411]

 

 

 

 

 

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