Decía Nietzsche en su Ciencia Jovial que de lo que trataba la vida era de ser algo grande y raro. Algo grande por verticalidad, algo raro por la muestra de singularidad en un contexto de rebaño, de moral de rebaño. Sé que mis lectores se quedarán de piedra porque estrene una nueva etapa en mi querida La Tribuna del País Vasco haciendo una loa a alguien que está en mis antípodas ideológicas, pero precisamente por ello quiero señalar esta "rara avis" que eleva el nivel cultural e intelectual de la Cámara de diputambre que, como sabemos, no nos representa porque en España no hay representación política. 

Es curioso que esta mujer embuida de un pensamiento liberal y europeísta, de nivel cultural innegable y oratoria de fuego, sea presentada por los niños del PP como alguien que marca un sendero de radicalidad. Cuando apoyó públicamente a Ciudadanos en la etapa de Rajoy, fue la muñidora del pacto entre PP y Ciudadanos en el País Vasco y artífice de la colaboración entre ambos partidos en Cataluña... estableciendo una inteligente línea de colaboración con Arrimadas para parar el NAZI-onalismo catalán que incluiría al PSOE sin demasiadas dificultades (en su versión pre-Pedro Sanchez ). Una mujer que aplaudía a Francisco Frutos en los mítines de Sociedad Civil Catalana. ¿Dónde ven la radicalidad los niños del PP?

Se trata, eso sí, de una mujer. Y una mujer libre, que puede militar en un partido y apoyar a otros si con eso se siente más fiel a sus ideas. Además es de tradición republicana-francesa, que identifica facilmente los segregacionismos terruños de sangre y suelo que arrastramos en España. Repele a los medievalismos, como el catalán y el vasco... y también los medievalismos cutres del PP, como cuando se indignó con los compañeros de su partido que gritaban ¡franchutes! en los mítines.

Sus posiciones políticas están contextualizadas históricamente y fundamentadas ideológicamente con un nivel intelectual propio de otros tiempos anteriores a la diputambre... esta mujer podría debatir con Azaña y con Gil Robles, y también con Ortega y Gasset y Primo de Rivera en aquellas Cortes de primeros espadas que tuvimos en la Segunda República Española.

Sí, un republicano centralista y que añora a un Robespierre español como yo puede dialogar con personas como Álvarez de Toledo, es el rival que te hace superarte a ti mismo y llegar hasta las últimas consecuencias de tu propio discurso. Lo que no le van a perdonar en el PP, digámoslo ya, es que se muestre inflexible con los NAZI-onalistas en un momento en que el PP añora poder pactar con el PNV, y que haya discutido abiertamente la legislación de género. Otra cosa que no me perdonarán es que me atreva a defender a quien discute la política de género. Pero es que esta columna va de otra cosa, ustedes perdonen. 

El PP sigue siendo un partido sometido a los regionalismos y al lobby de género neoliberal, es lo que terminará apartando a Cayetana de la portavocía. Es una imposición de grupos de presión a Casado que debe terminar aceptando por la lógica propia de la partidocracia y los vínculos de este partido con poderes foráneos. Aunque ello implique, paradójicamente, el adiós del PP a la modernidad, la centralidad y la capacidad de pacto más allá de Vox. En el fondo, me alegro que esta muleta de poderes internacionales que es el PP se hunda, pero ojalá Cayetana Alvarez de Toledo siga civilizando a la derecha española donde quiera que esté. 

Mis reverencias.